Celli: Silvestrini fue un hombre de diálogo
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
Vatican News entrevistó a Mons. Claudio Celli, vice presidente de la Fundación Domenico Tardini, quien recordó con cariño la figura del fallecido cardenal Achille Silvestrini, hablando de su acción diplomática, como un hombre de diálogo abierto. Dejando una gran herencia hacia los jóvenes talentos.
Una Fundación al servicio de los nuevos talentos
La Fundación Domenico Tardini nació haciendo propia la idea del Cardenal Domenico Tardini, que se había sentido llamado a dedicarse a los más pequeños, los más vulnerables. En 1946 el entonces Mons. Tardini creó Villa Nazareth, donde acogió a huérfanos y a hijos de familias numerosas y pobres y «descubrió con gran sensibilidad los dones de inteligencia y de corazón que Dios había concedido a cada uno de ellos. Y se preocupó de que estos talentos se valorizaran en vocaciones elegidas de apostolado, de servicio a la Iglesia y al bien de la sociedad». Con estas expresiones, Juan XXIII, con motu proprio del 13 de enero de 1963 creaba la “Fundación Sagrada Familia de Nazareth, llamada Villa Nazareth”.
En 1980, con el deseo de proponer en primera persona el ideal de Villa Nazareth, dieron vida a la Asociación para ofrecer a otros jóvenes la acogida y las oportunidades de recibir una formación de vida cristiana. El 24 de mayo de 2004 el Consejo Pontificio para los Laicos decretó el reconocimiento de la Asociación “Comunità Domenico Tardini” como asociación internacional de fieles de derecho pontificio.
La figura del Cardenal:
El Cardenal Achille Silvestrini, Prefecto Emérito de la Congregación para las Iglesias Orientales, fue recordado por el Pontífice en su telegrama de pésame por “la colaboración que durante tantos decenios dio a la Santa Sede al servicio de siete pontífices: primero en la Secretaría de Estado, luego como Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, finalmente como prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales”.
Una vida gastada al servicio de la Iglesia y del Papa. Siempre atento a las personas, con la mirada puesta en la cuestión de la juventud, antes que en los documentos, llevó a cabo durante décadas con escrúpulo y rigor diversas tareas diplomáticas para la Santa Sede. Estrecho colaborador de los Secretarios de Estado Domenico Tardini y Amleto Giovanni Cicognani, entre otras actividades, trabajó con el entonces Arzobispo Agostino Casaroli durante la Ostpolitik y dirigió las negociaciones con las autoridades italianas para la revisión del Concordato lateranense.
Mons. Claudio Celli, habla de la figura del cardenal fallecido con mucho cariño y nostalgia
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