Caccia: Contrarrestar el racismo con la cultura del encuentro y la solidaridad
Tiziana Campisi - Ciudad del Vaticano
La Santa Sede condena firmemente el racismo y la discriminación y expresa su preocupación, en particular, por los prejuicios raciales dirigidos "contra migrantes y refugiados". Así lo afirmó monseñor Gabriele Caccia, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, al intervenir en el Palacio de Cristal de Nueva York en la Reunión Conmemorativa con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, cada 21 de marzo. Caccia pidió un cambio de "actitud hacia los migrantes y refugiados" y, como ha indicado en repetidas ocasiones el Papa Francisco, alejarse de las "actitudes defensivas y del miedo" y dirigirse en cambio hacia "una cultura del encuentro, la única capaz de construir un mundo mejor, más justo y más fraterno".
Apasionarse por el encuentro con el otro
A continuación, monseñor Caccia señaló cómo el racismo sigue resurgiendo hoy en día, "a pesar de los esfuerzos de la comunidad internacional" por erradicarlo. "Los casos de racismo siguen asolando nuestras sociedades -señaló el Observador Permanente- provocando lo que el Papa Francisco llama 'una crisis de las relaciones humanas'". Caccia subrayó entonces que el racismo puede manifestarse "en acciones discriminatorias basadas en la falsa suposición de superioridad racial" y que cuando es flagrante "los gobiernos están llamados a promulgar leyes" para condenarlo, añadiendo que el "prejuicio racial" está también "en aquellas desigualdades que se fomentan y se utilizan a veces incluso a nivel institucional, para desfavorecer y perjudicar a determinadas personas sólo por razón de su raza", invitando a contrarrestarlo con la "cultura del encuentro, de la solidaridad y de la auténtica fraternidad humana", que no es "simplemente convivir y tolerarse", aclaró a continuación, sino, como señala el Papa en Fratelli tutti, apasionarse por el encuentro con el otro, buscar puntos de encuentro, tender puentes, proyectar un proyecto que incluya a todos.
Cada persona tiene su dignidad
La cultura del encuentro es posible reconociendo la unicidad de cada persona y su "inestimable contribución" en la sociedad, señaló a continuación monseñor Caccia, quien subrayó que cada persona posee una riqueza particular, arraigada en su "dignidad intrínseca e independientemente de su raza". "Sólo el reconocimiento de la dignidad humana puede hacer posible el crecimiento común y personal de cada uno y de cada sociedad", fue la conclusión del Observador Permanente, que reclamó "condiciones de igualdad de oportunidades para hombres y mujeres" e "igualdad objetiva entre todos los seres humanos".
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