Czerny en Ucrania: “Todos somos pobres frente a esta guerra"
Vatican News
El Cardenal Michael Czerny, prefecto ad interim del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral y enviado por el Papa a Hungría y Ucrania para ayudar, cruzó la frontera a última hora de la tarde del miércoles 9 de marzo. Le acompañaban dos sacerdotes dedicados a la atención pastoral de los migrantes y el eparca greco-católico de Nyíregyháza, Ábel Szocksa, quien puso su coche a disposición para ir “al otro lado”, a Beregove, un pueblo de Transcarpacia que se salvó de las bombas, pero que se ha convertido en uno de los principales puntos de encuentro de los refugiados.
Reporte en idioma italiano de Salvatore Cernuzio, enviado especial de Vatican News.
Una doble respuesta de caridad
“Todos somos pobres frente a esta guerra”, comenzó diciendo el cardenal Czerny, a quien los presentes pidieron que agradeciera al Papa su visita y por “haber hecho sonar la campana de la pequeña Ucrania en el Vaticano”. El purpurado explicó que hay dos personas que llegaron al país sitiado: él y el Cardenal Krajewski. “Es una doble respuesta, una de caridad inmediata y otra de desarrollo humano integral a largo plazo. Un compromiso que durará siglos”, sostuvo.
“Sería triste responder a la emergencia y luego volver a la vida pobre y desarticulada que tantos viven y sufren en este mundo”, añadió el cardenal, "después de esta pesadilla no queremos volver a lo de antes, sino salir mejor como seres humanos”. Czerny también reiteró la voluntad del Papa de “hacer todo lo posible” por la paz: “Si tienen alguna idea de lo que se puede hacer, no duden en hacer una sugerencia". A continuación, el jefe del Dicasterio fue presentado con algunos de los refugiados acogidos en el internado. Entre ellos estaba Glib, de 14 años, que había huido de Kiev con su madre y sus hermanas. “¿Dónde quieres ir?”. “No sé, solo quiero ir a casa”.
La fraternidad para ayudar a quien sufre
A pocos metros del centro de la ciudad, donde la vida parece fluir con normalidad, el coche con el cardenal se detuvo frente a un internado blanco aún en construcción. Se suponía que era una residencia para estudiantes, ahora se ha convertido en un refugio.
El nombre era largo y complejo, pero bien podría haberse llamado Fratelli tutti (“Hermanos todos”), ya que reúne los esfuerzos de católicos, greco-católicos, católicos romanos, protestantes y reformados. “No hay distinción, ahora todos somos el buen samaritano llamado a ayudar al prójimo. Nos hemos dado cuenta de que si no cooperamos, no podemos dar una ayuda real a los que sufren”, explicó el eparca Nil Luschschak, mientras sentaba a la mesa a los representantes de las distintas confesiones.
Cada uno de ellos relató al emisario del Papa la experiencia de acoger a personas huidas, luego el encuentro con el drama de las familias rotas por la muerte o la separación de un familiar, o el pesar de algunos soldados rusos que creían participar en una rápida "operación militar" y se encontraron en medio de una guerra. “Es un genocidio", dijo casi en un susurro el obispo de rito latino Péter Miklós Lucsok, refiriéndose a las víctimas. “Para nuestro pueblo es un Vía Crucis y muchos están dispuestos a ir al Gólgota. Los ucranianos no huyen, no se rinden, queremos defender los valores de la libertad, la verdad, la dignidad humana”.
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