Krajewski y Benedicto XVI, un vínculo de respeto y dulzura
Benedetta Capelli, Ciudad del Vaticano
Es el 19 de abril de 2005, el mundo mira a la Logia de las Bendiciones para conocer al nuevo Papa. El humo blanco de la Capilla Sixtina anuncia la elección de los cardenales que, en la cuarta votación, han elegido al sucesor de Juan Pablo II. Las imágenes muestran el momento en que se abren los ventanales y al cardenal protodiácono Jorge Medina Estévez pronunciando el nombre de Joseph Ratzinger, el Papa Benedicto XVI. En la logia, uno de los maestros de ceremonias papales sostiene la cruz en sus manos. Es el futuro cardenal Konrad Krajewski.
"Fue un momento muy fuerte de mi vida -cuenta el Limosnero-, estaba en el apartamento del Papa cuando murió Juan Pablo II, uno de los momentos más difíciles e intensos". Krajeswki recuerda la preparación del Cónclave, poniéndose a disposición de los cardenales, y la preparación del funeral del Pontífice. Fue especialmente apreciado por su compromiso y dedicación en la preparación de la Misa celebrada en Łódz, ciudad natal del cardenal, durante el tercer viaje de Juan Pablo II a Polonia en 1987. En aquella época, Krajewski era un simple seminarista.
Junto al Papa Benedicto en la Logia de las Bendiciones
Con el corazón compungido por la pérdida de su amado Papa, se puso a disposición de monseñor Piero Marini, maestro de las celebraciones litúrgicas. "Cuando se eligió al cardenal Ratzinger, allí en la Capilla Sixtina, monseñor Marini me dijo que tenía que llevar la cruz procesional delante del Santo Padre. Cuando abran las cortinas -añadió-, saldrás tú primero y luego el Papa con el maestro". Krajewski sonríe al recordar ese momento, porque recuerda la emoción de ver la Plaza de San Pedro abarrotada de gente. "A continuación, el Santo Padre dirigió a todos las palabras que conocemos. Seguí los ocho años de su pontificado como maestro de ceremonias. Hice muchos viajes, todas las celebraciones en Roma, en Italia".
Gentil y sencillo
Hay varios aspectos de la personalidad del Papa emérito que siguen impresionando al cardenal Krajewski. "Lo que recuerdo -afirma- es su enorme gentileza, su sencillez. Éramos jóvenes, yo tenía 17 años menos que él, pero el Santo Padre nunca nos trató de "tu", era muy cordial. Se interesó por mi nombre Konrad, que es más un nombre alemán que polaco, y cuando murió mi madre me preguntó cómo había sucedido, qué edad tenía. Era muy, muy sencillo, muy familiar, muy delicado". Rasgos que muchos, en estos días de luto, han confirmado. "Llevo esta imagen de su pontificado. Era un gran teólogo, un profesor, con un estilo diferente al de Juan Pablo II, pero era tan cordial, tan abierto con todos nosotros, muy atento incluso con nosotros, sus 'simples ceremonieros'". El Limosnero recuerda el estado de ánimo de aquellos días, el dolor por el Papa Wojtyla, "el corazón roto", pero también un nuevo Pontífice que estaba a punto de escribir otras páginas de la historia de la Iglesia. "Ahora vuelvo a estar en luto -concluye el cardenal-, pero doy gracias al Señor por este gran pontificado porque somos verdaderamente dichosos de tener estos últimos papas que son verdaderamente santos, que nos guían con claridad y sobre todo con la santidad de sus vidas. Rezo mucho por Benedicto y por la Iglesia".
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