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«Cuando rezamos, Dios abre nuestros ojos, renueva y cambia nuestro corazón, cura nuestras heridas y nos da la gracia que necesitamos» (Papa Francisco).
«La oración de acción de gracias nace de reconocer que hemos sido pensados antes de que aprendiéramos a pensar; hemos sido amados antes de que aprendiéramos a amar. Si miramos la vida así, entonces el “gracias” se convierte en el hilo conductor de nuestras jornadas» (Papa Francisco).
«Quien reza nunca está solo. De hecho, Jesús nos acoge en su oración, para que nosotros podamos rezar en Él y a través de Él. Y esto es obra del Espíritu Santo. El Evangelio nos invita a rezar al Padre en el nombre de Jesús» (Papa Francisco).
«La mejor oración es la de acción de gracias y alabanza» (Papa Francisco).
«La oración se nos presenta como un grito; y todos tenemos que lidiar con esta voz interior que quizá puede callar durante mucho tiempo, pero que un día se despierta y grita» (Papa Francisco).
«La oración es el alma de la esperanza» (Papa Francisco).
«Rezar es encender una luz en la noche. La oración nos despierta de la tibieza de una vida horizontal, eleva nuestra mirada hacia lo alto, nos sintoniza con el Señor. La oración permite que Dios esté cerca de nosotros; por eso, nos libra de la soledad y nos da esperanza» (Papa Francisco).
«Y entonces, ¿cómo podemos despertarnos del sueño de la mediocridad? Con la vigilancia de la oración» (Papa Francisco).
«‘Dios mío, ven en mi auxilio’ es a menudo el comienzo de nuestra oración: el primer paso de la fe es decirle al Señor que lo necesitamos, necesitamos su cercanía» (Papa Francisco).
«La oración oxigena la vida: así como no se puede vivir sin respirar, tampoco se puede ser cristiano sin rezar» (Papa Francisco).
«Dios espera que cuando recemos también nos acordemos de los que no piensan como nosotros, de los que nos han dado con la puerta en las narices, de los que nos cuesta perdonar. Sólo la oración rompe las cadenas, como sucedió a Pedro, la oración allana el camino hacia la unidad» (Papa Francisco).
«La unidad es un principio que se activa con la oración, porque la oración permite que el Espíritu Santo intervenga, que abra a la esperanza, que acorte distancias y nos mantenga unidos en las dificultades» (Papa Francisco).
«De la oración vino una unidad más fuerte que cualquier amenaza» (Papa Francisco).
«Alabar es como respirar oxígeno puro: te purifica el alma, te hace mirar a lo lejos, no te deja encerrado en el momento difícil y oscuro de las dificultades» (Papa Francisco).
«Recemos los unos por los otros: nos hará bien a nosotros y hará bien a todos» (Papa Francisco).
«La oración solamente se da en espíritu de amor. Quien no ama finge rezar, o él cree que reza, pero no reza, porque falta precisamente el espíritu que es el amor» (Papa Francisco).
«Jesús es nuestro intercesor, y rezar es un poco hacer como Jesús; interceder en Jesús al Padre, por los otros» (Papa Francisco).
«Cuando rezamos estamos en sintonía con la misericordia de Dios: misericordia en relación con nuestros pecados» (Papa Francisco).
«La oración es nuestro corazón y nuestra voz, y se hace corazón y voz de tanta gente que no sabe rezar o no reza, o no quiere rezar o no puede rezar: nosotros somos el corazón y la voz de esta gente que sube a Jesús, sube al Padre, como intercesores» (Papa Francisco).
«En la oración, Dios “nos toma, nos bendice, y después nos parte y nos da”, para el hambre de todos. Todo cristiano está llamado a convertirse, en las manos de Dios, en pan partido y compartido» (Papa Francisco).
«Quien reza no deja nunca el mundo a sus espaldas. Si la oración no recoge las alegrías y los dolores, las esperanzas y las angustias de la humanidad, se convierte en una actividad “decorativa”, una actitud superficial, de teatro, una actitud intimista» (Papa Francisco).
«Incluso la muerte tiembla cuando un cristiano reza, porque sabe que todo orante tiene un aliado más fuerte que ella: el Señor Resucitado» (Papa Francisco).
«La oración de petición va a la par que la aceptación de nuestro límite y de nuestra creaturalidad» (Papa Francisco).
«No hay que tener vergüenza de rezar y de decir: “¡Señor, ayúdame!”. Es el grito del corazón hacia Dios que es Padre. Y tenemos que aprender a hacerlo también en los tiempos felices; dar gracias a Dios por cada cosa que se nos da, y no dar nada por descontado: todo es gracia» (Papa Francisco).
«La oración abre destellos de luz en la más densa oscuridad. «¡Señor, ayúdame!». Esto abre el camino, abre la senda» (Papa Francisco).
«Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a rezar, lo hizo con el “Padrenuestro”, para que nos pongamos con Dios en la relación de confianza filial y le dirijamos todas nuestras necesidades» (Papa Francisco).
