Abu Dabi: Misa de acción de gracias por la visita del Papa hace un año
Hermana Bernadette Mary Reis – Abu Dabi
Muchas personas que habían encontrado al Papa durante su visita privada a la catedral o que habían participado en la Misa en el Zayed Sport City estuvieron presentes en la celebración Eucarística de ayer por la tarde. En muchos sentidos la celebración evocó ese momento especial de hace un año atrás: el mismo coro cantó las mismas canciones que el año pasado, el mismo diácono proclamó el Evangelio y el Obispo Hinder leyó una parte de la homilía del Papa pronunciada el año pasado. Tan pronto como la Santa Misa terminó, los presentes quisieron recordar a través de fotos y videos lo más destacado de toda la visita del Papa Francisco.
¿Qué frutos ha dejado la visita del Papa?
Monseñor Hinder un año después de la visita papal, dirigió a los presentes en la celebración algunas preguntas: ¿La visita del Papa Francisco fue realmente una ocasión para profundizar nuestra fe y renovar nuestro compromiso? ¿Es sólo un recuerdo de haber sido los únicos que el Papa visitó en la Península Arábiga, teniendo la oportunidad de conocerlo y darle la mano o recibir una bendición de él? ¿Estamos realmente felices de que el Sucesor de Pedro haya venido a fortalecer nuestra fe? “Sé que el Papa Francisco quedó profundamente impresionado por la forma en que fue recibido en este país – continuó el Obispo Hinder – y por los fieles en el estadio”. El Vicario Apostólico preguntó entonces si los presentes el año pasado se habían "tomado a pecho" lo que el Papa había venido a decirles, si habían leído el Documento sobre la Fraternidad Humana, o si habían releído la homilía del Papa.
El Obispo recordó a los presentes la homilía del Papa
“Miren a Jesús: no dejó nada escrito, no construyó nada impresionante. Y cuando nos dijo cómo vivir, no nos pidió que construyéramos grandes obras o que llamáramos la atención con gestos extraordinarios. Nos pidió que produjéramos sólo una obra de arte, posible para todos: nuestra vida. Las Bienaventuranzas son, por lo tanto, una hoja de ruta para nuestra vida: no requieren acciones sobrehumanas, sino más bien la imitación de Jesús en nuestra vida cotidiana. Nos invitan a mantener nuestros corazones puros, a practicar la mansedumbre y la justicia a pesar de todo, a ser misericordiosos con todos, a vivir nuestra aflicción en unión con Dios. Esta es la santidad de la vida diaria, que no necesita milagros o signos extraordinarios. Las Bienaventuranzas no son para los súper humanos, sino para aquellos que se enfrentan a los retos y pruebas de cada día. Quien viven las Bienaventuranzas según Jesús es capaz de purificar el mundo. Son como un árbol que, incluso en la tierra árida, absorbe el aire contaminado todos los días y restaura el oxígeno. Mi esperanza es que sean así, arraigados en Jesús y listo para hacer el bien a los que te rodean. Que sus comunidades sean oasis de paz”.
Compromiso con el mensaje del Papa
“Queridos hermanos y hermanas”, concluyó Monseñor Hinder, “miremos la visita papal con gratitud. Aún más importante es nuestro compromiso por el mensaje que el Papa Francisco nos ha dejado: mantener las palabras de Jesús en la mente y en el corazón para no tener miedo. Tengan sólo fe”.
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