Livatino es beato. El Papa: "Mártir de la justicia, ejemplo de legalidad para todos"
Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano
La plata cincelada del relicario con la camisa de cuadros azules manchada de sangre ha brillado esta mañana bajo las bóvedas barrocas y doradas de la catedral de Agrigento, donde toda Sicilia ha celebrado la beatificación de uno de sus testimonios de fe más luminosos: Rosario Livatino, el joven juez asesinado por la mafia a los 38 años, al que la Iglesia ha proclamado hoy beato y conmemorará cada 29 de octubre.
El Papa: "Mártir de la justicia y la fe"
El Papa Francisco, al final del Regina Coeli del 9 de mayo, rindió homenaje a este "mártir de la justicia y de la fe": "En su servicio a la comunidad como juez recto, que nunca se dejó corromper, se esforzó por juzgar no para condenar sino para redimir", dijo el Pontífice, asomado a la ventana del Palacio Apostólico. "Su trabajo lo puso siempre bajo la protección de Dios, por eso se convirtió en un testigo del Evangelio hasta su muerte heroica. Que su ejemplo sea para todos, especialmente para los magistrados, un estímulo para ser fieles defensores de la legalidad y la libertad. Aplaudamos al nuevo beato".
Palmas y sábanas blancas para celebrar la beatificación
En la basílica del siglo XII de Agrigento, adornada con palmas, símbolo del martirio, y con un cuadro del magistrado vestido con toga, hubo poca gente presente en la ceremonia, presidida por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Sin embargo, toda una población participó en esta esperada celebración a través de la televisión, Internet o simplemente orando.
Una gran fiesta para la región de Sicilia. Empezando por Canicattì, localidad donde vivía el joven magistrado y donde, en la mañana del 21 de septiembre de 1990, fue asesinado por un comando mafioso que se acercó a su Ford Fiesta en moto y, tras una huida desesperada, lo mató a tiros en medio de una pendiente.
La camisa manchada de sangre
Una escena sangrienta, de la que quedan hoy, después de 31 años, esas manchas de sangre coagulada en la camisa que hasta ahora ha sido un "hallazgo" en los distintos juicios en el Tribunal de Cuentas de Caltanissetta. La Curia de Agrigento ha solicitado y obtenido la custodia temporal de esta especie de reliquia, que permanecerá expuesta para la veneración de los fieles en su relicario de plata, donde son claramente visibles las palabras "Código Penal - Evangelio".
Semeraro: "Livatino murió perdonando"
Estas dos palabras son una síntesis de lo que fueron las pautas de vida y trabajo de Livatino: la justicia y la fe. "Una justicia apoyada en la credibilidad de quienes se gastan por la justicia hasta dar la vida", dijo el cardenal Semeraro en una profunda homilía. Recordando esas tres letras "STB, Sub Tutela Dei", que Livatino "escribía en páginas particulares y a veces sobresalía la señal de la Cruz", el cardenal dijo que "Livatino murió perdonando, como Jesús, a sus asesinos". Es el auténtico valor de sus últimas palabras donde se escucha el eco del lamento de Dios: pueblo mío, qué te he hecho. No es "un reproche", ni "una sentencia de condena", sino "una dolorosa invitación a reflexionar sobre los propios actos, a repensar la propia vida, es decir, a convertirse".
Héroe de la legalidad y mártir de Cristo
Y el testimonio del beato ha provocado muchas conversiones en estos años: "Héroe de la legalidad", ciertamente, pero sobre todo "mártir de Cristo", afirmó Semeraro. Como dijo el Papa Pablo VI: "El hombre contemporáneo escucha con más gusto a los testigos que a los maestros, y si escucha a los maestros es porque son testigos". En este caso, Livatino fue un testigo "creíble": "Su muerte no es sólo el sacrificio de un representante de las instituciones y fue incluso más que el asesinato de un magistrado católico. Es un testigo de la justicia del Reino de Dios que se enfrenta al mal para salvar a las víctimas y a los verdugos", dijo el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
El postulador: "Testimonio de la irreconciliabilidad entre el Evangelio y la Mafia"
Al comienzo del rito, el postulador de la causa de canonización, monseñor Vincenzo Bertolone, arzobispo de Catanzaro-Squillace, recordó la vida del nuevo beato. "Su martirio -dijo- fue y sigue siendo un testimonio de la irreconciliabilidad entre el Evangelio y la Mafia". El "silencio" que se le ha impuesto hoy es "un canto de alabanza" y "honra al poder judicial".
Montenegro: "El grito de Wojtyla sigue siendo pertinente"
Antes de concluir, el cardenal Francesco Montenegro, arzobispo de Agrigento, tomó la palabra y agradeció al Papa haber inscrito a este hijo de la tierra de Sicilia en el registro de los mártires: "Es el primer juez proclamado mártir por la fe profesada y testimoniada hasta el derramamiento de sangre".
"Lo que hemos vivido nos hace responsables de testimoniar con valentía el Evangelio con una vida de fe sencilla y creíble como la del juez Livatino", añadió el cardenal, expresando la esperanza concreta "de que esta tierra nuestra de Sicilia, que desgraciadamente aún sufre por la mentalidad mafiosa, atesore esta lección".
El pensamiento del cardenal Montenegro se dirigió a los "numerosos magistrados, agentes de la ley, políticos y todos aquellos que han sido víctimas de la violencia del hampa, incluidos aquellos a los que se dirigió el grito de San Juan Pablo II". Aquel sentido llamamiento, "Conviértete", que -recordó el cardenal Montenegro- el Pontífice polaco elevó en este mismo día, el 9 de mayo de 1993, bajo el cielo de Agrigento, en el Valle de los Templos, y justo después de encontrarse con los padres del juez Livatino.
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