Cardenal Tagle: Los diáconos están llamados a ser signos vivos de Jesús
Ciudad del Vaticano
A primera hora de la tarde del sábado, 1 de mayo, Solemnidad de San José Obrero, el Cardenal Luis Antonio Tagle presidió la Misa en la que ordenó a 24 diáconos que estudian en el Pontificio Colegio Urbano de Roma, seminario mayor dependiente de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos que él dirige.
Representan la universalidad de la Iglesia
Felicitándolos y agradeciéndoles su respuesta afirmativa a la llamada del Señor, rindió también homenaje al apoyo y a la formación recibida de la familia, de sus diócesis de origen, de sus profesores y de la comunidad del seminario. Los 24 diáconos proceden de Camerún, Benín, Senegal, Nigeria, Tanzania, Uganda, Sudán del Sur, Zimbabue, India, China, Corea del Sur, Indonesia y Papúa Nueva Guinea, y dan "testimonio de la universalidad de la Iglesia y de su misión".
Llamados a ser signos vivos de Jesús
En su homilía, el Cardenal Tagle recordó la constitución Lumen Gentium del Vaticano II, que describe el papel del diácono "al servicio de la liturgia, del Evangelio y de la caridad", y citó a San Policarpo para que "sean misericordiosos, diligentes, caminando según la verdad del Señor, que se hizo servidor de todos". Subrayó que "los diáconos están llamados a ser signos vivos de Jesús, cuyo señorío se expresa en el servicio humilde a todos". Con la gracia de Dios, recuerdan a los cristianos "nuestra llamada común a servir como lo hizo Jesús".
Mostrar al mundo la grandeza del servicio humilde
Recordando la lectura del Evangelio, en la que Jesús dice: "Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes... Yo soy la vid, ustedes los sarmientos... sin mí no pueden hacer nada", el Cardenal Tagle señaló el significado especial que esto tiene hoy para los nuevos diáconos. Dijo que no basta con saber que Jesús vive en nosotros, sino que "debemos elegir vivir y permanecer en él", para poder "llegar a ser como él en el amor y el servicio". Además, animó a los nuevos diáconos a "mostrar al mundo la grandeza del servicio humilde, que es el fruto de vivir en Jesús".
Antes de concluir, los encomendó al cuidado y protección de María, nuestra Madre, y de San José, "ambos humildes servidores, que vivieron por y en Jesús".
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