La herencia viva del Concilio en los escritos de Albino Luciani
Benedetta Capelli - Ciudad del Vaticano
«El período conciliar vivido por Albino Luciani es la expresión singular de cómo un pastor, en constante apertura al Espíritu Santo, se deja modelar para ser un hombre de Dios y un auténtico testigo del Evangelio». Este es uno de los pasajes del mensaje del cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, en la conferencia celebrada el 12 de noviembre con el título «Juan Pablo I: de Lumen Gentium al postconcilio a través de los documentos de archivo», promovida por la Fundación Vaticana Juan Pablo I, de la que Parolin es presidente, en colaboración con la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, donde estudió el futuro Papa. Se trata de la tercera conferencia en el Pontificio Ateneo dedicada a las fuentes del magisterio del Papa Luciani.
Juan Pablo I y la referencia al Concilio
Ya en el nombre elegido como Pontífice, señaló el cardenal, está la atención de Albino Luciani al Vaticano II a pesar de que su elección tuvo lugar 13 años después de la clausura del Concilio; Juan XXIII, de hecho, lo había convocado «con un acto profético» y Pablo VI lo había llevado a término. De hecho, no es casualidad que el primero de los seis «volumus» (los seis «queremos» que representan su programa de pontificado) del mensaje Urbi et Orbi pronunciado al día siguiente de su elección, el 27 de agosto de 1978, Juan Pablo I hace una referencia directa al Concilio «cuyas sabias normas -dijo- deben aún ser guiadas hasta su cumplimiento, cuidando de que un impulso generoso, tal vez, pero improvisado, no tergiverse su contenido y su sentido, y cuidando igualmente de que una fuerza restrictiva y temerosa no frene su impulso de renovación y de vida».
Dos visiones que conciliar
Dos vías, dos polaridades que Luciani tenía muy claras y que también es posible resumir, como ha subrayado el profesor Mauro Velati, miembro de la Fundación Vaticana Juan Pablo I, en una frase pronunciada ante Pablo VI cuando el Patriarca de Venecia hablaba de numerosos partidarios del «Vaticano I» de los del «Vaticano III» mientras que eran pocos los partidarios del «Vaticano II». Como obispo de Vittorio Veneto, Luciani participó en el Concilio, fue uno de los 18 prelados Tri-Veneto, siendo un atento observador y dejando escritos, notas, cartas dirigidas a sus fieles, esa Iglesia que es «pueblo de Dios» según la propuesta eclesiológica del Concilio.
Renovación en la continuidad
Para el P. Dario Vitali, profesor de eclesiología en la Pontificia Universidad Gregoriana, Luciani debe leerse «como alguien que experimentó un desarrollo y un progreso en el modo de la continuidad, en la renovación de la continuidad» por tanto de «tradición y apertura a los fermentos». Un camino que lleva a la maduración, como subrayó en su reflexión sor Maria Grazia Zunelli, doctoranda en el departamento de Teología Dogmática de la Gregoriana, de «un método regresivo» que parte de los hechos, pero se remonta al origen y llega a identificar los puntos fundamentales que permitieron alcanzar tal resultado. Un ejemplo explicativo de ello es el realizado por don Vitali sobre el concepto de colegialidad y el dualismo respecto al poder del Papa y de los obispos. «La grandeza de Luciani -afirmó - reside en el hecho de que no sabe juntar las dos cosas, sino que encuentra en la fe el camino hacia el equilibrio».
Las cuentas con la historia
En la intervención del vicepresidente del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II, monseñor Gilberto Marengo, las inquietudes del postconcilio, de las que también se hace eco Luciani, deben releerse en una perspectiva a largo plazo, «de hecho -afirmó- el Vaticano II reafirma un camino de polarización de la vida de la Iglesia que sigue obrando en nosotros». Luego recordó una carta del futuro Juan Pablo I en 1967 a los sacerdotes en la que escribía una larga lista de problemas y luego añadía: «que no les pase por la mente que estas nuevas tendencias son fruto del Concilio». Palabras que aún hoy hacen pensar en la visión global que el propio Luciani tenía del Concilio. Para Marengo, detrás de los trabajos de la Iglesia y de los trabajos de la época está la dificultad de enfrentarse a la historia.
Un magisterio actual
En los discursos de los ponentes de la conferencia emergió la figura de un obispo atento a las novedades, pero con el corazón anclado en el Evangelio, de un divulgador del Concilio a través de artículos, escritos y diarios de trabajo que conservaba y en los que se podían encontrar borradores de algunos discursos, encartes de artículos y extractos en particular de L'Osservatore Romano que era su fuente más utilizada. Un material todavía hoy inestimable y que, subrayó el cardenal Parolin, será profundizado en los «Diarios del Concilio» que se publicarán en el futuro, «una preciosa fuente histórica para el conocimiento no sólo de la visión eclesial de Juan Pablo I, sino del mismo acontecimiento conciliar, que el joven obispo de Vittorio Veneto primero, y patriarca y sucesor de Pedro después, puede ciertamente ayudarnos a comprender hoy más profundamente las sabias normas para que, volviendo a las fuentes, puedan ser llevadas a cumplimiento en la Iglesia».
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