La Santa Sede en la OEA: promover y defender la libertad y la justicia
Tiziana Campisi - Ciudad del Vaticano
Promover y defender la democracia, respetando los valores que la inspiran y «que están en la base de la sociedad, como la dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos humanos y la asunción del bien común como meta y criterio regulador de la vida política». Este es el compromiso al que están llamados los países firmantes de la Carta Democrática Interamericana, porque «si no existe un consenso general sobre estos valores, se pierde el sentido de la democracia y se compromete su estabilidad». Así lo afirmó Monseñor Juan Antonio Cruz Serrano, Observador Permanente de la Santa Sede ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), con ocasión de la sesión extraordinaria del Consejo Permanente celebrada ayer, 11 de septiembre, para conmemorar el 23 aniversario de la Carta Democrática Interamericana y el Día Internacional de la Democracia.
La crisis política actual
En su discurso, el diplomático expresó la «particular satisfacción» de la Santa Sede por la intensa actividad desarrollada por la OEA «para promover y consolidar la democracia» en el continente americano, recordando también que, en numerosas ocasiones, el Papa Francisco se ha referido a la democracia, subrayando «que mantener vivas las realidades democráticas es un desafío de este momento histórico». «Uno de los mayores desafíos para el sistema democrático es la crisis de la política», continuó destacando el Observador Permanente, “caracterizada por el crecimiento de la oposición, a menudo exacerbada en el entorno digital, y por la dificultad, cuando no la incapacidad, de crear soluciones comunes y compartidas a los problemas que afligen a nuestro planeta”. Se trata de una crisis que «afecta profundamente a todos los Estados, pequeños o grandes, económicamente avanzados o en vías de desarrollo, de larga tradición o de reciente democratización», añadió monseñor Cruz Serrano, señalando que «la democracia se basa en el respeto mutuo, en la posibilidad de que todos contribuyan al bien de la sociedad y en el hecho de que los diferentes puntos de vista» no son una amenaza para el poder y la seguridad de los Estados, sino que, en una confrontación honesta, se enriquecen mutuamente y permiten encontrar soluciones a los problemas.
Trabajar por una cultura democrática
«La Santa Sede anima a los Estados miembros de la OEA a seguir promoviendo en este continente los valores intrínsecos de la sociedad consagrados en la Carta Democrática Interamericana, como son la libertad, la igualdad y la justicia social -concluyó monseñor Cruz Serrano-, y a trabajar con renovado empeño en la creación de una cultura democrática, incluso allí donde ésta se encuentra debilitada. Es así como se pueden respetar las libertades fundamentales, «defender la dignidad» y promover la «construcción de una sociedad cada vez más humana y fraterna».
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