Navidad de esperanza en el Dispensario Santa Marta
Valentina Giacometti
Desde el 17 de diciembre, día del cumpleaños del Papa Francisco, el Dispensario Pediátrico Santa Marta del Vaticano ha encontrado la manera de llegar a más de 200 familias pobres con niños para la entrega de un paquete navideño que les permitirá vivir estos días festivos, complicados por la emergencia social y sanitaria, más serenamente.
El Dispensario, en resumen, no cierra "por pandemia". Al contrario, se relanza. Más que nunca en Navidad.
Se distribuyeron turrones y pan dulce, pero también bienes de primera necesidad y productos específicos para niños, como pañales y comida para bebés.
Esta acción concreta de solidaridad fue posible gracias al apoyo del Papa, siempre atento a las familias de "su" Dispensario, y de la Pro Infanzia de Roma. Pero, en particular, debido a la generosidad de los atletas y empleados del grupo deportivo Fiamme Gialle que, junto con la Athletica Vaticana, desde hace varios años están verdaderamente al lado de las familias pobres y de los voluntarios que las asisten. Este año no fue posible, debido a la pandemia, organizar las citas fijas con los atletas olímpicos - en el Vaticano y en el Centro Deportivo de Fiamme Gialle en Castelporziano - para el almuerzo (con los campeones cocinando y sirviendo en la mesa) y un sano entretenimiento deportivo.
"Entregamos 475 paquetes navideños al Dispensario Santa Marta y a la Comunità di Sant'Egidio y ofrecimos el almuerzo de Navidad a 70 familias indigentes, encontrándolas personalmente, que nos fueron señaladas por el x Municipio di Ostia" explica el General Vincenzo Parrinello, comandante del grupo deportivo de la Guardia di Finanza. Convencido de que "el estilo deportivo puede ofrecer perspectivas de esperanza" en medio de la pandemia, recuerda que "corresponde a nosotros asegurarnos de salir mejor y sobre todo juntos de la crisis". Y "el corazón de los deportistas -dijo- puede ser decisivo, poniéndose a disposición de los que están en dificultad, también nuestros atletas se convertirán en mejores mujeres y hombres si viven la dimensión del servicio a las personas que necesitan un apoyo e incluso "sólo" una sonrisa".
La alimentación y la ropa, sin perder de vista la "cultura del encuentro", son fundamentales para que las familias más necesitadas puedan afrontar este difícil momento. Llevo en mi corazón el rostro de una joven africana, madre de un niño de dos años y que ahora espera otro niño, que se presentó ante la puerta del Dispensario para pedir, en primer lugar, un poco de esperanza. "Estamos preocupados porque el trabajo es escaso - nos dijo - pero de todos modos queremos celebrar con nuestros hijos en Navidad, tanto como podamos. Sí, con un hermoso árbol y luces porque los niños son un signo de esperanza, son nuestro futuro". Para esa joven madre, los niños en su sencillez saben transmitir amor y nos recuerdan lo necesario que es volver, precisamente, a la niñez en la Navidad para descubrir el profundo significado de la vida en las pequeñas cosas.
También este año los niños asistidos por el Dispensario quisieron enviar sus más cálidos deseos de "feliz cumpleaños" al Papa Francisco, recordando todas las celebraciones vividas en años pasados. Y así le enviaron rosas blancas, acompañadas de una tarjeta con sus abrazos "virtuales". Los niños del Dispensario de Santa Marta, de hecho, han sido durante años los afortunados... "sopladores de velas" con el Papa con motivo de su cumpleaños. Este año, desafortunadamente, la pandemia nos impidió estar físicamente juntos, en el Aula Pablo VI, para celebrar con Francisco. Un momento de particular alegría tan anhelado por las familias que, durante meses, habían esperado estar juntas al menos para Navidad. Pero es precisamente de los niños que proviene el estímulo a confiar en el futuro. A permanecer unidos en la oración.
Y mientras tanto Sor Antonietta Collacchi, responsable del Dispensario, aguarda esperanzada, la reanudación de los servicios en las primeras semanas de enero: "Estamos deseando reabrir nuestras puertas -dice ella- para acoger personalmente a las familias". Un servicio de hospitalidad solidaria que las Hijas de la Caridad llevan a cabo en el Vaticano desde hace 100 años.
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