Nuestra Señora del Sábado Santo
En el Sábado Santo, la Iglesia guarda silencio. Las campanas no suenan, las iglesias están desnudas y silenciosas. Estamos invitados a unirnos a la Virgen Madre y a vivir a la espera del nuevo Día. El Sábado Santo nos ayuda a entender cómo vivir en expectativa confiada los muchos días de silencio que la vida nos presenta en el camino. Es bueno hacer una pausa con María, porque es la única manera de reanudar el viaje.
Meditación
Hoy, un gran silencio envuelve la tierra. Un gran silencio y una gran quietud. Un gran silencio, porque el Rey duerme. La tierra se estremeció y enmudeció, porque Dios se durmió en la carne y el infierno tembló. Dios se durmió un momento y despertó a los que estaban en los infiernos... Va en busca del hombre como de las ovejas perdidas...
Toma al hombre de la mano y le dice: "Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará" (Ef 5,14 - cfr. Epifanio de Salamina, Homilías para el Sábado Santo).
Oración
María, Madre de los Dolores,
mujer del sábado
que, en silencio, desgarrada por el dolor,
has seguido a tu Hijo Jesús
hasta la Cruz,
permanece junto a nosotros,
que hemos sido hechos hijos tuyos por tu Hijo.
Guárdanos y defiéndenos
bajo tu manto,
mientras esperamos el nuevo día,
el día de la resurrección de tu Hijo.
María, Madre Dolorosa,
mujer del sábado,
ayúdanos a vivir este tiempo
de cruz y silencio.
Del mismo modo en que tú, Virgen Madre,
permaneciste de pie bajo la cruz de tu Hijo,
y supiste custodiar en la espera
a los discípulos de tu Hijo Jesús,
ayúdanos hoy así también a nosotros
a vivir a la espera de un tiempo bueno,
aprendiendo a no desperdiciar
esta experiencia de pasión.
María, Madre de los Dolores, Mujer del Sábado,
Cuídanos y defiéndenos,
ruega por nosotros ahora y siempre. Amén.
(Oración de A.V.)