No se puede expulsar la fe de las instituciones. Monseñor González Montes, Delegado COMECE
La COMECE, Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea, está compuesta por Obispos delegados de las Conferencias Episcopales Católicas de los 28 Estados Miembros de la UE, y se encarga de monitorear el proceso político de la Unión Europea en todas las áreas de interés para la Iglesia.
Europa y la Unión Europea toda, presentan desafíos que no se limitan sólo a esta realidad geopolítica. Entre otros, el cambio climático, las migraciones, la exclusión social, la falta de oportunidades y las nuevas formas de esclavitud.
Con la intención de reencender el diálogo entre líderes políticos y religiosos se realizó en el Vaticano una conferencia internacional llamada (Re) Thinking Europe, que vio la participación de 350 representantes de alto nivel provenientes de toda Europa. Entre los delegados de la COMECE, Monseñor Adolfo González Montes, Obispo de Almería.
En entrevista con nosotros, el prelado enmarca, en primer lugar y a partir del nacimiento de la UE, el carisma de los padres fundadores, y de allí realiza una lectura de la incidencia actual de la multiculturalidad en el proyecto europeo, debida al flujo de los movimientos migratorios que en los años han ido modificando la estructura poblacional y la mirada cultural de Europa hoy.
Como obispo europeo, ¿qué les diría a los políticos de orientación cristiana y qué se espera de ellos?
“Yo le diría: es necesario, los que sois cristianos que tengáis con conciencia clara de vuestra identidad, porque de lo contrario estaréis sometidos a la disciplina del partido, que es como un corsé que atenaza vuestra propia libertad y esto no es bueno”. “Al interior de las agrupaciones políticas en las militáis tenéis que tener la libertad de la palabra, del compromiso, y la conducta verdaderamente irreprochable que además levante y eche fuera las sospechas que la gente tiene de que los políticos viven de la política muy bien, y que por lo tanto han hecho de la política un modus vivendi”
“Creo que los políticos cristianos deben dar más importancia al Evangelio que a las contingencias de sus propios proyectos partidistas, y creo que los proyectos políticos siempre son susceptibles de ser enjuiciados a la luz de la razón, por lo tanto, son realidades contingentes que no deben operar como si fueran, a veces, dogmas, que tratan de definir por diferenciación radical de la agrupación contraria, lo que realmente proponen para la sociedad”.
“Y luego que busquen el diálogo con las otras visiones de la realidad, con el mismo pensamiento laico de nuestros días, que tiene tanta fuerza y que es tan beligerantemente, a veces, anticristiano”.
“Como decía el Presidente del Parlamento Tajani, ‘quitando los crucifijos y los símbolos cristianos en una sociedad que es genética, sociológica y culturalmente cristiana’ incluso desde el punto de vista laico, no se construye Europa”, porque “no existe una supuesta visión neutral de la laicidad: la laicidad en sí está también ideológicamente condicionada y puede convertirse, a veces, en una militancia religiosa muy beligerante; por lo tanto que se abran a un diálogo con las posturas alternativas a la visión cristiana de la vida de la sociedad que les permita avanzar hacia un consenso hacia un modo de convivencia que nos permita un futuro ciertamente en paz”.
“Nosotros como pastores no debemos tener miedo de marcar y proponer el humanismo cristiano que se inspira en la doctrina social de la Iglesia no como una tercera vía como alternativa sino como una inspiración”.
¿Cuáles prioridades puso la Iglesia española en la mesa de diálogo entre gobierno, Iglesia y sociedad civil?
“En este momento nosotros estamos hondamente y preocupados por algunas políticas concretas que nos plantean ciertamente una pregunta: ¿cuál es nuestro puesto en la sociedad? Creemos que la 'privatización de la religión' no hace justicia a los derechos fundamentales de las personas, porque la religión marca y determina una manera de vivir y de estar en la sociedad, y por lo tanto, no puede ser expulsada de las instituciones, ni de una presencia que ha tenido quizá demasiado concesional en otros tiempos, y por tanto, no podemos hipotecarnos en ellos, pero tampoco podemos pasar de esa situación a una puesta entre paréntesis de nuestra propia presencia en las instituciones como cristianos. Creo que esto es importante: la presencia pública de la Iglesia en la sociedad abierta y democrática, pide un respeto para que las colectividades cristianas - que no son desdeñables - tengan garantizado el poder hablar y hacer, de acuerdo con su propio credo y realizar su aportación al bienestar de la sociedad a consenso a la paz social”.
Por otra parte Monseñor González Montes se refirió al problema de la ideología de género, que implica la relativización de la diferencia antropológica del hombre y la mujer, “como si la condición de nuestro ser varón mujer fuera algo absolutamente discrecional”. Una condición que está reflejada en la “antropología bíblica” y que, “permite entender la humanidad”. Una ideología que “afecta a la identidad de la familia” y con ello, “la familia cristiana, que ejemplifica la manera de entender las cosas, es para nosotros una preocupación”. Y añadió: “la Unión Europea debe esforzarse por proteger la familia, porque caso contrario, se corre el riesgo de que el actual ‘invierno demográfico’ conduzca a la instrumentalización incluso de la recepción de mano de obra del exterior, pasando así a ser no la fraternidad lo que mueve la acogida, sino el interés de mercado”. “Todo – afirmó - está concatenado”. “La familia es absolutamente capital”.
“Es necesario un consenso que permita una paz pública y social suficiente, como para movernos con libertad”, expresó el Obispo, señalando asimismo que para que esto pueda darse de manera satisfactoria, “hay que partir del respeto a los derechos fundamentales de la persona”, y en ello, agrega, la libertad religiosa constituye una pieza clave: “Este interés en declarar homófobo a cualquiera, o enemigo de la diversidad, son nuevos dogmas. Después de tanto tiempo de decir que operamos nosotros dogmáticamente, algunos deberían pensar que han tomado el relevo. No se puede suprimir la libertad de pensamiento, la libertad en exponer la concepción real de la vida, en proponer la antropología bíblica - proponerla no imponerla - y en lo que tiene de fundado en la razón, y al mismo tiempo, argumentarla con buenas razones, y no someternos a un ordenamiento jurídico por principio, que eliminara la diferencia y que llevara cualquier concepción religiosa de la antropología humana, a la sacristía de la conciencia”.
La tercera y última preocupación que planteó el Obispo de Almería fue aquella de cómo llevar a Cristo y proponerla experiencia del Salvador de la humanidad, en el contexto actual: “muchos han estado con nosotros, han sido bautizados y educados en la fe y están alejados de la comunidad eclesial. Otros ya no han conocido a Cristo porque la familia, enormemente desestructurada en la sociedad actual, ha dejado de transmitir la fe”.
De Griselda Mutual
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