Don Gabriel Richi: el sacerdote tiene que vivir con alegría la gracia recibida
Renato Martinez - Ciudad del Vaticano
“Este Simposio tiene por objeto recuperar en la conciencia de la Iglesia la doble participación en el único sacerdocio de Cristo, la participación de todos los fieles cristianos, de todo el pueblo cristiano como pueblo sacerdotal, en virtud de los sacramentos de iniciación cristiana y la participación específica que algunos fieles reciben en virtud del sacramento del Orden para ser servidores de sus hermanos”, lo ha señalado Don Gabriel Richi Alberti, Profesor de eclesiología y Decano de la Facultad de Teología de la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid, España, explicando el objetivo del Simposio por una “Teología Fundamental del Sacerdocio”, que se viene realizando en el Vaticano del 17 al 19 de febrero de 2022.
Recuperar la conciencia que la Iglesia es un pueblo sacerdotal
Don Gabriel Richi señaló que, este Simposio organizado por la Congregación para los Obispos y el Centro de Investigación y Antropología de las Vocaciones, ve reunida gente que participa de todo el mundo: Obispos, sacerdotes, fieles laicos, religiosos, que quieren profundizar en la enseñanza del Concilio Vaticano II sobre el sacerdocio. Asimismo, el Decano de Teología indicó que, este Congreso nace de la conciencia de tener que recuperar qué significa que la Iglesia es un pueblo sacerdotal y que al servicio de este pueblo sacerdotal existe un ministerio específico que nace del sacramento del Orden, qué es lo que llamamos el ministerio presbiteral, ministerio sacerdotal, ministerio ordenado. En cualquier caso, agregó el presbítero, se trata de recuperar una visión fundamental del sacerdocio de Cristo participado por todos los cristianos, en lo que se llama el sacerdocio común y de una manera específica por aquellos que reciben el sacramento del Orden.
¿Cómo han recibido las palabras que el Papa Francisco les ha dirigido en la inauguración del Simposio?
R.- En primer lugar, ha sido una gracia muy grande poder comenzar el Simposio con la presencia del Santo Padre por lo que significa de apoyo y de sostén a esta iniciativa y yo subrayaría, sobre todo, una frase que dijo al principio de su intervención, cuando decía que la vida de un sacerdote es sobre todo la historia de salvación de un bautizado. A mí me parece que con estas palabras el Santo Padre nos condujo a reconocer la unidad profunda que existe entre el sacerdocio común y el sacerdocio ministerial en la Iglesia y a reconocer que los presbíteros son hermanos entre los hermanos, unos hermanos llamados, en virtud del sacramento del Orden, a realizar un ministerio de padre con sus hermanos.
¿Cuál es el significado que da el Concilio Vaticano II para la renovación sacerdotal de nuestra época?
R.- Mi intervención estaba referida a los ejes fundamentales de la enseñanza del Concilio Vaticano II para la renovación de una teología fundamental del sacerdocio. En este sentido, he querido desarrollar cuatro aspectos fundamentales: el primero, la unicidad de la mediación de Jesucristo; en segundo lugar, cómo dicha mediación permanece en la historia al servicio de la misión de la Iglesia, el cómo de esta permanencia; en tercer lugar, es precisamente describir la doble modalidad de participar en el sacerdocio de Cristo a través de la iniciación cristiana, que nos constituye como pueblo sacerdotal, el sacerdocio común y de entre los fieles a través del sacerdocio ministerial, en virtud del sacramento del Orden como un ministerio al servicio de toda la Iglesia. Estos son un poco los ejes fundamentales del sacerdocio de Cristo qué es el ofrecimiento de la salvación a la libertad de los hombres que permanece en la historia y en la Iglesia como sacramento universal de salvación, que está garantizada por el sacramento del Orden.
En muchos lugares del mundo se verifica la disminución de las vocaciones sacerdotales, ¿cómo podemos hacer para atraer a los jóvenes al sacerdocio, para atraer nuevas vocaciones para el ministerio sacerdotal?
R.- En primer lugar, lo más importante es comprender que quién llama es el Señor y llama a través de la Iglesia. En este sentido, hay que tener una confianza verdaderamente absoluta en la providencia del Señor que nunca dejará a la Iglesia sin los sacerdotes necesarios para cumplir su misión. Por lo tanto, hay que confiar en Él, pedirle que suscite estas vacaciones, pedirle que abra el corazón de los cristianos para que puedan responder y pedir también a todos aquellos que hemos sido llamados a vivir este ministerio el testimonio una vida agradecida, una vida llena de alegría por el don recibido y por poder entregar la propia existencia en favor de todos. Creo que lo más importante, tomando también las palabras del Santo Padre que nos habla de la alegría del Evangelio, es ser conscientes de la inmensa gracia que hemos recibido con el don de la fe y vivir con gozo y agradecidos por este don que hemos recibido.
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