«La oración es alegría y reconocimiento» (Papa Francisco).
«La oración de la adoración es la oración que nos hace reconocer a Dios como principio y fin de toda la historia. Y esta oración es el fuego vivo del Espíritu que da fuerza al testimonio y a la misión» (Papa Francisco).
«La oración es el espacio del diálogo con el Padre, mediante Cristo en el Espíritu Santo» (Papa Francisco).
«Si en la oración comprendemos que cada día donado por Dios es una llamada, entonces agrandamos el corazón y acogemos todo» (Papa Francisco).
«La oración sabe calmar la inquietud, sabe transformarla en disponibilidad. Cuando estoy inquieto, rezo y la oración me abre el corazón y me vuelve disponible a la voluntad de Dios» (Papa Francisco).
«No hay mejor forma de rezar que ponerse como María en una actitud de apertura, de corazón abierto a Dios: ‘Señor, lo que Tú quieras, cuando Tú quieras y como Tú quieras’» (Papa Francisco).
«Se debe rezar siempre, también cuando todo parece vano, cuando Dios parece sordo y mudo y nos parece que perdemos el tiempo. Incluso si el cielo se ofusca, el cristiano no deja de rezar» (Papa Francisco).
«No hay verdadera oración sin espíritu de humildad. Es precisamente la humildad la que nos lleva a pedir en la oración» (Papa Francisco).
«La oración es como el oxígeno de la vida. La oración es atraer sobre nosotros la presencia del Espíritu Santo que nos lleva siempre adelante» (Papa Francisco).
«La oración nos ayuda a encontrar la dimensión adecuada, en la relación con Dios, nuestro Padre, y con toda la creación» (Papa Francisco).
«Una oración perseverante produce una transformación progresiva, hace fuertes en los períodos de tribulación, dona la gracia de ser sostenidos por Aquel que nos ama y nos protege siempre» (Papa Francisco).
«La oración tiene el poder de transformar en bien lo que en la vida de otro modo sería una condena; la oración tiene el poder de abrir un horizonte grande a la mente y de agrandar el corazón» (Papa Francisco).
«La oración es sobre todo escucha y encuentro con Dios. Los problemas de todos los días, entonces, no se convierten en obstáculos, sino en llamamientos de Dios a escuchar y encontrar a quien está de frente. Las pruebas de la vida cambian así en ocasiones para crecer en la fe» (Papa Francisco).
«Un día vivido sin oración corre el riesgo de transformarse en una experiencia molesta, o aburrida: todo lo que nos sucede podría convertirse para nosotros en un destino mal soportado y ciego» (Papa Francisco).
«La Oración es el primer deseo del día, algo que se practica al alba, antes de que el mundo se despierte. Restituye un alma a lo que de otra manera se quedaría sin aliento» (Papa Francisco).
«Jesús nos ha regalado su propia oración, que es su diálogo de amor con el Padre. Nos lo dio como una semilla de la Trinidad, que quiere echar raíces en nuestro corazón. ¡Acojámoslo!» (Papa Francisco)
«Para rezar es necesario humildad» (Papa Francisco).
«La oración puede comenzar en la penumbra de una nave, pero luego termina su recorrido por las calles de la ciudad. Y viceversa, puede brotar durante las ocupaciones diarias y encontrar cumplimiento en la liturgia» (Papa Francisco).
«La oración no es un calmante para aliviar las ansiedades de la vida. Más bien la oración responsabiliza a cada uno de nosotros» (Papa Francisco).
«Cuando se reza, todo adquiere “espesor”. Esto es curioso en la oración, quizá empezamos en una cosa sutil pero en la oración esa cosa adquiere espesor, adquiere peso, como si Dios la tomara en sus manos y la transformase» (Papa Francisco).
«Cuando el verdadero espíritu de la oración es acogido con sinceridad y desciende al corazón, entonces esta nos hace contemplar la realidad con los ojos mismos de Dios» (Papa Francisco).
«La oración es la salvación del ser humano» (Papa Francisco).
«Cuando nosotros rezamos, lo hacemos porque sabemos que somos valiosos a los ojos de Dios. Es la gracia del Espíritu Santo que, desde dentro, nos suscita esta conciencia: de ser valiosos a los ojos de Dios» (Papa Francisco).
«No tenemos que olvidar que para rezar bien tenemos que rezar así como somos, no maquillados. No hay que maquillar el alma para rezar» (Papa Francisco).
«La oración es un encuentro con Dios y un dejarse enviar para servir a los hermanos. La prueba de la oración es el amor concreto por el prójimo» (Papa Francisco).
«La oración es la savia que alimenta constantemente la existencia» (Papa Francisco).
«La nobleza de la oración nos deja en las manos de Dios. Esas manos plagadas de amor: las únicas manos seguras que tenemos» (Papa Francisco).
«La oración nos da nobleza: es capaz de asegurar la relación con Dios, que es el verdadero Compañero de camino del hombre, en medio de los miles avatares de la vida, buenos o malos: pero siempre la oración. Gracias, Señor. Tengo miedo, Señor. Ayúdame, Señor. Perdóname, Señor» (Papa Francisco).
