Peregrinación de Athletica Vaticana en nombre de San Francisco
Marina Tomarro – Asís
La peregrinación deportiva de tres días de Athletica Vaticana a la ciudad italiana de Asís, con motivo del Maratón de San Francisco, comenzó con este saludo del obispo de la diócesis, Domenico Sorrentino, quien quiso llevar a los participantes a un lugar especial: la antigua plaza episcopal de esta localidad, recientemente redescubierta gracias a las excavaciones en el subterráneo de la curia, donde aún se puede ver el arco por el que Francisco pasó para encontrarse con el obispo y despojarse materialmente de todas sus posesiones.
Un abrazo de paz a los que sufren
"Este maratón es ante todo un evento de paz – subrayó monseñor Sorrentino – y esto significa llevar el mensaje de Francisco, que es un mensaje de alegría y fraternidad en un momento histórico como el que estamos viviendo, que nos presenta un escenario de guerra, escombros y destrucción".
El Seráfico: donde el sufrimiento se convierte en amor
Los participantes trataron de seguir las palabras del obispo, y en la peregrinación que los llevó a la carrera de anteayer, se dejaron conducir por el Señor a través de las huellas de Francisco, por esos caminos trillados por el viento y la lluvia en estos días, hasta el Sacro Convento donde reposa el Poverello de Asís en la cripta de la Basílica inferior.
Además, un grupo de la Athletica Vaticana junto con su presidente, Giampaolo Mattei, visitó uno de los lugares donde el sufrimiento se percibe con más fuerza, porque es el de los más pequeños y frágiles: el Instituto Seráfico para sordomudos y ciegos, situado a dos pasos de la Basílica de San Francisco, donde el Papa Francisco estuvo el 4 de octubre del 2013. Allí los atletas pudieron visitar, junto con la presidenta del instituto, Francesca di Maolo, las realidades de rehabilitación de esta instalación, conocer la mirada de los niños que cada día son tratados y ayudados, escuchar sus voces y estrechar sus manos, recibiendo como regalo un pequeño corazón de cerámica realizado por ellos mismos.
"El Seráfico custodia la vida más frágil e indefensa – subrayó el presidente Di Maolo – y al mismo tiempo que custodia la vida, saborea su valor y su maravilla, porque somos los primeros sorprendidos por la belleza de la existencia humana a través de nuestros hijos. No podemos ni debemos ocupar el lugar de la familia, cuando la hay, pero a estas familias hay que acompañarlas y ayudarlas, o más bien abrazarlas, cuando el sufrimiento se hace más duro para sus pequeños, quizá no podamos solucionarlo del todo médicamente, pero nuestra presencia debe estar siempre con ellos".
Y a continuación, una petición a los atletas del Maratón que comenzó a pocos pasos del instituto: "En la salida dirijan un pensamiento a nuestros niños, ¡lo sentirán!”.
El abrazo de la caridad que no juzga
Pero la peregrinación también llevó a algunos de los atletas a la Casa Papa Francisco, el centro de primera acogida de Cáritas, donde el Santo Padre se detuvo a comer durante su visita pastoral en octubre del 2013. Para recibir a los invitados, además de la foto del Pontífice, un gran cuadro que representa el abrazo del Buen Samaritano al viajante herido. En este marco reside la esencia de toda nuestra acogida, explicó fray Marco Bussi, subdirector de la Casa:
“Algunos necesitan pasar la noche, otros sólo una comida caliente, otros quieren hablar, descansar, ducharse y quizá encontrar ropa limpia”.
Y para algunos de los invitados, el recuerdo de aquel almuerzo junto al Papa Francisco sigue vivo: "Tenían al Vicario de Cristo sentado en medio de ellos – continúa relatando – para algunos de ellos fue una gracia que cambió sus vidas para siempre".
Pasarse el testigo
Uno de los momentos más entrañables de la peregrinación fue sin duda la Misa del Maratonista, celebrada el sábado por la tarde en la basílica de Santa Maria degli Angeli y presidida por el obispo Sorrentino. Al final de la celebración, todos los atletas presentes leyeron la Oración del Maratonista, que se repitió a la mañana siguiente, poco antes del inicio de la competición, mientras en la plaza de San Francisco seguía lloviendo torrencialmente, dejando paso, poco a poco, al sol.
“Nuestra idea del deporte – explicó el presidente de Athletica Vaticana, Giampaolo Mattei – es caminar de la mano de la solidaridad. Por supuesto que tenemos grandes atletas que compiten y nos dan la alegría de traernos medallas y victorias, pero lo más importante es que nadie se quede atrás. En este Maratón hemos dado el testigo de la solidaridad a las distintas personalidades que hemos conocido, porque la vida debe ser como en la carrera: hay que pasar el testigo, sólo así nunca dejaremos de hacer el bien y todos juntos llegaremos lejos para construir un mundo mejor”.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí