Caccia: Es imperativo perseguir el desarme, el valor de la disuasión es ilusorio
Marco Valletta - Ciudad del Vaticano
El arzobispo Gabriele Caccia, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, intervino ayer durante la Asamblea General de la ONU en Nueva York, subrayando la importancia de seguir una política de desarme. En la introducción de su discurso, el nuncio citó el discurso del Papa Francisco al Consejo de Seguridad de la ONU el 14 de junio de 2023: «Para que la paz sea una realidad, debemos alejarnos de la lógica de la legitimidad de la guerra: si bien esto pudo ser válido en tiempos pasados, cuando las guerras eran más limitadas, en nuestros días, con las armas nucleares y las armas de destrucción masiva, el campo de batalla se ha vuelto prácticamente ilimitado y los efectos potencialmente catastróficos. Ha llegado el momento de decir un firme «no» a la guerra, de afirmar que las guerras no son justas, sino que sólo la paz es justa: una paz estable y duradera, construida no sobre el precario equilibrio de la disuasión, sino sobre la fraternidad que nos une».
La amenaza de un conflicto nuclear está peligrosamente cerca
Mons. Caccia subrayó la importancia de proseguir una política de desarme, especialmente en este momento en el que, señaló, «la amenaza de un conflicto nuclear está peligrosamente cerca de convertirse de nuevo en una realidad». Es esencial, dijo, «que la comunidad internacional intensifique sus esfuerzos para reforzar y aplicar los tratados de control de armas y de desarme».
Tecnologías emergentes bajo control
La necesidad de abordar el papel de las tecnologías emergentes en el desarrollo de nuevas armas fue otro de los aspectos destacados por el representante de la Santa Sede, considerado de fundamental importancia para el logro de una paz duradera, como también afirmó el Papa Francisco en su Mensaje para la 57ª Jornada Mundial de la Paz de este año: «No se pueden eludir las graves cuestiones éticas relacionadas con el sector armamentístico. Esto es tanto más urgente cuanto que la inteligencia artificial (IA), que ya está transformando profundamente muchos sectores, se convierte en un elemento cada vez más central en la conducción de las hostilidades. Es necesario, por tanto, señaló el observador vaticano, que «la comunidad internacional establezca normas que regulen estas tecnologías para garantizar que las armas autónomas letales sean controladas exclusivamente por seres humanos, que, guiados por su conciencia, son los únicos capaces de garantizar que su uso respete el derecho internacional humanitario».
El uso del espacio para el bien común
Por último, monseñor Caccia también llamó la atención sobre la necesidad de preservar el espacio ultraterrestre exclusivamente para fines pacíficos, como un bien común global, de acuerdo con el artículo 1 del Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre de 1967, que establece que «la exploración y utilización del espacio ultraterrestre [...] se harán en beneficio de toda la humanidad». La creciente investigación e inversión en capacidades antisatélite y otras capacidades contra el espacio, así como la creciente saturación de las órbitas y los desechos espaciales, son motivo de gran preocupación para la Santa Sede. Para concluir, el representante de la Santa Sede hizo un llamamiento a «los Estados para que reconsideren sus prioridades de gasto y trabajen para promover una cultura de paz y de vida, en lugar de una impulsada por la guerra y la muerte».
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