El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida
Alessandro De Carolis – Ciudad del Vaticano
Tiene solo cinco años de existencia y tres "áreas" de competencia tan grandes como el mundo, resumidas en una palabra: "laicado". El deseo de acoger en un abrazo a hombres y mujeres de toda condición, cultura y origen geográfico, impulsó al Papa Francisco para la creación de esta nueva estructura dentro de la Santa Sede. El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida es el lugar y el observatorio privilegiados para discernir y promover todo lo que pueda dar relieve a la vocación laical en la Iglesia y en el mundo. Un dicasterio en el que trabajan sobre todo laicos, con un presupuesto de misión de dos millones de euros (otorgados en 2021) y que tiene en el corazón -como explica el cardenal Kevin Joseph Farrell, que lo dirige- el bien de la familia con todos sus miembros, no solo los cónyuges, por tanto, también los niños, los jóvenes, los abuelos, las personas con discapacidad, y que anima todo tipo de reflexión -antropológica, moral, filosófica- o de acción -política, económica, ética- que pueda proteger y promover la dignidad de la vida humana.
Creado por el Papa Francisco en agosto de 2016, el dicasterio ha fusionado en una sola institución las competencias relativas a los laicos, la familia y la vida, antes distribuidas en diferentes organismos. ¿Cuál es el hilo conductor que mantiene unidas estas tres realidades?
Yo diría que el elemento común que une estas diversas áreas como un hilo conductor se puede ver en el papel principal de los fieles laicos en la Iglesia: los laicos en primera persona están llamados a formar a otros laicos en la vida cristiana y a asumir una mayor responsabilidad en sus propias parroquias y diócesis. Son los laicos, especialmente los jóvenes, los que están llamados a aportar su contribución creativa y "visionaria" a la Iglesia y a convertirse en misioneros de sus semejantes. Son los laicos casados quienes pueden, mejor que nadie, asumir la responsabilidad de preparar para el matrimonio y acompañar a otras parejas. Son los laicos los que deben estar presentes en el mundo de la política para orientar a los gobiernos a adoptar medidas adecuadas en defensa de la vida, a favor de las familias, de los ancianos, de los jóvenes, de las personas con discapacidades o que experimentan muchas otras formas de fragilidad. Este es también el deseo del Papa para nuestro Dicasterio: ser un organismo de la Santa Sede que promueva a los laicos en todos los ámbitos, civiles y eclesiales, superando las formas estériles de clericalismo o elitismo, que aún subsisten, especialmente en algunos países. El Papa quiere despertar este protagonismo de todos los laicos, de toda condición social.
¿Cómo se articula concretamente el trabajo del dicasterio?
La actividad del Dicasterio en relación con los laicos, como decía, pretende sobre todo promover su vocación y misión en la Iglesia y en el mundo, tanto como individuos como miembros pertenecientes a asociaciones, movimientos y comunidades. Durante su visita al Dicasterio el 30 de octubre de 2017, el Papa Francisco había expresado el deseo de que los laicos trabajen aquí predominantemente y estén al servicio de otros laicos. Por lo tanto, se presta especial atención a la formación de los laicos en todos los niveles. Quisiera decir, a este respecto, que la formación de los laicos anima de manera transversal todo el trabajo del Dicasterio, en el sentido de que es una dimensión presente en todas nuestras actividades. De hecho, todo el trabajo que se realiza con los jóvenes, con las familias, con los movimientos eclesiales, incluye aspectos esenciales de la formación de los laicos: formación en la fe y en la vida espiritual, formación para el apostolado, formación para el testimonio cristiano en la sociedad, en la cultura y en la política.
Por mencionar algunas iniciativas más concretas, tras un estudio sobre el tema junto con todas las Conferencias Episcopales, se organizó una reunión de trabajo bajo el título "Promoción y formación de los fieles laicos. Buenas Prácticas", con la participación de unos 40 representantes de diversas Conferencias Episcopales del mundo, con el objetivo de identificar las mejores iniciativas destinadas a formar a los fieles laicos para que puedan expresar plenamente su vocación y misión bautismal según la diversidad de culturas y tradiciones de cada país. También se buscaron formas de ayudar, apoyar y animar a las diócesis y Conferencias Episcopales que aún no han desarrollado iniciativas de formación más allá de las vinculadas a la preparación sacramental. Siguiendo una propuesta hecha durante esta conferencia, el Dicasterio también creó una página web, llamada laityinvolved.org, que presenta iniciativas y “best practices” de evangelización, formación y promoción de los fieles laicos que ya están en funcionamiento en diversas partes del mundo, que han resultado fructíferas en un país concreto y que pueden proponerse en muchos otros lugares. Se trata, pues, de un instrumento que el Dicasterio quiere poner al servicio de los agentes de pastoral, de los movimientos laicales y de todos aquellos que estén interesados en comprometerse en este campo vital de la formación de los laicos. También quiero añadir que la primera Asamblea Plenaria del Dicasterio, celebrada en 2019, tuvo como tema precisamente: "Los fieles laicos, identidad y misión en el mundo". Durante las jornadas de trabajo de la Plenaria solicitamos la ayuda y la colaboración de nuestros miembros y consultores, que aportaron al Dicasterio una interesante visión de los objetivos a abordar en los próximos años.
Entre los fieles laicos de los que se ocupa el Dicasterio están los numerosos laicos que, en todas las partes del mundo, forman parte de asociaciones. Por lo tanto, el Dicasterio lleva a cabo una considerable cantidad de trabajo en relación con la erección o el reconocimiento de asociaciones de fieles y los movimientos eclesiales internacionales, para la aprobación de sus estatutos, y para el examen de los recursos administrativos relacionados con asuntos de su competencia.
En el ámbito de los laicos hay también dos oficinas particulares, también poco conocidas, pero de gran importancia pastoral: la "Oficina de la Mujer", llamada a profundizar en la reflexión eclesial sobre la identidad y la misión de la mujer en la Iglesia y en la sociedad -preocupación muy presente en el Papa Francisco- y la oficina "Iglesia y Deporte", que se propone ser una especie de "observatorio" del mundo del deporte para suscitar en las iglesias locales una renovada sensibilidad hacia la pastoral de los ambientes deportivos.
Vinculado al amplio mundo de los laicos, un lugar especial lo ocupan los jóvenes. El Dicasterio, en este sentido, se hace intérprete la preocupación de la Iglesia por los jóvenes, promoviendo las iniciativas del Santo Padre en el campo de la pastoral juvenil. En este ámbito, se requiere una gran inversión de energía y trabajo por parte del Dicasterio para la organización de las Jornadas Mundiales de la Juventud.
En el otro gran ámbito de competencia del Dicasterio, el de la Familia y la Vida, se pone en el centro la pastoral de la familia, la protección de su dignidad y su bien, a partir del sacramento del matrimonio; se promueven sus derechos y su responsabilidad en la Iglesia y en la sociedad civil. El Dicasterio promueve conferencias y eventos internacionales sobre la familia. También supervisa las actividades de los institutos, asociaciones, movimientos eclesiales y organizaciones católicas, tanto nacionales como internacionales, cuya finalidad es servir al bien de la familia. También supervisa la profundización de la doctrina sobre la familia y su difusión mediante una catequesis adecuada. Con el deseo de ofrecer instrumentos formativos concretos, favorece los estudios sobre la espiritualidad del matrimonio y de la familia, ofrece directrices para los programas orientados a los novios y a las parejas jóvenes, y apoya a las familias en la formación de los jóvenes en la fe y en la vida eclesial y civil, con especial atención al diálogo intergeneracional, así como a los pobres y a los marginados. Por último, favorece la apertura de las familias a la adopción y acogida de niños y al cuidado de ancianos.
