Comastri: En la Plaza de San Pedro para implorar la ayuda de María
Eugenio Bonanata - Ciudad del Vaticano
Una nueva cita con el Rosario y la procesión, hoy sábado 28 de octubre, a partir de las 21 horas en la Plaza de San Pedro. Es el último de los cuatro momentos litúrgicos vespertinos del calendario organizado por la Basílica Vaticana para coincidir con los trabajos del Sínodo. Presidirá la oración el cardenal Angelo Comastri, arcipreste emérito de la basílica de San Pedro. "Acepté con mucho gusto la invitación", dijo el cardenal a Telepace, dirigiéndose a los participantes: los asistentes y los que están en comunión espiritual a través de los medios de comunicación gracias a la televisión en directo y a la retransmisión en streaming del evento.
"La Virgen siempre responde a la oración, no se cansen", exclamó el cardenal, reiterando la necesidad de perseverar. "La oración da espacio para que Dios intervenga", explica. "La oración -añade- no es algo accesorio, sino indispensable: sin ella no se vive". "No hemos entendido que el Señor quiere nuestra colaboración". La imagen es la de Dios llamando a la puerta: si alguien abre, puede entrar. Si no -subraya-, no derriba la puerta". Esta es la importancia de la oración y de la unidad frente a las dinámicas que afectan a la Iglesia y a la sociedad.
El drama de la guerra nos desorienta. Y la gente parece gritar: "¡Socorro, el amor está desapareciendo en el mundo!", como reza el título del último libro del cardenal que acaba de publicar San Paolo. Comastri cuenta que el texto surgió tras una provocación: una portada de la revista alemana Der Spiegel que mostraba a un joven besándose frente a un espejo para ejemplificar la sociedad del futuro centrada en el ego y el egoísmo. "Me vinieron a la mente las palabras de la Madre Teresa -explica-, cuando dijo: 'Desafío a cualquiera, nunca encontrarán a una persona egoísta feliz'. ¿Queremos una sociedad así? Tenemos que hacer algo, no podemos resignarnos", responde Comastri, que explica que el libro se detiene en algunas historias como la de Santa María Goretti. Tenemos que volver a empezar desde la familia. Es la única salida". Pero con una advertencia: "La familia también debe empezar de nuevo desde el amor". En este punto, el cardenal vuelve a citar a la Madre Teresa. "Ella solía decir: 'una familia que reza no cae, no se deshace'. Porque en la familia que reza está la presencia de Dios y Dios es el único que puede enseñarnos el amor".
Lo mismo vale para la gran familia de la Iglesia reunida en oración, en muchos contextos particulares, a raíz de las exhortaciones del Papa. A los nuevos núcleos, prosigue el cardenal, "les recuerdo siempre que el matrimonio es una misión y que deben comprometerse a rezar juntos todos los días, porque la oración une, funde y libera de tantas incrustaciones de egoísmo que siempre hay para todos". Una vez más, he aquí la importancia de la oración en la vida cotidiana: ofrece ayuda para superar incluso la tentación de la venganza como solución a los agravios sufridos. La venganza es como la guerra", subraya Comastri, "no resuelve el problema, sino que añade una ofensa a otra ofensa". "¿Enviamos armas? Pero con las armas, el Papa lo ha dicho muchas veces, se hace la guerra. Y así no se acaba nunca".
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí