Una antigua escuela de artes y oficios en el Vaticano que genera nuevos talentos
Paolo Ondarza - Ciudad del Vaticano
Alegría, emoción y muchas ganas de aprender de la historia. Con estas sensaciones comenzó hace unos días en el Vaticano para 20 jóvenes de varias partes del mundo, el primer año didáctico de la Escuela de Artes y Oficios de la Fábrica de San Pedro, promovida por ésta en colaboración con la Fondazione Fratelli Tutti.
Teoría, teología y práctica artística
Hay tres cursos, dirigidos respectivamente a canteros y marmolistas, yeseros y decoradores, y carpinteros. "La Escuela - explica a Vatican News el padre Francesco Occhetta, secretario general de la Fundación Fratelli tutti - "tiene la voluntad de entrelazar los conocimientos teóricos, que son los que hay que estudiar para comprender la historia, la función de los materiales, el desarrollo del arte y la arquitectura, con un enfoque teológico".
El plan de estudios incluye 200 horas de estudio teórico, con nociones de teología también, y 400 horas de taller: "Los trabajadores de la Fábrica de San Pedro transmitirán los conocimientos a los alumnos".
Una comunidad
Las primeras clases comenzaron el martes 17 de enero en las aulas especialmente habilitadas en los locales del Palazzo della Canonica. "Los participantes -continúa el sacerdote- tienen entre 20 y 25 años y proceden de todo el mundo, jóvenes llenos de vida. Muchos son ya hijos de artesanos. Son conscientes del valor de la oportunidad que les brinda la Basílica de San Pedro, la Fábrica de San Pedro, y están muy contentos de empezar. Emprenden este viaje con la alegría y la fuerza típicas de los jóvenes de su edad. Estaremos con ellos: de hecho, está con ellos una persona de la Fundación Fratelli tutti, que también les acompañará para construir una dimensión comunitaria. Este enfoque holístico de la formación es un poco el deseo que tenemos y que ellos han acogido".
Un soplo de aire fresco
Estos jóvenes vivirán durante seis meses en el corazón del Vaticano, aportando un soplo de juventud: "Irán a comer al comedor vaticano todos los días. Será una presencia muy agradable para los empleados de la Gobernación o de la Secretaría de Estado. Dentro del Estado, estos jóvenes se moverán con las togas de la fábrica de San Pedro que los distinguirán entre las numerosas personalidades que viven en el Vaticano. Traerán tanta vida".
Generar competencia
La Escuela de Artes y Oficios puede considerarse, según el padre Occhetta, como "un acto generativo y generador que la Fábrica de San Pedro, presidida por el cardenal Mauro Gambetti, ha querido proponer, recuperando una antigua tradición nacida en el siglo XVIII, en la que los obreros de la Basílica transmitían sus conocimientos a los jóvenes". La idea es recuperar la imagen del antiguo taller artesanal donde una generación transmitía tradiciones y habilidades a la siguiente.
Los maestros Sanpietrini
"Para los profesores - prosigue el secretario general de la Fundación Fratelli tutti - se ha optado por implicar al mayor número posible de personas que, ante todo, tienen competencias y viven su misión en el seno de la Fábrica de San Pedro. Varios "Sanpietrini" muy buenos y especialmente aptos para la enseñanza se han puesto a disposición. Además, contamos con otros recursos de la Fábrica de San Pedro, como nuestros arquitectos, el profesor Pietro Zander, encargado de la necrópolis, la doctora Assunta Di Sante, que trabaja en los archivos: estudiosos expertos en la historia de la basílica, su arquitectura y sus obras de arte. Por último, hemos pedido, cuando ha sido necesario, a profesores de universidades italianas y extranjeras que nos echen una mano para ofrecer cursos".
Una escuela abierta al mundo
La Escuela de Artes y Oficios es también expresión de una Iglesia en salida: tantos conocimientos acumulados a lo largo de los siglos por los artesanos del Vaticano no se guardan como un celoso tesoro, sino que se ponen a disposición de jóvenes de Italia, Perú, Alemania y Bielorrusia. "El cardenal Gambetti -cuenta Occhetta-, al presentar esta iniciativa, escribió a todos los nuncios para anunciar que la escuela estaba destinada a todos los países, especialmente a los más pobres.
Además, la escuela es completamente gratuita, siguiendo la tradición de siglos pasados: "Lo hacemos de buen grado, los costes son asequibles y sostenibles, también tenemos la posibilidad de contar con compañeros de viaje que nos ayuden a sostener este proyecto. Intentamos poner a disposición el don que hemos recibido en nombre de la generatividad. No sólo queremos ofrecer a los jóvenes competencias manuales o intelectuales. Nuestro deseo es construir con ellos una comunidad pensante, una comunidad educadora, donde más que la dimensión de la enseñanza, vista como un llenar vasijas vacías, exista el deseo de hacer brotar de los chicos, a través de la educación, aquellos valores que servirán para vivir en el futuro, cualificados gracias a una experiencia que sólo se puede tener una vez en la vida en un lugar tan maravilloso como la Basílica de San Pedro".
Hacia el futuro
Aún es pronto para definir cuáles serán las salidas profesionales: la escuela acaba de empezar y está en fase experimental. "Ciertamente, la Basílica de San Pedro expedirá un certificado con la posibilidad de un reconocimiento público de la escuela. Los estudiantes entrarán en el mundo laboral y también en el mercado con este gran crédito. Y entonces... ¡una cosa lleva a la otra! Si hay jóvenes particularmente buenos que se distinguen, concluye el padre Occhetta, no podemos negar que se les dará la oportunidad de ponerse al servicio de la Basílica en el futuro".
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