Arzobispo Balestrero: las víctimas de las guerras no pueden ser civiles Arzobispo Balestrero: las víctimas de las guerras no pueden ser civiles 

Los civiles masacrados nunca son daños colaterales

El arzobispo Balestrero, Observador permanente del Vaticano ante las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, denunció en Ginebra lo inaceptable de que las verdaderas víctimas de la guerra y la violencia sean «los refugiados, las mujeres que han perdido a sus hijos, los ancianos y enfermos que no pueden recibir los cuidados que necesitan, y los niños mutilados o privados de su infancia»

Giovanni Zavatta – Ciudad del Vaticano

«Resulta extremadamente alarmante que, a pesar de la estricta obligación de distinguir entre objetivos militares y civiles, no haya conflicto que no acabe de alguna manera atacando indiscriminadamente a la población civil». Las guerras en curso en Ucrania y Oriente Medio «son dos ejemplos flagrantes de tan cruda realidad».

En su intervención de ayer, martes 29 de octubre, en la 34ª Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, que se está celebrando en Ginebra, el arzobispo Ettore Balestrero, Observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, llevó la voz del Papa Francisco a un contexto que abordaba la devastación y el sufrimiento indiscriminado que ha dejado tras de sí esa «tercera guerra mundial combatida a pedazos» tantas veces denunciada por el Pontífice.

La dignidad violada de los civiles

Monseñor Balestrero subrayó a continuación que «la guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una capitulación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal» y que «los civiles masacrados nunca pueden ser considerados daños colaterales».

Es «inaceptable», señaló a continuación, que las verdaderas víctimas de la violencia sean «los refugiados, las mujeres que han perdido a sus hijos, los ancianos y enfermos que no pueden recibir los cuidados que necesitan, los niños mutilados o privados de su infancia».

Una dignidad violada «en nombre de exigencias militares o políticas». En este sentido, la delegación de la Santa Sede reiteró el llamamiento del Papa a «rechazar la tentación de ver al otro sólo como un enemigo que hay que destruir», reafirmando que «incluso en medio de los estragos de la guerra, toda persona es inmensamente sagrada».

En este sentido, el 75° aniversario de los Convenios de Ginebra, concluyó, «ofrece la oportunidad de reforzar el compromiso de respetar el derecho internacional humanitario». Un compromiso llevado a cabo por la Cruz Roja y la Media Luna Roja, «signo visible de que la fraternidad es posible» siempre, incluso durante conflictos armados escalofriantes como los actuales.

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30 octubre 2024, 14:53