Migrantes y refugiados: Los canales de información
Ciudad del Vaticano
Proporcionar información a las personas desplazadas y a las comunidades de acogida
Los desplazados internacionalmente suelen sentirse desorientados y están marginados debido al caos y al estado de alarma generado por la pandemia del COVID-19. Viven en un país extranjero, que a su vez se encuentra en una situación de vulnerabilidad, por lo que les resulta muy difícil poder acceder a servicios esenciales.
En respuesta, la Sección de Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal Peruana compartió materiales elaborados con la finalidad de proporcionar información y teléfonos importantes en temas de salud, trabajo y asesoría jurídica en medio de la pandemia. Además, la Conferencia de Religiosas y Religiosos del Perú (CONFER), relata diversas actividades que los actores católicos han llevado a cabo en todo el país, para asistir a las personas vulnerables. Entre estas actividades cabe destacar la información prestada a las personas necesitadas, para que sepan adonde acudir si necesitan recibir una ayuda concreta.
Como afirmó el Papa Francisco, solo podemos superar esta emergencia juntos, como una única comunidad mundial. Por esta razón, la ayuda de todos es esencial y diferentes actores católicos han publicado directrices y sugerencias, para orientar a las comunidades locales, con respecto a las posibles acciones dirigidas a ayudar a los migrantes y refugiados durante la pandemia del COVID-19. La Red Ignaciana Global de Incidencia (GIAN) de Migraciones (EN) publicó un documento de posicionamiento, en el que se enumeran diferentes recomendaciones sobre cómo cuidar a las personas migrantes más vulnerables. Entre ellas, se pidió a las autoridades gubernamentales que facilitasen información precisa y oportuna, en diferentes idiomas, sobre las medidas de salud y seguridad, así como que estableciesen una red de prestadores de asistencia. Igualmente, JRS USA propuso 6 Formas de Solidaridad con los Refugiados (EN), tales como prestar apoyo a su instrucción y respetar los derechos de los solicitantes de asilo, en lugar de cerrar fronteras e interrumpir la tramitación de las solicitudes de asilo.
Satisfacer las necesidades básicas de los migrantes y los refugiados
El bloqueo en vigor para detener la pandemia del COVID-19 ha afectado ahora a casi todas las economías del mundo. Como consecuencia, el número de pobres ha aumentado exponencialmente y, en particular, en las comunidades vulnerables. El riesgo de morir de hambre es igual o superior al riesgo de contraer el virus. Conscientes de ello, numerosos agentes católicos de todo el mundo están llevando a cabo innumerables esfuerzos para proporcionar a las comunidades desplazadas, alimentos y otros artículos esenciales.
En Nigeria, uno de los países más afectados por el virus en África, la Comunidad de Sant’Egidio (IT; FR; PT) ha distribuido grandes cantidades de alimentos y productos sanitarios a familias de desplazados internos en el territorio de la capital federal Abuja. Se entregaron desinfectantes de manos, arroz, frijoles, pasta de tomate, aceite y otros artículos de primera necesidad, a 468 familias residentes en el campamento de Games Village y a 90 familias ubicadas en las afueras de Abuja. Además, se lanzó una campaña de información sobre la propagación del coronavirus y la necesidad de seguir prácticas higiénicas específicas y de respetar las normas y disposiciones gubernamentales.
Durante la pandemia del COVID-19, ACMI Family to Migrants (EN) está colaborando con donantes individuales y organizaciones, para distribuir “paquetes de atención” a los trabajadores migrantes y a las familias que viven en Singapur. Muchos de ellos tienen un acceso limitado a los servicios de ayuda social, así como a la asistencia que podrían recibir de sus familiares, debido a las restricciones de viaje, por lo que dependen únicamente de la ayuda humanitaria. El Care Pack incluye vitamina C líquida, mascarillas faciales quirúrgicas, cereales y desinfectantes de manos.
En Iraq, ha sido imposible desplazarse entre regiones, por lo que la mayoría de las organizaciones humanitarias no han podido acceder físicamente a los beneficiarios y a las instalaciones. Gradualmente, las agencias católicas que ayudan a los desplazados en el norte de Irak han podido prestar asistencia a los necesitados (EN), a medida que la situación del COVID-19 mejora lentamente, mientras que algunos otros proyectos pueden llevarse a cabo a través de Internet. Por ejemplo, Catholic Relief Services ha podido reanudar algunas de sus actividades, en particular, el empleo y la reforma en las escuelas, casas y refugios, que en su gran mayoría se dirigen a los repatriados de la zona. Además, Cáritas Alemania respalda un programa que distribuye cestas de alimentos e higiene, puerta a puerta, a unas 1.000 familias necesitadas. Los principales beneficiarios son las comunidades cristianas y yazidíes, desplazadas internamente, que dependían del trabajo diario y ahora no tienen ingresos debido a la preocupación por el coronavirus.
