Nadie está excluido: El futuro empieza hoy con los migrantes y refugiados
Paolo Ondarza - Ciudad del Vaticano
"Construir el futuro es un imperativo que se declina en la primera persona del plural": Un deber, un compromiso moral de todos. Este pensamiento del padre Fabio Baggio, subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, responsable de la Sección de Migrantes y Refugiados y Proyectos Especiales, resume el sentido de las diversas intervenciones que se sucedieron durante la rueda de prensa de presentación del mensaje de Francisco para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que se celebrará el domingo 25 de septiembre de 2022, sobre el tema "Construir el futuro con los migrantes y refugiados".
La mirada y la dignidad
En la Oficina de Prensa de la Santa Sede también tomaron la palabra Pascale Debbané, oficial de origen libanés de la Sección de Migrantes y Refugiados, y el cardenal Francesco Montenegro, arzobispo emérito de Agrigento y miembro del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Partiendo de su experiencia en Lampedusa, en contacto directo con las tragedias del mar, el cardenal remarcó cómo sólo el principio de fraternidad invocado por Francisco puede ayudarnos a enfrentar los dramas que sacuden al mundo entero: "Mirar a los ojos de las mujeres, los hombres y los niños, miles que llegan por medios improvisados, significa comprender su dignidad, incluso antes que su pertenencia a un país o a una religión".
Una lógica inclusiva
Los jóvenes son un ejemplo de ello. Porque para ellos- señaló Montenegro, "es natural que romper las barreras. Sienten el futuro como su hogar". De ahí la invitación a confiar más en "su instinto para construir caminos de integración entre todos los pueblos de la tierra". La lógica es inclusiva y abarca a todos, incluso a los que habitan en las periferias existenciales. Inclusiva es también la historia de la salvación: "Todos estamos llamados a entrar en la Morada Eterna". "El Papa -subrayó el cardenal- nos invita a pasar de la simple aceptación a la visión evangélica de la fraternidad universal en la que el otro -y en particular el pobre- es el hermano con el que estoy llamado a caminar".
Más allá de los prejuicios
Que la diversidad cultural, religiosa o social es una gran oportunidad para que todos crezcan fue la idea reslatada por Pascale Debanné, que compartió su experiencia como emigrante en Canadá: la cálida acogida que recibió allí, el sentimiento de culpa por haber dejado su país de origen, la difícil y dolorosa integración que maduró gracias a la mediación de una figura fundamental, una profesora perteneciente a otra religión. "Su empatía hacia mí -reveló- me hizo experimentar la amabilidad y superó los límites de los prejuicios. La amabilidad humana que recibí entonces", confiesa, "desempeñó un papel fundamental para ayudarme a sanar y comprender la fraternidad".
Creciendo en humanidad
Esa experiencia anima hoy el compromiso de Pascale Debanné de ayudar a "construir el futuro de otros emigrantes y refugiados, para que se realice el plan de Dios para el mundo y llegue su Reino de justicia, fraternidad y paz". El padre Baggio también destacó que el encuentro y el conocimiento mutuo hacen crecer en humanidad y abren la mente a nuevas visiones y perspectivas. "Construir un futuro que responda cada vez más al proyecto de Dios, un futuro de paz", señaló, es según el Papa Francisco un compromiso común "en un mundo profundamente marcado por la crisis pandémica y por las antiguas y nuevas emergencias humanitarias".
Migrantes y catolicidad
El futuro debe construirse con los migrantes y los refugiados, los descartados y los marginados. La historia nos enseña que su contribución ha sido fundamental para el crecimiento social y económico de las sociedades. En concreto, los emigrantes y refugiados católicos -observó el subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral- son "una verdadera bendición para las Iglesias locales", porque "permiten vivir más plenamente la catolicidad" y hacen más bella la experiencia comunitaria con sus expresiones de fe y devoción.
El futuro es ahora
El mensaje es claro: nadie está excluido. La inclusión es, en efecto, conditio sine qua non para construir el Reino que Dios quiere, según el padre Baggio. "No hay tiempo que perder", advierte: el futuro empieza hoy, a partir de cada uno de nosotros "si realmente queremos que se realice el plan de Dios para el mundo".
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