Gallagher: la Santa Sede siempre ha promovido la virtud del "valor de la paz"
por Charles de Pechpeyrou
La de la Santa Sede es una diplomacia al servicio de la paz, de la persona humana, una diplomacia de la misericordia. Así lo reafirmó Mons. Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, con ocasión de la 64ª Peregrinación Militar Internacional, celebrada en Lourdes del 24 al 26 de mayo. En la tarde de la inauguración, el prelado intervino en la Conferencia de Autoridades Internacionales titulada "El vuelo de la paloma", ante autoridades militares, civiles y religiosas de todo el mundo.
"En el panorama internacional, la Santa Sede siempre ha promovido la virtud del 'coraje de la paz'", recordó Gallagher, ilustrando el primer aspecto de la diplomacia papal; "se necesita más coraje para hacer la paz que para hacer la guerra, siendo esta última 'siempre una derrota'. El valor de elegir el encuentro en lugar de la confrontación, el diálogo en lugar de la violencia, la negociación en lugar de la hostilidad, la sinceridad en lugar de la hipocresía". A veces, sin embargo, lamentó, "la situación geopolítica es tan tensa y polarizada que resulta muy difícil promover e implantar la paz en las mentes y los corazones. Sobre todo porque los fabricantes de armas apoyan y alimentan los conflictos, y los avances tecnológicos contribuyen a un enfoque cada vez más frío y distante de la inmensa tragedia de la guerra".
"Refiriéndose al Apóstol Pablo, el Papa Francisco nos pide que actuemos con humildad, mansedumbre y magnanimidad", añadió el Secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, "esta es una buena lección para todos los que, como vosotros, estáis comprometidos cada día en el escenario de las relaciones regionales, nacionales e internacionales". Sobre la diplomacia multilateral, Monseñor Gallagher pidió una renovación de la ONU: "¡Cuán necesaria es una reforma del funcionamiento de las Naciones Unidas (más particularmente del Consejo de Seguridad), de manera más representativa y teniendo en cuenta las necesidades de todos los pueblos! Esto requiere el apoyo de toda la comunidad internacional y el restablecimiento del espíritu de Helsinki".
Evocando el segundo aspecto de la diplomacia de la Santa Sede, el del servicio a la persona humana, monseñor Gallagher señaló que "detrás de todos estos conflictos, de todas estas tensiones, de todas estas dramáticas situaciones humanitarias hay seres humanos, con nombres y apellidos". "Colocando a la persona humana en el centro de sus actividades, la diplomacia pontificia busca proseguir su vocación y elevarse por encima de todo particularismo, dirigiéndose a todos aquellos que buscan la paz, el desarrollo y el respeto de los derechos humanos", subrayó el prelado. Este papel "no se inspira en preocupaciones temporales, sino en un enfoque verdaderamente teológico de la diplomacia como medio para alcanzar la paz, el amor y la fraternidad".
Gracias a su alta misión de anunciar el Evangelio y promover los valores de la justicia, la verdad y el bien, la Santa Sede acompaña así a las naciones en la construcción de la paz y la fraternidad entre las personas, pero también entre los pueblos, afirmó el arzobispo. Imparcial, libre de todo interés propio, la Santa Sede "puede convertirse más fácilmente en mediadora e interlocutora. Libre de toda ambición política, económica o militar, ha sabido hacer de su singularidad una fuerza, y de su voz una brújula que guía las conciencias a través de las tragedias de este mundo".
"En la historia de la Iglesia, ayer como hoy, son innumerables las personas -creyentes, consagrados o políticos- que han ejercido su acción política o diplomática en nombre de la misericordia", señaló el Secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, abundando en el tercer aspecto de su razonamiento. "Así, para la Iglesia, la misericordia se ha convertido también en una categoría política y diplomática", prosiguió, "y ha sido sobre todo el Papa Francisco quien ha apoyado esta vía, que permite alcanzar la forma más elevada de justicia defendiendo lo que es justo y condenando la injusticia. Se pueden construir entonces vínculos personales y sociales profundamente humanos para edificar la civilización del amor y promover la 'cultura del encuentro'".
Por lo tanto, la diplomacia papal "tal como se ha desarrollado y como ha sido llevada a cabo creativamente por el Papa Francisco" puede llamarse "diplomacia de la misericordia". "Al vincular la misericordia a la diplomacia, el Papa reafirma el principio de neutralidad y el rechazo a legitimar a uno u otro de los beligerantes", concluyó el ponente. "La neutralidad, establecida hace siglos por sus predecesores, se ve así enriquecida por Francisco con esta nueva dimensión y con el rechazo a abrazar una posición puramente política de la autoridad papal."
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