La Santa Sede en la ONU: más atención al fenómeno de los desplazados internos
Michele Raviart - Ciudad del Vaticano
"El desplazamiento forzado no es sólo una cuestión de 'mala suerte' o de búsqueda de una vida mejor", dijo en Ginebra mons. Jurkovič interviniendo en la 41ª sesión del Consejo de Derechos Humanos dedicada a los derechos de los desplazados internos. El Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas reiteró que muy a menudo este fenómeno "se ve alimentado por políticas o ideologías injustas e indiferentes, por el racismo y otras formas de prejuicio y discriminación, por la violencia sistemática y por la ausencia del Estado de derecho".
En un año, 28 millones más de personas desplazadas
De hecho, hay más de 41 millones de personas en el mundo que se han visto obligadas a abandonar sus hogares y vivir como "desplazados internos" dentro de las fronteras de sus países. Un número que ha aumentodo de 28 millones de personas en 2018, debido principalmente a desastres naturales, y que demuestra el número de personas que sufren en la búsqueda de una vida más segura, más pacífica y más digna. Cifras que, "como en el caso de los migrantes y refugiados", "pueden ser fácilmente ignoradas", al contrario de las "tragedias humanas e historias humanas" de estas personas y su impacto socioeconómico en muchas comunidades.
Más responsabilidad compartida
Cuando se piensa en los medios legales para asegurar la protección de los desplazados internos, continúa mons. Jurkovič, "es de fundamental importancia ser guiados por la centralidad de la persona humana". Muy a menudo, de hecho, la responsabilidad de ayudar a los migrantes internos es de los Estados, mientras la Santa Sede, que observa con "preocupación" el aumento del número de estas personas, "ha instado a menudo a que compartamos la responsabilidad de abordar las causas profundas del desplazamiento forzado. Esto requiere valor y voluntad política, poner fin a los conflictos que generan odio, violencia y venganza, luchar por la paz y la reconciliación, incluido el diálogo interreligioso, y respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales.
El papel de la Iglesia
En este sentido, la Santa Sede "recuerda el papel de las organizaciones confesionales, que a menudo son las primeras en ofrecer asistencia a las personas desplazadas", tanto con apoyo a las necesidades psicológicas como espirituales. De hecho, a menudo, después de haber perdido sus hogares, las personas desplazadas se ven obligadas a sobrevivir en condiciones desesperadas, como el tráfico y la prostitución. Situaciones trágicas que los medios de comunicación, explica Mons. Jurkovič, no deben olvidar.
Los efectos del cambio climático
Recordando también el papel que los desastres naturales, causados por el cambio climático, tienen en el aumento del número de personas desplazadas, el Observador Permanente de la Santa Sede ante la Onu recuerda también al Papa Francisco y su condena a la "globalización de la indiferencia", que se refiere también al "deterioro del medio ambiente, a la explotación de los recursos naturales, a las disputas territoriales y al desprecio absoluto de nuestro hogar común, que afecta principalmente a los más pobres y vulnerables".
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