Gracias por ayudar a los débiles durante guerras y catástrofes
Edoardo Giribaldi – Ciudad del Vaticano
Con ocasión de las celebraciones por el 70° aniversario de la proclamación de San Cristóbal como patrón, el Papa recibió esta mañana en la Sala Clementina a una delegación del Cuerpo de Transporte y Material del Ejército italiano. Precisamente los valores del santo patrón, cuyo nombre significa «el que lleva a Cristo», fueron los que el Santo Padre recordó en su discurso, confiando a los presentes: «Yo también tengo devoción a San Cristóbal, llevo siempre la medalla de San Cristóbal para que me ayude a seguir adelante».
La necesidad de inspiración «desde lo alto»
«Me alegro de que un cuerpo militar haya pedido y obtenido el alto patrocinio de un santo mártir, que dio su vida para testimoniar a Cristo», comenzó diciendo el Papa, y destacó que esto representa la demostración más concreta de un necesario apoyo a los «verdaderos valores” y a la «protección divina” para cualquier tipo de «profesión o estilo de vida”. «En efecto – añadió Francisco – cuanto más un trabajo implica la posibilidad de salvar vidas o de perderlas, de llevar apoyo, ayuda y protección, tanto más necesita mantener un alto código ético y una inspiración que provenga de lo alto».
La defensa de los débiles y de su dignidad
La figura de San Cristóbal, en la visión del Papa, es inspiración para un compromiso constante de «servir al país» y «trabajar con un estilo que ponga en lo más alto la dignidad de cada persona humana, que es imagen del Creador». «Somos imágenes de Dios», precisa Francisco.
Abnegación, pero también gracia del Cielo
«Pericia», «sentido del deber» y «abnegación» son valores que el Papa reconoce como necesarios, reafirmando, sin embargo, la necesidad de «implorar del Cielo ese suplemento de gracia, indispensable para cumplir mejor las misiones que uno emprende».
Las tareas «extraordinarias» del Cuerpo
Las tareas del Cuerpo son descritas como delicadas y «extraordinarias» en su llamada repentina «a intervenir en operaciones de salvaguardia de la paz, o para hacer frente a las consecuencias de catástrofes naturales, llevando a cabo tareas de protección civil y actividades logísticas indispensables».
Francisco recordó el servicio prestado a las poblaciones en diversos momentos de emergencia: «terremotos», «inundaciones», pero también durante la pandemia, mediante la instalación de «campamentos» y «hospitales de campaña», sin olvidar el «transporte de artículos de primera necesidad» y de «materiales útiles para la reconstrucción y las vacunaciones».
Servicio, sin retroceder ante el peligro
El Papa resumió estas actividades en un solo término: «servicio». Es decir, «ponerse a disposición del bien común, no escatimar energías y esfuerzos, no retroceder ante el peligro para cumplir la propia tarea». Un deber que a menudo implica «salvar vidas humanas» y a veces «el sacrificio de la propia seguridad».
Todos pueden servir
En su discurso, Francisco recordó también cómo varios miembros del Cuerpo de Transporte y Armas Materiales del Ejército italiano, al final de su servicio, entran a formar parte de la Asociación Nacional de Aviadores Italianos donde, «como voluntarios, ofrecen su ayuda a la comunidad, testimoniando que la disposición a servir se ha convertido en un hábito natural en ellos». Un rasgo que se ha convertido en «normal» y que «no puede descartarse de un momento a otro», pasando en cambio a calibrarse «según la edad y la condición de cada uno, porque todos, a cualquier edad, pueden aportar su contribución, continuando a servir».
Artesanos de la paz
A este respecto, el Pontífice citó una expresión de la «Oración del Auxiliador» que dice: «Dios todopoderoso y eterno, protege y bendice el servicio que prestamos a nuestros hermanos y danos la capacidad de utilizar también nuestros medios para acudir en ayuda y rescate de los necesitados». El Papa concluyó su discurso pidiendo la intercesión de María para que los miembros de la Fuerza sigan «siendo agentes y artífices de paz».
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