Celebran en Cracovia el rito por la beatificación equivalente a Michał Giedrojć
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
Hoy en Cracovia ha tenido lugar la beatificación del fraile agustino Michał Giedrojć, 34 años después de aquel deseo que expresó San Juan Pablo II de que “Michał Giedrojć fuera elevado a los altares” y que se ha llevado a cabo gracias a que el Santo Padre Francisco aprobó, el pasado 7 de noviembre de 2018, el decreto sobre el heroísmo de sus virtudes y confirmó la existencia ininterrumpida del culto dado al Beato Michał Giedrojć desde tiempos remotos.
La celebración de hoy en agradecimiento al beato y que ha visto unidos a obispos de Polonia y de Lituania, ha sido presidida por el Cardenal Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Becciu, durante su Homilía, ha explicado que Michał Giedrojć “correspondió de manera ejemplar a la fe en Dios-Amor, porque en este amor de Dios encontró la luz de la vida y la serenidad del corazón”.
Los talentos que recibió los empleo en favor de los demás
El prefecto ha explicado que los talentos que Michał recibió “los empleo en favor de los demás” y sus formas de practicar el amor hacia el prójimo “hoy son más actuales que nunca: escuchar al otro, dar acogida a los que llaman a la puerta, dar limosna a los pobres y consolar a los afligidos”. Además – ha dicho – fue un hombre que pese a que provenía de una familia noble, “sirvió como sacristán en su comunidad religiosa, se hizo cargo de la orden en la iglesia de San Marco, alabó al Señor ininterrumpidamente, realizó obedientemente el trabajo que se le pidió que hiciera y soportó valientemente la opresión y los contratiempos”.
El beato llevó una vida sencilla y pobre y aunque debido a su origen pudo haber recibido órdenes sagradas, “optó por permanecer "pequeño" como hermano laico, permaneciendo unido con el Cristo crucificado y la Santísima Virgen” ha puntualizado esta mañana el purpurado.
Ejemplo de amor al prójimo y desinterés por lo material
Hablando sobre el carácter del beato, Becciu ha señalado también que Michał ha recorrido la historia de los primeros discípulos de Jesús: “era un ‘pequeño’ según el espíritu del Evangelio. No buscó nada más que a Dios mismo. El misterio de su existencia radica precisamente en la primacía de Dios: a Él le confió todo y se lo agradeció todo”. Y puntualiza además que no luchó por cosas consideradas grandes en el mundo, sino que dirigió su atención a lo que era lo más importante, es decir, el amor de Dios y la amistad con el prójimo: “Para nosotros, los contemporáneos, que estamos abrumados por mil cosas aparentemente importantes, el Beato Michał nos enseña que la grandeza auténtica de las personas no proviene de cuánto, sino de cómo se logra algo”.
Es una buena noticia para nosotros, los contemporáneos
Su testimonio de vida se caracteriza “por la aceptación de sus propios límites físicos y la unión de su propio sufrimiento a Cristo crucificado” asegura Becci; un testimonio que hoy se convierte en una buena noticia para todos aquellos que, como él, “a menudo son relegados a los márgenes de la sociedad debido a su ineficiencia física, edad avanzada u otros límites”. Pero también es una buena noticia para todos aquellos que se sienten afligidos por las experiencias negativas de la vida, infelices, decepcionados, descartados, que han perdido su sentido del valor. “Para ellos indica – dice el purpurado – la fuente de la verdadera felicidad, es decir, confianza en Dios y profunda fe en Él que ayuda a aceptar las propias cruces diarias”.
Es fuente de estímulo para que la Iglesia polaca y lituana caminen juntas
Al final de la homilía, el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos afirma que el beato es “un fuerte estímulo” para que la Iglesia en Polonia y en Lituania sigan caminando juntas: “su persona humilde une a las dos naciones aún más, durante siglos muy cercanos y que hoy están llamadas a renovar y revitalizar sus lazos de amistad”.
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