El Servicio Pastoral de Migrantes en Santa Catarina (PT), Brasil, ha estado haciendo campaña contra el COVID 19, y el Padre Marcos y el Padre Nelson han sido testigos de la asistencia prestada en esta ciudad y su región metropolitana. Los agentes han evitado el contacto personal y directo con la Casa do Migrante, pero han mantenido una comunicación a distancia con los recién llegados. Por ejemplo, entregaron cestas de alimentos y kits de higiene, tanto a los migrantes alojados en la casa, como a las familias ubicadas en otros lugares. Además, han enviado semanalmente actividades de aprendizaje del idioma portugués, así como información sobre el coronavirus y el acceso a la ayuda de emergencia.
Ofrecer un refugio a los migrantes y refugiados
Muchos centros de acogida para migrantes y refugiados han tenido que cerrar sus puertas o rechazar la llegada de nuevos huéspedes, a fin de garantizar el distanciamiento social. Además, varios trabajadores migrantes se encuentran en la actualidad sin empleo, debido al confinamiento por la pandemia, y se han convertido en “sin techo”. En diferentes partes del mundo, los actores católicos han realizado enormes esfuerzos para garantizar a cada uno de ellos un refugio.
En Filipinas existen tres centros scalabrinianos (EN; IT) que siguen funcionando a pesar de las dificultades financieras y sanitarias: el centro Stella Maris del Apostolado del Mar, el Centro Scalabrini para Gente en Movimiento y el dormitorio católico Pius, que en su conjunto albergan a 259 personas más 8 miembros del personal. La decisión de permanecer abiertos, a pesar de las restricciones y del riesgo de infección, se discutió seria y exhaustivamente, ya que el cierre completo habría significado abandonar a muchas personas necesitadas en las calles de la ciudad, en un momento realmente difícil.
La Casa Pablo VI (FR), un antiguo seminario en Lille, acoge tanto a menores extranjeros como a personas sin hogar contagiadas por el COVID-19. Un grupo es atendido por la Pastoral de Migrantes y el otro por la Cruz Roja. Se suponía que la acogida de menores africanos debía terminar a principios de mayo, debido al proyecto de reforma de la casa, pero ésta se prorrogó hasta el 31 de mayo para responder a la situación extraordinaria que se está viviendo. Mientras que antes de la pandemia se ofrecía solo hospitalidad por la tarde y por la noche, ahora la acogida es de 24 horas al día y 7 días a la semana. Un vigilante vive allí para el caso de que surgiera algún problema. Los jóvenes no salen, excepto para dar un paseo por el parque. Las parroquias se han ido turnando para hacer la compra; ahora lo hacen los miembros del grupo Pastoral de Migrantes.
Cuando Bolivia cerró sus fronteras el 25 de marzo para evitar la propagación del nuevo coronavirus, cientos de trabajadores agrícolas temporeros bolivianos se encontraron aislados en el centro de Chile, sin poder conseguir ni alimentos, ni alojamiento. Los grupos católicos se unieron para proporcionar alojamiento, alimentos y asistencia a estos trabajadores migrantes (EN). Inicialmente, CLAMOR (una red que coordina los esfuerzos de numerosas organizaciones, dirigidos a la asistencia de migrantes, refugiados y víctimas de la trata de personas) encontró alojamiento para unas 600 personas. Sin embargo, la primera noche, el total de personas acogidas ascendió a unas 950, por lo que fueron alojadas en parroquias y en una casa de retiros espirituales. Los trabajadores migrantes recibieron mascarillas y desinfectantes de manos, comida y esteras para dormir. También recibieron asesoramiento jurídico acerca de su situación laboral y cómo acceder al seguro de desempleo.
En Colombia, en medio de la pandemia, diferentes organizaciones e instituciones eclesiásticas ofrecen alojamiento temporal a los migrantes venezolanos. Se trata de una nueva iniciativa, y gran parte del trabajo se realiza de manera informal, ya que el decreto de emergencia les obligó a detener sus actividades para bloquear la propagación del virus. Entre estas organizaciones e instituciones se encuentra la Fundación de Atención al Migrante, un albergue de emergencia atendido por las Hermanas Misioneras Scalabrinianas, que también ofrece asistencia psicológica y jurídica, y el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) Bogotá, un refugio que también ofrece apoyo sanitario y asistencia jurídica.
Para números anteriores, por favor consulte la página
https://migrants-refugees.va/es/blog/2020/04/21/covid-19-nadie-debe-ser-olvidado/
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