«La oración nace precisamente de allí: de la convicción de que la vida no es algo que nos resbala, sino que es un misterio asombroso, que en nosotros provoca la poesía, la música, la gratitud, la alabanza o el lamento, la súplica» (Papa Francisco).
«Aprendamos de Abraham a rezar con fe, a dialogar, a discutir, pero siempre dispuestos a aceptar la palabra de Dios y a ponerla en práctica. Con Dios aprendamos a hablar como un hijo con su papá» (Papa Francisco).
«Las primeras oraciones aprendidas de niño permanecen en el corazón, porque son una semilla de vida, la semilla del diálogo con Dios» (Papa Francisco).
«La oración es una cadena de vida, siempre: muchos hombres y mujeres que rezan, siembran la vida» (Papa Francisco).
«La oración, cuando es auténtica, libera de los instintos de violencia y es una mirada dirigida a Dios, para que vuelva a ocuparse del corazón del hombre» (Papa Francisco).
«Los hombres y mujeres de oración llevan en sus rostros destellos de luz: porque el sol no deja de iluminarlos. La oración te ilumina el alma, te ilumina el corazón y te ilumina el rostro. Incluso en los tiempos más oscuros, incluso en los tiempos de dolor más grande» (Papa Francisco).
«Los hombres y las mujeres que rezan saben que la esperanza es más fuerte que el desánimo. Creen que el amor es más fuerte que la muerte, y que sin duda un día triunfará, aunque en tiempos y formas que nosotros no conocemos» (Papa Francisco).
«La oración es la primera fuerza de la esperanza. Tú rezas y la esperanza crece, avanza … la oración abre la puerta a la esperanza. La esperanza está ahí, pero con mi oración le abro la puerta» (Papa Francisco).
«La oración del hombre está estrechamente ligada al sentimiento de asombro» (Papa Francisco).
«En la oración podemos establecer una relación de confianza con Él, tanto que en el “Padre Nuestro” Jesús nos ha enseñado a hacerle una serie de peticiones. A Dios podemos pedirle todo, todo, explicarle todo, contarle todo» (Papa Francisco).
«La oración del cristiano entra en relación con el Dios de rostro más tierno, que no quiere infundir miedo alguno a los hombres. Esta es la primera característica de la oración cristiana» (Papa Francisco).
«La oración es un impulso, es una invocación que va más allá de nosotros mismos: algo que nace en lo profundo de nuestra persona y se proyecta, porque siente la nostalgia de un encuentro» (Papa Francisco).
«La oración nace en el secreto de nosotros mismos, en ese lugar interior que los autores espirituales suelen llamar “corazón”» (Papa Francisco).
«La oración es el aliento de la fe, es su expresión más adecuada. Como un grito que sale del corazón de los que creen y se confían a Dios» (Papa Francisco).
«Nuestro testimonio abre las puertas a la gente y nuestra oración abre las puertas al corazón del Padre para que atraiga a la gente» (Papa Francisco).
«¿Y cómo se prepara uno para nacer de nuevo? A través de la oración. La oración es lo que abre la puerta al Espíritu y nos da esta libertad, esta franqueza, este coraje del Espíritu Santo. Que nunca sabrás dónde te va a llevar. Pero es el Espíritu» (Papa Francisco).
«Rezar es dejar que Dios nos mire por dentro –es Dios el que me mira cuando rezo–, sin fingimientos, sin excusas, sin justificaciones» (Papa Francisco).
«La oración es la puerta de la fe, la oración es la medicina del corazón» (Papa Francisco).
«Es necesario acordarse de Dios más a menudo que de respirar» (San Gregorio Nacianceno).
«Es posible, incluso en el mercado o en un paseo solitario, hacer una frecuente y fervorosa oración» (San Juan Crisóstomo).
«La oración cristiana no es una forma para estar un poco más en paz con uno mismo o encontrar alguna armonía interior; nosotros rezamos para llevar todo a Dios, para encomendarle el mundo» (Papa Francisco).
«La oración es intercesión. No es tranquilidad, es caridad. Es pedir, buscar, llamar. Es involucrarse para interceder, insistiendo asiduamente con Dios los unos por los otros» (Papa Francisco).
«La oración no es una varita mágica. Ella ayuda a conservar la fe en Dios, a encomendarnos a Él incluso cuando no comprendemos la voluntad» (Papa Francisco).
«La vida de oración consiste en estar de manera habitual en presencia de Dios y ser conscientes de ello, vivir en relación con Dios como se viven las relaciones habituales de nuestra vida» (Papa Benedicto XVI).
«La oración es como una ventana abierta que nos permite mantener la mirada dirigida hacia Dios» (Papa Benedicto XVI).
«Por medio de la oración profesamos nuestra fe, conscientes de la verdad de que «somos hijos», «herederos de Dios» y «coherederos de Cristo» (Papa Juan Pablo II).