Protección de Menores: Tantas víctimas claman justicia
Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano
“Es un momento muy importante porque ayuda a vislumbrar lo que ha estado haciendo la Pontificia Comisión para la Protección de Menores (PCTM) durante estos diez años, tratando de sembrar semillas de salvaguardia en terrenos donde antes no hubo nada”. Así acoge el Cardenal Sean Patrick O’Malley, Presidente de la PCTM, la publicación del primer informe anual sobre las políticas y procedimientos de la Iglesia para la protección de menores.
La iniciativa del reporte fue solicitada por el Santo Padre en 2022, cuando en un discurso dirigido al organismo solicitó este instrumento sobre las iniciativas que se llevan adelante. También, sirve para saber lo que está sucediendo y lo que debe cambiar, “para que las autoridades pertinentes puedan actuar”. Lo presentó como “un factor de transparencia y responsabilización”.
O’Malley destaca la respuesta positiva de los Obispos y de las Conferencias de Religiosos y revela que la institución, creada por el Papa en 2014, se ha reorganizado para alcanzar las periferias. “Este ha sido siempre el deseo del Sucesor de Pedro”, manifiesta.
Asimismo, han dividido la organización en cuatro grupos regionales, “pero con mucho interés, sobre todo en países de África, Latinoamérica, Asia…”. En este contexto, el purpurado se siente bendecido por la oportunidad de trabajar con “miembros muy comprometidos, hombres y mujeres de todas partes del mundo, católicos y no católicos, varias víctimas, padres de víctimas, que han traído una experiencia muy rica y un compromiso apasionado”.
Un testimonio del compromiso de la Iglesia
El religioso capuchino está convencido de que, desde el principio, han asumido su papel de ser la voz de las víctimas. Por consiguiente, han buscado oportunidades de reunirse con ellos y conformar grupos para aconsejar e informar sobre las actividades. O’Malley anhela que las víctimas vean que en este momento prosiguen los esfuerzos en las partes más remotas de la Iglesia católica:
“En algunas de las misiones más pobres y con menores recursos, de repente tienen un programa de salvaguardia y están hablando de este tema”.
Según el arzobispo emérito de Boston, debería ser “un consuelo” pues hace unos años “no existía nada” en determinados países. Ahora, en cambio, por ejemplo, cuando los obispos acuden al Vaticano en visita ad limina, conversan con ellos acerca de las acciones impulsadas en materia de protección de menores, las lagunas, los éxitos y las fallas.
“Hay víctimas que nunca se han atrevido a hablar”
“Un paso enorme que no se había hecho”, con estas palabras Juan Carlos Cruz, miembro de la Comisión y promotor de los derechos de los supervivientes de abusos, describe la relevancia del reporte. Cruz, quien es sobreviviente de abusos, sostiene que el staff del ente ha dedicado “un tiempo increíble” en la elaboración.
Cruz resalta los espacios de escucha a las víctimas durante estos diez años de trayectoria de la PCTM y es consciente de las dificultades: “Hay víctimas que nunca se han atrevido a hablar porque hay obispos que no creen en estas cosas, entonces tú puedes decir: ‘Mira, no ha habido suficientes vctimas que hayan hablado’. ¿Puede ser o no puede ser? Yo te digo que no estaría aquí si no nos preocupáramos y lo central fueran las víctimas”.
Sin embargo, está impresionado por la falta de transparencia en los datos y lo señala como un punto a mejorar. A su vez, cree que se debe escuchar, creer, apoyar y reparar a las víctimas, así como promover una conversión.
Su preocupación radica en las personas sin medios para contratar un abogado y temen el encubrimiento de algunos obispos “porque no les creen, los insultan o destruyen sus carreras”.
Cruz plantea que “los buenos tienen que hablar y tenemos que callar a los malos” y “que es fundamental no ponerse una venda en los ojos”, pensando que no ocurren abusos en una diócesis. En este sentido, la Iglesia “tiene que hacer un firme compromiso de conversión, de que esto no vuelva a pasar”.
Conversión y justicia
Por su parte, el secretario de la Comisión, Monseñor Luis Manuel Alí Herrera, explica el reto de encontrar una metodología que los ayudara en esta “compleja realidad que institucionalmente es la Iglesia”. “Somos muy ricos y muy variopintos, una institución de 1.300 millones de personas que está presente en prácticamente todas las naciones del planeta, pues es muy difícil hacer un reporte”.
Igualmente, remarca que es un informe “piloto” pues dedicaron un tiempo considerable a investigar la mejor manera de realizarlo e ilustra los cinco pasos en los que se centraron: la conversión permanente, la verdad, la reparación integral y la no repetición.
El otrora obispo auxiliar de Bogotá vaticina que las víctimas se encontrarán “un esfuerzo muy sincero para hacer una rendición de cuentas”, en el marco de “un camino que estamos realizando, en el que somos muy conscientes de que nos hace falta mucho y sobre todo la voz de las víctimas es fundamental”. Para ello, es necesario involucrar más a las voces de los sobrevivientes y sus familiares.
El prelado augura que los que reciban el reporte sepan que es una propuesta que, a partir de este momento, tendrá una frecuencia anual. Proseguirán los aprendizajes y la recolección de información en cuestión de tutela y políticas para el bien de niños, adolescentes y personas vulnerables, con el fin de atender de manera adecuada y eficaz a las víctimas y los sobrevivientes.
Uno de los descubrimientos es la desproporción de varias Iglesias locales y regiones en lo que tiene que ver con las políticas de protección: algunas comenzaron hace décadas, mientras que otras están empezando recién ahora o ni siquiera han arrancado. “Esta desproporción que constatamos nos enseña que es necesaria una solidaridad entre las Iglesias locales”, afirma.
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