El objetivo del Dicasterio es también apoyar y coordinar todas las iniciativas para la protección de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, teniendo en cuenta las necesidades de la persona en las distintas fases del desarrollo; promover y animar a las organizaciones y asociaciones que ayudan a la mujer y a la familia a acoger y valorar el don de la vida, especialmente en el caso de embarazos difíciles, y a prevenir el recurso al aborto; apoyar los programas e iniciativas destinados a ayudar a las mujeres que han abortado. También es tarea del Dicasterio estudiar y promover la formación de los fieles sobre la base de la doctrina moral católica y del Magisterio de la Iglesia, en lo que respecta a los principales problemas de la biomedicina y del derecho relativo a la vida humana, así como a las ideologías inherentes a la vida humana y a la realidad del género humano.
Su actividad está marcada, en particular, por eventos de gran resonancia a nivel mundial, como las Jornadas de la Juventud y los Encuentros de las Familias. ¿Qué papel desempeña el dicasterio en la promoción y coordinación de estas iniciativas?
La preparación de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) requiere un notable esfuerzo de organización y coordinación entre la Santa Sede, el comité organizador local y las diócesis de cada continente, que se desarrolla prácticamente "en un ciclo continuo", es decir, sin apenas interrupción entre una JMJ y otra. A lo largo de los años, la JMJ se ha convertido en un acontecimiento de resonancia mundial, no solo a nivel eclesial sino también social, especialmente para los países organizadores. En concreto, el Dicasterio se encarga de la preparación de los momentos catequéticos que caracterizan los días previos al encuentro con el Papa, seleccionando a los ponentes y organizando los encuentros por grupos lingüísticos. Por otra parte, la logística del encuentro, que incluye la preparación de los espacios de celebración y reunión y toda la compleja gestión de la recepción, se deja en manos de la diócesis local que acoge la JMJ, pero el Dicasterio también desempeña un importante papel de asistencia al comité local, poniendo a su disposición su larga experiencia acumulada a lo largo de los años en las pasadas ediciones de este evento. Como es sabido, la JMJ internacional suele tener lugar cada tres años, mientras que en las iglesias particulares se celebra anualmente. El objetivo del Dicasterio es hacer de las JMJ un proceso continuo de formación, evangelización y acompañamiento de los jóvenes, para que estas jornadas no se reduzcan a un interludio intenso y emocionante que permanece aislado, pero que no deja huella en la vida concreta de los jóvenes, sino que representan el momento culminante, alegre y festivo, de un proceso gradual y profundo que permite a los jóvenes crecer y madurar, año tras año, dejando en ellos frutos duraderos. En este sentido, precisamente como parte de este "camino continuo" con los jóvenes y para los jóvenes, el Dicasterio está trabajando para sensibilizar a las Conferencias Episcopales para potenciar las JMJ diocesanas con el debido énfasis pastoral, a raíz de la reciente indicación del Papa Francisco, que ha decidido trasladar esta celebración local, tradicionalmente ligada al Domingo de Ramos, al domingo en que cae la Solemnidad de Cristo Rey, a partir de 2021. El subsidio titulado "Orientaciones pastorales para la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en las Iglesias particulares" ya está disponible en varias lenguas en la página web del Dicasterio, e ilustra a los pastores de las iglesias locales sobre la JMJ diocesana, da indicaciones sobre cómo celebrarla y anima a su organización allí donde aún no está prevista.
Al igual que la JMJ, el Encuentro Mundial de las Familias ha cobrado a lo largo de los años tal importancia y trascendencia que ha requerido un largo y laborioso proceso de preparación, también en plena sinergia con la diócesis anfitriona. Al Dicasterio se le confía principalmente la preparación del Congreso Teológico-Pastoral Internacional, que tiene lugar en los primeros días del evento, con la participación de los Obispos encargados de la pastoral familiar y de la vida, de los matrimonios delegados por las Conferencias Episcopales y por las Diócesis, de los expertos, de los representantes de los movimientos y de las asociaciones familiares y, en general, de todas las familias que deseen vivir unas jornadas de formación y de intercambio, en un ambiente de amistad, de fiesta y de oración. El 10º Encuentro Mundial de las Familias del próximo año, que marcará la conclusión del "Año de la Familia Amoris laetitia", será de especial importancia.
¿Qué recursos se utilizan para apoyar un compromiso tan amplio? ¿Y cuáles son los puntos más significativos de su "declaración de misión" específica?
Una parte importante de nuestro trabajo es de carácter pastoral y se realiza en continuo diálogo con los grupos de laicos, y en estrecha colaboración con los responsables de la pastoral familiar y juvenil. Diría, por tanto, que el principal recurso del Dicasterio son precisamente las personas que trabajan en él, porque permiten mantener viva esta red de relaciones, que es vital para nosotros, y, con sus competencias, hacen posible llevar a cabo con eficacia esta tarea de animación, orientación y acompañamiento pastoral. En cuanto a los recursos económicos, el Dicasterio se beneficia de algunas donaciones procedentes de Asociaciones o Fundaciones que apoyan parcialmente nuestras iniciativas, especialmente con motivo de los congresos internacionales que organizamos. Las principales partidas de gastos son las de alquiler, los sueldos de los funcionarios y el resto del personal. El Dicasterio también gestiona un "Fondo de Solidaridad" especial, alimentado por una contribución que pagan los jóvenes al inscribirse en la JMJ. Este fondo se utiliza para ayudar a los jóvenes con menos recursos a pagar el viaje y el alojamiento, para que puedan participar lo más ampliamente posible en la JMJ.
Entre las competencias del Dicasterio está el rico y variado mundo de las asociaciones y movimientos eclesiales. ¿Cuál es el estado de salud de las asociaciones de laicos hoy y cuáles son las perspectivas de futuro, también a la luz de las indicaciones del reciente Sínodo de los Obispos dedicado a los jóvenes?
El mundo del asociacionismo laical es rico y variado, hasta el punto de que es difícil definir genéricamente el estado de salud de realidades tan diferentes entre sí. Hay asociaciones internacionales nacidas antes del Concilio Vaticano II, algunas con una historia centenaria; otras nacieron en el ámbito de las congregaciones religiosas; luego están los movimientos eclesiales, que después del Concilio han tenido un enorme desarrollo. Algunas realidades eclesiales están experimentando el "desconcierto natural", como lo llama el Papa Francisco, que marca el período que sigue a la muerte de sus fundadores. Algunas, tras décadas de gran expansión, están experimentando en los últimos años un cierto descenso en su número, otras son más jóvenes y, por tanto, están en pleno desarrollo. Algunas ya han alcanzado la plena "madurez eclesial", otras todavía tienen que crecer en este aspecto.
En cualquier caso, estas realidades constituyen un gran recurso para la Iglesia y sus métodos de evangelización contribuyen a realizar de diversas maneras el deseo del Papa Francisco de una Iglesia en salida, dirigida a las periferias sociales y existenciales. Los caminos y las etapas de formación que se desarrollan en su ámbito interno los convierten en verdaderos laboratorios en los que los jóvenes, los adultos y los mayores pueden hacer experiencia la fe y testimoniarla en los contextos de la vida cotidiana, el trabajo y el compromiso social.
Es tarea del Dicasterio acompañar a estas realidades en su camino de crecimiento y supervisar que, fieles a su propio carisma, maduren según los criterios de eclesialidad que las distinguen. Es un acompañamiento que el Dicasterio lleva a cabo a través de una densa red de contactos, correspondencia, encuentros anuales sobre temas importantes de la vida de la Iglesia, visitas de los responsables de las realidades asociativas internacionales al Dicasterio o la participación de los Superiores en sus eventos.
En los próximos meses los focos de la Iglesia se centrarán especialmente en la familia, después de que el Papa anunciara el año especial inspirado en Amoris laetitia. ¿Qué tipo de respuesta espera y en qué iniciativas piensa concentrar el compromiso del dicasterio?
