Gallagher: reconstruir el multilateralismo con justicia social y responsabilidad
Isabella Piro - Ciudad del Vaticano
"Recuperar la noción de interdependencia y reconstruir el multilateralismo en torno a los ideales de justicia social y responsabilidad mutua entre las naciones y dentro de ellas": esta es la indicación ofrecida por el Arzobispo Gallagher, al intervenir ayer, 5 de octubre, en la 15ª Conferencia Ministerial de la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), celebrada en modo virtual sobre el tema "De la desigualdad y la vulnerabilidad a la prosperidad para todos". Una recomendación muy urgente y necesaria, explicó el prelado, en un contexto mundial en el que la pandemia de Covid-19 "ha provocado la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial". La emergencia sanitaria, de hecho, "ha puesto de manifiesto de forma dramática las fallas y fragilidades existentes en el modelo económico imperante", con repercusiones muy graves para las personas más frágiles y vulnerables.
La extrema desigualdad en el mundo contemporáneo
"La desigualdad extrema ha resurgido como un rasgo prevalente del mundo contemporáneo", continúa el Arzobispo, señalando cómo el cambio tecnológico y la hiperglobalización están llevando a la caída de los salarios de millones de trabajadores y al consiguiente aumento de la pobreza. Entonces, ¿qué se puede hacer? Ante todo, dijo el arzobispo Gallagher, no debemos "desaprovechar las lecciones" aprendidas de la crisis actual, porque ofrece "una oportunidad única para el cambio sostenible" y para el "auténtico desarrollo humano integral", que sólo puede lograrse "cuando todos los miembros de la familia humana están incluidos en la búsqueda del bien común y pueden contribuir a él".
Las finanzas al servicio del bien común
Este objetivo requerirá, sin embargo, señala el secretario de Relaciones con los Estados, "cambios importantes" en varias áreas: por ejemplo, "la redistribución fiscal y el aumento de la progresividad de los programas de impuestos sobre la renta", junto con una "aplicación adecuada del impuesto de sociedades, especialmente de las multinacionales". Igualmente importante será "aspirar a planes de reembolso sustanciales de la deuda pública externa de las economías en desarrollo", para que "la ética vuelva a desempeñar el papel que le corresponde en el mundo de las finanzas y los mercados sirvan a los intereses de los pueblos y al bien común de la humanidad". En tercer lugar, Monseñor Gallagher instó a "reforzar la cooperación internacional y dotar a cada país de los medios adecuados para hacer frente a los retos actuales", lo que "representaría una inversión en la resiliencia del sistema".
Vacunas: se necesita una excepción a la propiedad intelectual
En tiempos de pandemia, también es fundamental la cuestión de la salud y el acceso a los medicamentos y las vacunas, "un ámbito caracterizado por importantes desigualdades". En este sentido, el Arzobispo subraya que la Santa Sede ha apoyado desde el principio "una exención de las normas de propiedad intelectual de la Organización Mundial del Comercio", ya que esto "sería un paso vital y necesario para acabar con la pandemia, permitiendo un acceso adecuado y rápido a las vacunas, diagnósticos y tratamientos para todos los países". Sin embargo, esto "debería ir acompañado de una garantía de intercambio abierto de conocimientos y tecnología en materia de vacunas".
Invertir en la descarbonización económica
Otra sugerencia del prelado se refiere a la "estabilización del clima y la justicia climática": en este sentido, el arzobispo insta a la "necesaria inversión en la descarbonización de nuestras economías, mediante la disponibilidad de fondos suficientes para lograr este objetivo". Es esencial", explicó el arzobispo Gallagher, "encontrar la manera de conciliar la política climática, industrial y social en una perspectiva integral". Al deplorar el "virus" de una "ideología individualista" que en las últimas décadas ha hecho que abunden las nociones de "bien común" y de "sociedad que se preocupa" por el prójimo, el prelado destacó la falta de "confianza y solidaridad" que corroe a la sociedad contemporánea, impidiéndole ser "justa y sana".
Se necesita una nueva ética del bien común
De ahí la esperanza de "una nueva ética del bien común" que "constituya la base de una política capaz tanto de abordar las desigualdades estructurales de nuestro mundo, profundamente dividido y cada vez más frágil, como de liberar el espíritu de ingenio y creatividad humanos" que "se necesita urgentemente" para la reconstrucción social post-pandémica. De hecho, en las últimas décadas, sigue subrayando monseñor Gallagher, la comunidad internacional ha sido "completamente incapaz o, peor aún, no ha querido presentar propuestas globales para aliviar las dificultades de los países y comunidades más pobres". Pero ahora, "en un mundo cada vez más interconectado", el llamamiento global al desarrollo sostenible debe arraigar en "la resistencia sistémica del mundo". Por ello, señala el representante de la Santa Sede, "es hora de recuperar la noción de interdependencia y de reconstruir el multilateralismo en torno a los ideales de justicia social y responsabilidad mutua entre las naciones y dentro de ellas".
Garantizar un futuro resistente y próspero para todos
Sólo así podremos "esperar calibrar la economía mundial" hacia "la estabilidad, la prosperidad compartida y la sostenibilidad medioambiental", garantizando "un futuro resistente y próspero para todos", en el que "se pueda desterrar la división del mundo en zonas de pobreza y abundancia". Lo que se necesita es "un cambio de ritmo significativo y necesario", concluye Monseñor Gallagher, "para reafirmar la centralidad del multilateralismo y relanzar el diálogo sobre reformas reales en el comercio, las finanzas y el desarrollo".
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