Parolin: Las crisis actuales necesitan respuestas globales y fraternas

Alessandro De Carolis - Ciudad del Vaticano

En un mundo y una época divididos por graves laceraciones, es fuerte la tentación de refugiarse "en la esfera de lo privado" dando la espalda a las crisis. Es un riesgo que también puede correr la política, empujada a centrarse en intereses privados circunscritos en lugar del esfuerzo que supone la visión de un bien común amplio, que incluya también la salvaguardia de quienes nunca entran en las decisiones, los marginados de todo tipo. Y, sin embargo, hay dos factores que pueden apuntar hacia una mayor cohesión e integración, en los que el Papa insiste mucho: la "amistad social" y la "cultura del encuentro".

Los llamamientos genéricos a la paz no bastan

El cardenal Pietro Parolin centra su discurso en la apertura del encuentro de dos días organizado por la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice con motivo del 30 aniversario de su fundación en estos dos valores tan queridos por Francisco. El Secretario de Estado intervino en la Sala Clementina antes de la audiencia de los participantes con el Papa Francisco, centrándose en el término "comunidad" contenido en el título del encuentro "Memoria para construir el futuro: pensar y actuar en términos de comunidad". "A estas alturas está claro para todos -observa- que los problemas, la búsqueda de soluciones y las expectativas de muchos de nuestros hermanos y hermanas tienen una dimensión global y requieren respuestas igualmente globales". Por eso, prosigue, "para trabajar juntos por el bien de la comunidad, no bastan las apelaciones genéricas a la paz o al crecimiento económico o al bien del medio ambiente".

Los dos valores

La "noción de bien común" debe ser comprendida, indica el cardenal Parolin, para evitar políticas o actividades que promuevan soluciones "particulares", ya que éstas "pueden crear exclusión o resultar oportunidades perdidas para todos". Y aquí la amistad social y la cultura del encuentro, sostiene el Secretario de Estado, ofrecen un punto de vista útil para alcanzar un bien común concreto, porque ambas son características "de una sociedad abierta y orientada al futuro". La amistad social porque, explica, es por naturaleza inclusiva y ayuda a planificar actividades "no limitadas a la propia comunidad o país". La cultura del encuentro porque, lejos de estimular "actos esporádicos de caridad" que engañan creyendo que eliminan la discriminación, es en cambio una "forma de vida" que sabe respetar verdaderamente la dignidad y la libertad de todos.

La plenitud de todos

Si en la Centesimus Annus de Juan Pablo II, publicada en 1991, el Magisterio atribuía "gran importancia a valores como la democracia y la libertad" en aquel momento de la historia, hoy -señala el cardenal Parolin- el escenario actual encuentra eco en la reflexión desarrollada por Francisco en Fratelli tutti, en la que afirma que palabras como democracia, libertad, justicia o unidad "han sido dobladas y moldeadas para servir como instrumentos de dominación, como etiquetas sin sentido", buenas para cualquier acción. El debilitamiento del "complejo de valores" con el que deben medirse hoy los responsables políticos o económicos exige, añade el Secretario de Estado, "un atento discernimiento para salvaguardar los intereses generales". En el fondo, concluye el cardenal Parolin, se trata de una cuestión de "responsabilidad" que orienta las decisiones, y los recursos, hacia "la plena realización de todos los seres humanos, de su crecimiento y aspiraciones, sobre la base de su dignidad e identidad".