Piacenza: "La reconciliación, sacramento de alegría y misericordia"
Giancarlo La Vella - Ciudad del Vaticano
Del 21 al 25 de marzo, en el Palacio de la Cancillería del Vaticano, tiene lugar el Curso sobre el Foro Interno, que este año celebra su XXXII edición. El evento anual está organizado y promovido por la Penitenciaría Apostólica, que desea ofrecer a los nuevos sacerdotes y candidatos a las Órdenes Sagradas una oportunidad de reflexión y profundización sobre el sacramento de la Penitencia.
El curso contará con 800 participantes, 250 presenciales y 550 a través de conexión a distancia, en cumplimiento de la normativa sanitaria vigente.
Se tratarán temas morales y canónicos, ofreciendo también una amplia actualización sobre la disciplina penitencial, sobre la correcta administración del sacramento de la Penitencia y sobre las funciones y competencias específicas del Tribunal de la Misericordia que es la Penitenciaría Apostólica.
Conclusión con el Papa
El Curso concluirá, como ya es habitual, con la Celebración Penitencial presidida por el Santo Padre en la Basílica Vaticana a las 17 horas del 25 de marzo. Para la ocasión, 80 sacerdotes puestos a disposición por la Penitenciaría Apostólica estarán disponibles para escuchar las confesiones de los fieles. Durante la celebración el Papa Francisco escuchará las confesiones de los fieles y consagrará solemnemente -según anunció la Oficina de Prensa del Vaticano- a Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María.
La belleza del sacramento de la penitencia
El curso fue inaugurado por el Lectio magistralis de la Penitenciaría Mayor, el cardenal Mauro Piacenza. "El sacramento de la Reconciliación, sacramento de la curación, es también por excelencia el sacramento de la alegría; alegría natural y alegría sobrenatural, alegría humana y alegría cristiana". Con estas palabras comenzó su discurso el cardenal para luego precisar que la Reconciliación no debe confundirse "con el cese o la eliminación del sentimiento psicológico de culpa".
El estado de ánimo de sentirse perdonado, que es el sentido de la alegría cristiana, nace, pues, exclusivamente de la fe. Piacenza afirma: "De ello se desprende que la experiencia de alegría que surge de la absolución de los pecados será tanto más intensa cuanto más profunda y auténtica sea la fe".
Reconciliación y nueva evangelización
En el sacramento de la Reconciliación confluyen el trabajo del penitente y el del confesor, subraya el purpurado, ya que "el penitente se levanta y el confesor se alegra por la obra maravillosa de Dios".
"De ello se desprende -añade- que podemos decir realmente que una auténtica nueva evangelización comienza en el confesionario, es decir, a partir del redescubrimiento del sentido del pecado, del reconocimiento humilde y realista de la propia limitación y de la consiguiente disposición a pedir humildemente el perdón, para ser reconstruido en Cristo". Y, por tanto, "la Misericordia divina, ofrecida y aceptada, es una síntesis luminosa de la obra salvífica realizada por Cristo Señor", que acoge de nuevo a su criatura, ya afectada por el pecado original y los pecados personales cometidos".
Por tanto, se deduce que la confesión es el sacramento de la curación, al que el cardenal Piacenza afirma que todo sacerdote debe acudir con frecuencia y constancia. "Junto con la celebración de la Eucaristía -concluye-, la Reconciliación sacramental es y sigue siendo la principal tarea confiada a los sacerdotes con la imposición de las manos".
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