Zenari: Socorrer a los pobres, más allá de las divisiones
Salvatore Cernuzio – Vatican News
El miedo de los supervivientes, el escenario de muerte y devastación, el drama de las sanciones que obstaculizan la ayuda. Entonces, el grito desesperado de la gente: "Después de las bombas, ¿por qué esto?". El cardenal Mario Zenari, nuncio apostólico en Siria, llegó ayer por la mañana a Alepo, sacudida por el terrible terremoto que ha devastado zonas enteras del norte de Siria y del sudeste de Turquía.
El cardenal partió de Damasco: "400 km en coche. Llegué tarde...", dijo a los medios de comunicación del Vaticano que lo localizaron llamando a un número provisorio. La línea va y viene.
Eminencia, ¿qué escenario encontró ante sus ojos cuando llegó a Alepo?
“Nada más entrar, vi la gran mezquita con los cuatro minaretes derrumbados. Luego la iglesia de los franciscanos y allí también, cornisas caídas, grietas y demás. He visto a gente fuera de sus casas, me dicen que muchos se han refugiado en nuestros círculos religiosos. Viven, duermen y comen en comunidades cristianas y católicas. Algunos tienen hasta 500...".
¿Qué escena o historia le impresionó más?
“Hablé con un obispo emérito que verdaderamente se salvó por milagro. Vivía en un piso y lo acompañaba un secretario, un sacerdote de unos 50 años. La parte donde vivía el obispo permaneció en pie, la otra se derrumbó. Vi los escombros con mis propios ojos, el sacerdote murió ahí debajo... Las estructuras son inseguras y ya estaban dañadas por los años de guerra”.
Para la población siria, aplastada por más de una década de guerra, ¿qué significa ahora la tragedia del terremoto?
“Como todo el mundo sabe, Alepo es considerada una ‘ciudad mártir’. Todavía recuerdo diciembre del 2016, cuando nevaba copiosamente, como ahora, y miles de personas tuvieron que huir de la sangrienta batalla”. Ahora estas mismas personas se preguntan: “¿Por qué nos ha pasado también esto?".
Son también los sacerdotes, los religiosos, los que se hacen esta pregunta:
“Preguntas difíciles de responder... Por cierto, toda Siria estaba ya bajo lo que yo llamo la ‘otra bomba’, la bomba de la pobreza. El 90% de la población, según las estadísticas de la ONU, vive por debajo del umbral de pobreza. Así que primero las bombas de verdad, luego todo tipo de armas usadas, la pobreza, ahora el gran terremoto”.
A esto se añade un drama dentro de otro drama, que es el de las sanciones que, según informes locales, impiden el paso de las ayudas...
“Quiero esperar que haya algo de sentido común y humanidad. En primer lugar, a nivel nacional: por desgracia, la guerra no ha terminado, pero me gustaría que dejáramos a un lado el conflicto y la animosidad y miráramos a esta pobre gente con sentido de la humanidad”.
¿Qué puede hacer ahora la Iglesia?
“La Iglesia en Siria ya estaba implicada en el ámbito humanitario. El año pasado, la Iglesia católica celebró una conferencia sobre ‘La casa eclesiástica de la caridad, la sinodalidad y la coordinación’. Hace un par de meses, la asamblea de obispos católicos creó una comisión episcopal para un ejercicio más coordinado de la caridad. Así que se está trabajando a toda máquina en este campo y se están haciendo esfuerzos para adquirir más experiencia y conocimientos profesionales”.
¿Cuánto tiempo permanecerá en Alepo?
“Hasta el jueves (9 de febrero, ndr). Tengo que visitar lugares y comunidades, además de, como ya he dicho, coordinar la ayuda”.
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