Padre Lombardi: Matteo Ricci, puente de diálogo entre el cristianismo y China
Vatican News
“La enseñanza diplomática de Matteo Ricci”, rezaba el título del encuentro “Caridad política” celebrado el 16 de octubre, en el Vaticano. Pero también una enseñanza que tuvo su piedra angular, también para el desarrollo de las relaciones diplomáticas, en el valor de la amistad. Este aspecto del gran misionero jesuita del siglo XVII fue destacado por su cohermano el padre Federico Lombardi, que ayer intervino en la conferencia dedicada a Matteo Ricci junto a Sima Avramović , embajadora de Serbia ante la Santa Sede, y Chloé Silvia Tilman Dindo, embajadora de Timor Oriental ante la Santa Sede.
Modelo eminente
Matteo Ricci, recordó el padre Lombardi, fue “el primer misionero jesuita que entró en el Imperio chino” y, tras “varias etapas de un largo itinerario”, llegó hasta Pekín, adonde llegó en 1601, “poniendo un fundamento duradero para la presencia cristiana en China”. El padre Ricci siguió los pasos de san Francisco Javier, el primer jesuita de Oriente, que deseó entrar en China, pero no pudo, debido a su muerte. Para llevar a cabo su servicio, estudió pacientemente en Macao la lengua y las costumbres del gran país asiático. “Este empeño por conocer la cultura china y tratar de 'adaptarse' a ella, de entrar en ella 'suavemente - gentilmente' y no con una actitud superior, rígida y en cierto sentido violenta, será característico”, señaló el padre Lombardi, “del método misionero jesuita, del que Ricci es un modelo eminente”.
Respeto y paz
Esta penetración total de la civilización china condujo, señaló el padre Lombardi, a la afirmación de un proceso de “inculturación” del Evangelio permitido por el “profundo respeto” del padre Ricci “hacia sus interlocutores chinos, una escucha atenta de sus preguntas y conidencias, en un verdadero espíritu de amistad”. Y con este espíritu “Matteo Ricci desarrollaría hasta su muerte un fecundo diálogo con sus amigos chinos, en el campo de la ciencia, de la moral y -lo que era la finalidad más profunda de su misión- también de la religión, de Dios y de la salvación”. De ahí, concluyó el padre Lombardi, la valiosa contribución del jesuita del siglo XVII “a la posibilidad de relaciones entre los pueblos en el respeto mutuo y la paz”, un “modelo de relaciones fructíferas de respeto y amistad entre Oriente y Occidente, y podemos añadir entre la Cristiandad y China”.
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