Parolin: Sin confianza mutua no puede haber paz
Tommaso Chieco - Ciudad del Vaticano
«Me complace que se preserven estas bellas tradiciones. Tradiciones que son fe y cultura al mismo tiempo y que sirven también para el presente». Así se expresó el Secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, en la procesión de la Virgen «fiumarola» que tuvo lugar la tarde del 28 de julio, en el río Tíber. La ceremonia -a la que el Papa se había referido también por la mañana en el Ángelus comenzó en torno a las 19.30 horas, cuando el cardenal llegó al histórico Circolo dei canottieri Lazio, los "fiumaroli" romanos.
Las tradiciones ayudan a vivir bien el presente
A la llegada del Cardenal, se descubrió la estatua de la Virgen, que Parolin bendijo e, inmediatamente después, cargada a hombros de ocho miembros de la Arciconfraternita di Maria Ss. del Carmine in Trastevere, subió a la barca. De este modo, la embarcación recorrió lentamente el río desde Lungotevere Flaminio hasta la misma entrada del barrio de Trastevere, en el Ponte Garibaldi, cerca de la Isla Tiberina. Desde aquí, el trayecto atravesó las calles del barrio hasta la iglesia de Santa María in Trastevere.
«Obviamente, debemos tener nuestras raíces - subrayó el cardenal Parolin - porque las raíces del presente también deben estar arraigadas en el pasado, en las cosas buenas y bellas del pasado».
Antes de embarcarse con la estatua, el Secretario de Estado dejó a todos los presentes un deseo: «Que estas bellas y buenas tradiciones del pasado nos ayuden a vivir bien el presente». La fiesta -recordamos- está dedicada a Nuestra Señora del Carmen y sus orígenes se remontan a 1535, cuando un grupo de pescadores encontró la estatua tallada en madera de cedro a lo largo del río Tíber, cerca de la desembocadura de Ripa Grande. La estatua se consideró inmediatamente milagrosa y se confió a los carmelitas de la iglesia de San Crisógono, en el corazón del barrio de Trastevere. Desde entonces se ha convertido en el santo patrono del barrio y se celebra en julio.
Guerras en Ucrania y Gaza: es necesaria la confianza mutua
Al margen de la celebración junto al río Tíber, el Cardenal respondió a las preguntas de los periodistas sobre el papel del Vaticano en la diplomacia internacional y el no fácil compromiso por la paz. Ser «superpartes» y trabajar por la paz sin intereses militares, políticos o económicos, ha sido siempre el compromiso de la diplomacia vaticana, reiteró el Secretario de Estado. También lo es la «prevención de conflictos» y la búsqueda de soluciones «justas y duraderas» cuando estallan.
Sin confianza mutua no puede haber paz
Por supuesto que no siempre se entiende, pero a esta «vocación - subrayó Parolin - no podemos renunciar», así como al compromiso del Vaticano de ofrecerse también «como espacio donde los enemigos puedan encontrarse y encontrar puntos de negociación». Sobre las situaciones actuales en Ucrania y Gaza y los posibles márgenes de negociación para alcanzar el fin de la guerra, el cardenal expresó su perplejidad: «El problema es el de la confianza. Es decir, cuando hay un mínimo de confianza mutua». «Recemos – concluyó - para que el Señor inspire a los implicados en estas guerras, precisamente la capacidad de dialogar con los demás».
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