1921: el retorno de la concordia entre Francia y la Santa Sede
Xavier Sartre – Ciudad del Vaticano
El cardenal Parolin fue condecorado con la Cruz de Comendador de la Legión de Honor en el centenario del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Francia y la Santa Sede en mayo de 1921, tras una interrupción de 17 años. "Esta es la última línea recta de una historia muy larga", comenzó recordando la tumultuosa historia de estas relaciones a principios del siglo XX hasta la Primera Guerra Mundial.
Desde 1921, es "un clima de cordialidad" el que caracteriza las relaciones, prueba de la "estima", "constante en el tiempo e indudablemente recíproca" entre la Santa Sede y la República francesa. También es un enfoque diferente de la Iglesia en Francia hacia el Estado y su laicidad, afirmó el Secretario de Estado, sin querer entrar en más detalles sobre esta cuestión, sino que prefirió insistir en las numerosas "consecuencias que tienen hoy nuestras relaciones": respeto de los derechos humanos, promoción de la paz y la estabilidad, protección de las minorías religiosas y fomento del diálogo interreligioso. Sin olvidar el medio ambiente, el cardenal Parolin recordó que la encíclica Laudato si' había apoyado mucho los esfuerzos de Francia durante la COP 21.
Pero es quizás en Oriente Medio donde la colaboración entre el Vaticano y la diplomacia francesa es más fructífera, ya que Francia y la Santa Sede comparten "el mismo deseo de contribuir a la paz y a la estabilidad en un Oriente Medio multiconfesional, respetuoso de las libertades religiosas y de los derechos fundamentales de la persona". "Cada uno de nosotros, actuando en su propio ámbito de competencia, quiere aportar su contribución a la reconstrucción de los países de la región, duramente probados por la guerra y la violencia, en los que conviven desde hace siglos diversas comunidades religiosas", dijo el cardenal, subrayando el lugar especial que ocupa el Líbano en este contexto. "Básicamente, Francia y la Santa Sede comparten responsabilidades globales en el mundo, aunque las ejerzamos con medios y objetivos diferentes", añadió.
La cuestión de los abusos, tras la publicación del informe de la Comisión Sauvé, no fue ignorada. El cardenal Parolin afirmó que el compromiso de la Iglesia en Francia "será aún más fuerte y decidido, en plena colaboración con las autoridades civiles, respetando la naturaleza, la misión y la estructura sacramental de la Iglesia que le son propias". A esto, el Primer Ministro francés respondió que ahora le corresponde a la Iglesia "encontrar las respuestas necesarias". Pero la separación de la Iglesia y el Estado no es en absoluto la separación de la Iglesia y de la Ley".
Jean Castex, que se había reunido con el Papa Francisco por la mañana, subrayó, no obstante, lo mucho que la Santa Sede se ha negado siempre, desde hace un siglo, a "fomentar, incluso indirectamente, en Francia los gérmenes de odio y de división", recordando también la invitación de León XIII, en 1892, a los católicos franceses a unirse a la República.
Aunque el cardenal Parolin no quiso profundizar en la cuestión del laicismo, remitiéndose a las palabras del papa Francisco, que sueña con "una Europa sólidamente laica, donde Dios y el César sean distintos, pero no opuestos", el jefe del Gobierno francés volvió a tratar el tema con detenimiento, explicando que la ley de 1905 había puesto de hecho fin a siete siglos de galicanismo, restableciendo así la total libertad de la Iglesia. Para Jean Castex, "el laicismo no necesita ningún calificativo. Lejos de ser, como algunos pretenden creer, un medio para excluir la religión del espacio social y del debate público, simplemente delimita los ámbitos de intervención del Estado, por un lado, y de la religión, por otro. No se trata de un conflicto de trascendencia, sino simplemente de devolver a la República lo que pertenece a la República y a Dios lo que pertenece a Dios". También quiso tranquilizar a su interlocutor sobre las consecuencias de la ley en los principios de la República, afirmando que se ha modernizado y reforzado el estatuto de las asociaciones religiosas y diocesanas.
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