El Limosnero Apostólico visita las barriadas más olvidadas de Foggia
Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano
El viernes 27 de septiembre, el Limosnero del Papa acompañado por el Obispo de San Severo, Mons. Giovanni Checchinato, y el Arzobispo de Foggia-Bovino, Mons. Vincenzo Pelvi, se desplazó a dos de estos asentamientos precarios conformados por barriadas y granjas abandonadas, para encontrarse con miles de trabajadores agrícolas, en su mayoría migrantes procedentes de África (principalmente de Nigeria, Ghana, Senegal y Gambia) y algunos de Europa Oriental (rumanos y búlgaros), quienes viven en graves condiciones de inseguridad jurídica, de vivienda y de salud.
Con este gesto, el Pontífice quiere estar cerca de todas estas personas víctimas de explotación, marginación y exclusión, llevarles una palabra de esperanza y expresar su grito de ayuda en una sociedad que desarrolla "en sí misma la tendencia hacia un individualismo acentuado que, unido a la mentalidad utilitarista y multiplicado por la red mediática, produce la globalización de la indiferencia" (Mensaje del Santo Padre Francisco para la 105ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2019).
Tal como indica en un comunicado la Limosnería Apostólica Vaticana, esta visita pretende hacer resonar con fuerza las palabras del Papa Francisco:
"La respuesta al desafío que plantea la migración contemporánea se puede resumir en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. Pero estos verbos no sólo se aplican a los migrantes y refugiados. Expresan la misión de la Iglesia a todos los habitantes de las periferias existenciales, que deben ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados. Si ponemos en práctica estos verbos, contribuimos a la construcción de la ciudad de Dios y del hombre, promovemos el desarrollo humano integral de todas las personas y también ayudamos a la comunidad mundial a acercarse a los objetivos de desarrollo sostenible que se ha fijado y que, de otro modo, serán difíciles de alcanzar".
La realidad de los olvidados
El área de Capitanata, en la provincia de Foggia, que cuenta con una vocación agrícola predominante, se ve afectada por una fuerte presencia de trabajadores temporales que se reúnen en asentamientos informales, ocupando granjas abandonadas o construyendo grandes barrios de chabolas.
El fenómeno de la explotación laboral grave se ve alimentado por la falta de mecanismos eficaces para la contratación formal de trabajadores y la provisión de vivienda por parte de los empleadores. Es así como nacen los llamados "guetos", en forma de barriadas pobres con poco o ningún acceso a agua potable, sin sistema de alcantarillado y sin sitema de calefacción, en una zona con inviernos muy fríos.
La cosecha de tomate concentra el mayor número de personas en la temporada de julio a septiembre: en estos meses de cosecha intensiva, al menos 6.000 personas buscan refugio en las chabolas y en las granjas abandonadas.
Visita a dos guetos
El primer gueto visitado por el Limosnero Apostólico y el Obispo de San Severo fue Borgo Mezzanone, que forma parte del municipio de Manfredonia: se trata de una pequeña comunidad rural de unos 800 habitantes, perteneciente a la Arquidiócesis de Manfredonia-Vieste-San Giovanni Rotondo.
Actualmente cuenta con la presencia de un centenar de solicitantes de asilo, con una capacidad de 450 plazas. No muy lejos de allí, en el lugar llamado "ex pista", 1.500 personas, de diferentes nacionalidades acampan en contenedores o cuarteles improvisados.
En los últimos meses, se han realizado varias intervenciones para demoler algunos edificios, con el objetivo de desmantelar lo antes posible todo el gueto, reubicando a los migrantes en lugares más dignos que también promuevan un camino de integración. Sin embargo, la buena voluntad de las instituciones no parece seguir una vía coordinada para resolver esta cuestión.
El segundo asentamiento visitado fue el llamado Gran Gueto, que se encuentra en Torretta Antonacci, en el territorio del Municipio y Diócesis de San Severo, a 25 km de San Severo.
Falta de soluciones reales y decentes
Hablamos del primer gueto, que la comunidad de trabajadores creó hace 20 años en una antigua fábrica de azúcar. Después de la evacuación, la comunidad se instaló en una zona a 15 minutos en coche, inmersa en el campo.
Casi dos décadas después de su nacimiento, en marzo de 2017, el Gran Gueto fue despejado con la toma de toda la zona por la Dirección Distrital Antimafia de Bari. Este último organismo propuso a un pequeño grupo de habitantes, una vivienda alternativa consistente en tiendas de campaña y contenedores, así como instalaciones municipales en el pueblo de San Severo, sin poder encontrar soluciones reales y decentes de emergencia.
De ahí la importancia de esta visita, como gesto concreto de que el Papa no olvida la crítica situación que viven estas personas y con el fin de que ni las autoridades competentes ni la sociedad en general, olviden esta dura realidad que padecen tantos migrantes y refugiados.
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