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Palabra del día

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Fecha01/07/2024
Lunes de la XIII semana del Tiempo ordinario

Lectura del Día

Lectura de la profecía de Amós

Am 2, 6-10. 13-16

Esto dice el Señor:
"Por sus innumerables pecados
no perdonaré a Israel.
Porque venden al inocente por dinero,
y al pobre, por un par de sandalias.
Aplastan a los pobres contra el suelo
y sacan del camino a los humildes.
Padre e hijo acuden a la misma mujer,
profanando mi santo nombre.
Sobre ropas tomadas como prenda
se sientan a comer en sus santuarios
y se beben las multas de los pobres
en el templo de su Dios.

Cuando ustedes llegaron a esta tierra,
yo destruí a los amorreos;
eran altos como los cedros
y fuertes como las encinas;
destruí sus frutos por arriba,
y por abajo, sus raíces.
En cambio, a ustedes yo los saqué de Egipto
y los conduje por el desierto durante cuarenta años,
para darles en posesión la tierra de los amorreos.

Pues bien, ahora yo los aplastaré contra el suelo,
como la carreta tritura las espigas.
El más veloz no logrará escapar,
al más fuerte de nada le servirá su fuerza,
y ni el más valiente salvará su vida.
El arquero no resistirá,
no se librará el más ágil,
el jinete no se salvará,
el soldado más fuerte y valiente
huirá desnudo aquel día".

Evangelio del Día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 

Mt 8, 18-22

En aquel tiempo, al ver Jesús que la multitud lo rodeaba, les ordenó a sus discípulos que cruzaran el lago hacia la orilla de enfrente.

En ese momento se le acercó un escriba y le dijo: "Maestro, te seguiré a dondequiera que vayas". Jesús le respondió: "Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en donde reclinar la cabeza".

Otro discípulo le dijo: "Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre". Pero Jesús le respondió: "Tú sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos".

Palabras del Santo Padre

«Te seguiré adondequiera que vayas» (v. 57). ¡Generoso! Pero Jesús responde que el Hijo del Hombre, a diferencia de los zorros que tienen guaridas y los pájaros que tienen nidos, «no tiene donde reclinar la cabeza» (v. 58). La pobreza absoluta de Jesús. Jesús, en efecto, ha dejado la casa de su padre y renunciado a toda seguridad para anunciar el Reino de Dios a las ovejas perdidas de su pueblo. Así, Jesús nos indica a nosotros, sus discípulos, que nuestra misión en el mundo no puede ser estática, sino que es itinerante. El cristiano es un itinerante. La Iglesia por su naturaleza está en movimiento, no es sedentaria y no se queda tranquila en su propio recinto. Está abierta a los horizontes más amplios, enviada ―¡la Iglesia es enviada!― a llevar el Evangelio a los caminos y llegar a las periferias humanas y existenciales. (…) «Señor, déjame que vaya primero a enterrar a mi padre» (v. 59). Es una petición legítima, basada en el mandamiento de honrar al padre y a la madre (cf. Ex 20,12). Sin embargo, Jesús contesta: «Deja que los muertos entierren a sus muertos» (v. 60). Con estas palabras, deliberadamente provocadoras, tiene la intención de reafirmar la primacía del seguimiento y la proclamación del Reino de Dios, incluso por encima de las realidades más importantes, como la familia. La urgencia de comunicar el Evangelio, que rompe la cadena de la muerte e inaugura la vida eterna, no admite retrasos, sino que requiere inmediatez y disponibilidad. Por lo tanto, la Iglesia es itinerante, y aquí la Iglesia es decidida, actúa con prontitud, en el momento, sin esperar. (Ángelus, 30 de junio de 2019)