Monseñor Gallagher, las esperanzas y el futuro del Líbano
Francesca Sabatinelli - Ciudad del Vaticano
El deseo del pueblo libanés de que el Papa visite pronto su país es fuerte, por lo que, en cuanto las condiciones lo permitan, es concebible un viaje. Esta fue la premisa del Arzobispo Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados, al informar a los Embajadores acreditados ante la Santa Sede sobre los aspectos más importantes del viaje que le llevó al Líbano del 31 de enero al 4 de febrero. "Ya estamos estudiando la posibilidad de una visita, quizás incluso para finales de año", subrayó el Prelado, respondiendo también a las preguntas de los diplomáticos.
Una visita que tocó las realidades del país
La visita al Líbano, explica el Arzobispo, fue una experiencia muy "interesante por la intensidad de los encuentros y excelente desde el punto de vista político-diplomático", por haber podido "tocar las realidades" del país, y por haber visto cómo "todos querían el contacto con la Santa Sede y la Secretaría de Estado", pero también por haber visto claramente cómo en el Líbano, cada uno a partir de su propia perspectiva, es necesario "un verdadero consenso sobre los problemas y las soluciones". Durante la visita, Monseñor Gallagher se reunió, entre otros, con las familias de las víctimas de la explosión del puerto de Beirut (4 de agosto de 2020), que han lanzado llamamientos para que se haga justicia. "Están experimentando un fuerte sentimiento de frustración", dijo, ya que temen que el "proceso sea obstruido". Otro punto muy importante de la realidad libanesa, sobre el que llamó la atención el Prelado, es el grave problema en la vida de los libaneses relacionado con "la liquidez y el acceso a los bancos", que está asociado a la inflación. Además, la presencia de refugiados sirios en el país empieza a ser percibida por muchos libaneses como un peligro para el equilibrio demográfico y económico.
Las elecciones de mayo
El punto clave para la política libanesa sigue siendo la aplicación de los acuerdos de Ta'if (tratado que puso fin a la guerra civil en el país entre 1975 y 1990) y la cuestión del "confesionalismo", que es uno de los pilares de estos acuerdos. Monseñor Gallagher también se detiene en las propuestas de algunas personalidades libanesas, entre ellas el Cardenal Béchara Boutros Raï, Patriarca de Antioquía de los Maronitas, para llegar a una "neutralidad" del Líbano. "Parece que se trata de un elemento esencial para el futuro del Líbano", señala Monseñor Gallagher, para quien, sin embargo, en la región, hablar de "neutralidad será difícil". El próximo paso "indispensable" en las elecciones de mayo podría dar resultados y ayudar a seguir avanzando, teniendo en cuenta, sin embargo, que los problemas del presupuesto podrían afectar al voto de la diáspora libanesa, que, advierte Monseñor Gallagher, no puede ser ignorada, que debe ser considerada como parte activa del país, ya que constituye un importante apoyo económico para las familias que permanecen en el Líbano.
Los retos y las esperanzas de los jóvenes
Después de una referencia al importante papel del ejército en el país, Monseñor Gallagher llega al corazón de una de las principales preocupaciones que expresó, que se refiere a la juventud libanesa. Los testimonios recogidos durante la visita, explica, coinciden en que todos los jóvenes están abandonando el país, incluidos los "jóvenes cristianos maronitas". Pero, por otro lado, si bien hubo "testimonios angustiosos", también hubo "testigos y proyectos de esperanza", como el Centro Juvenil Carlo Acutis de los Padres Lazaristas, que visitó. Por parte de los jóvenes, añadió, no faltan las críticas a la Iglesia libanesa, que se considera "rica en medio de tantos jóvenes pobres", un problema que el Arzobispo Gallagher también abordó en el sínodo maronita. Por último, no faltó una referencia al importante aspecto del diálogo interreligioso, "muy sentido al igual que el diálogo ecuménico", que hace muy fuerte el deseo de "seguir la invitación del Papa del 1 de julio del año pasado" (la Jornada de Oración por el Líbano deseada por Francisco, ed.). En el país, concluye Gallagher, la visita del Papa a Irak "tuvo un gran impacto, especialmente el encuentro con el ayatolá Ali al-Sistani, un factor muy fuerte que fue una fuente de ánimo para todos".
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