El Año "Familia Amoris laetitia", inaugurado por el Santo Padre el 19 de marzo de 2021, solemnidad de San José y quinto aniversario de la publicación de la Exhortación Apostólica, pretende ofrecer una oportunidad de reflexión y profundización para aplicar en la pastoral la riqueza de la Exhortación. La intención es poder llegar a todas las personas y a todas las familias cristianas del mundo, para anunciar lo precioso que es el don del matrimonio y fomentar el protagonismo de las propias familias en la evangelización. Esta intención quisiera traducirse en un renovado impulso pastoral, orientado a ofrecer una preparación matrimonial y un acompañamiento a los matrimonios adecuado a los desafíos de los tiempos, con especial referencia a la educación de los hijos, a la implicación activa de los cónyuges en la Iglesia junto a los sacerdotes, para ayudar a las parejas y a las familias en crisis o que atraviesan dificultades particulares.
El Dicasterio ya ha iniciado varias iniciativas en ese sentido: la publicación mensual de unos vídeos en los que el Santo Padre se detiene sobre los capítulos de Amoris laetitia y con algunas familias de todo el mundo que cuentan su experiencia de vida cotidiana concreta. Justamente la semana pasada se realizó un foro de cuatro días con los responsables de la pastoral familiar de las Conferencias Episcopales, los movimientos y las asociaciones internacionales, para compartir los retos y las estrategias en la aplicación de Amoris laetitia. El cuarto domingo de julio de este año se celebrará la primera Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores, y están previstas otras muchas iniciativas, también de carácter académico, en colaboración con redes de universidades y centros familiares, para promover la cultura del matrimonio y la familia en la sociedad civil. El Año concluirá con la celebración del 10º Encuentro Mundial de las Familias en Roma (22-26 de junio de 2022), cuyo tema es "El amor familiar: vocación y camino de santidad".
Se trata de favorecer el trabajo, en algunos contextos eclesiales ya muy intensos, de las Conferencias Episcopales, las Iglesias locales, los movimientos y las asociaciones familiares, de las academias y las universidades, para compartir contenidos y estrategias pastorales en un espíritu de auténtica comunión eclesial.
En este tiempo de pandemia han tenido un gran eco las campañas que ustedes han promovido para llamar la atención sobre la situación de las personas mayores. ¿Cómo piensan dar continuidad a estas iniciativas para que se conviertan en un compromiso pastoral permanente para toda la Iglesia?
La opción de valorar a los abuelos -como llama el Papa a las personas mayores- no nació con la pandemia ni termina con ella, sino que es un rasgo que distingue al pontificado del Papa Francisco. Nuestro Dicasterio, como indica su mismo estatuto, se dedica específicamente a la pastoral de las personas mayores y estamos pidiendo a todas las realidades eclesiales a crear una oficina específicamente destinada a la pastoral de los mismos. La institución de la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, para la que ya estamos trabajando, va en la misma perspectiva: los mayores son una parte relevante del laicado católico y serán los protagonistas del futuro de la Iglesia.
La pandemia les ha golpeado con especial dureza, sobre todo a aquellos que se han encontrado sin un entorno familiar. A raíz de esta experiencia, nuestras iniciativas se inscriben en el marco de la pastoral familiar, con la intención de fomentar una actitud de acogida por parte de las familias hacia las personas mayores que están más solas.
¿Cómo puede contribuir el reciente motu proprio del Papa sobre el acceso de las mujeres al ministerio instituido del lectorado y del acolitado a mejorar la dignidad y la misión de la mujer en la Iglesia?
La posibilidad de conferir los ministerios de acólito y lector también a las mujeres no resuelve en sí misma la cuestión relativa a las mujeres y su presencia en la Iglesia. Sin embargo, la medida deseada por el Papa Francisco, además de superar una discriminación que no tenía justificación teológica, llama la atención sobre la valoración de las mujeres en la Iglesia no como sustitutas para realizar determinadas tareas, sino como portadoras, ellas mismas, de su propia vocación eclesial, en virtud del bautismo y según los dones que las hacen apóstoles en los contextos eclesiales y no eclesiales en los que viven y trabajan.
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