1567844224658.JPG

La globalización y el riesgo de homogeneidad cultural

En su discurso a las autoridades de Madagascar, Francisco resume su mensaje social sobre la responsabilidad política, la pobreza, el cuidado de la creación y el deber de respetar los valores particulares de los pueblos.

Andrea Tornielli - Madagascar

El discurso pronunciado la mañana del 7 de septiembre de 2019 en el palacio presidencial de Antananarivo ante las autoridades políticas de Madagascar es uno de los discursos que mejor resume el mensaje de la Doctrina Social de la Iglesia enriquecida con los documentos del Magisterio de Francisco.

Caminando por las calles de la capital, el Papa pudo ver con sus propios ojos la pobreza generalizada, las chabolas, los niños agachados para amasar ladrillos. Pero también vio la alegría de un pueblo, testimoniando el hecho de que no siempre es posible calcular las estadísticas sobre la base de los estándares de consumo occidentales.

Francisco, en su discurso, recordó en primer lugar la responsabilidad de la política, que tiene la misión de servir y proteger a sus conciudadanos, "en particular a los más vulnerables" y a los más pobres, promoviendo un desarrollo decente y justo, que sea "integral", y no sólo económico.

Hizo un llamamiento a la lucha contra la corrupción y la especulación, que "siempre generan condiciones de pobreza inhumana". Luego recordó la belleza y riqueza de los recursos naturales de la isla más grande del continente africano, amenazada por la caza furtiva y la deforestación. Reiteró que la crisis ambiental y la crisis social están intrínsecamente ligadas, de hecho son la misma y compleja crisis, como enseña la encíclica Laudato Si'. Y explicó, sin embargo, que no puede haber una verdadera protección del medio ambiente sin una justicia social que garantice el derecho al destino común de los bienes de la tierra: los pobres no deben y no pueden pagar el precio de las políticas de protección del medio ambiente.

Finalmente, el Papa dedicó un pasaje significativo a la globalización y al riesgo de que en países como Madagascar la ayuda al desarrollo proporcionada por organizaciones internacionales, en nombre de "una presunta cultura universal" que desprecia, entierra y suprime el patrimonio de todos los pueblos", acabe por homogeneizar peculiaridades, valores, estilos de vida y culturas.

En cambio, necesitamos procesos que respeten las prioridades y los estilos de vida originales de los pueblos, asegurándonos de que sean los propios pueblos los que se conviertan en artesanos de su propio destino.
 

Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí

07 septiembre 2019, 13:37