La fe nos da la certeza de que el cielo se rasgó con la venida de Jesús, dice el Papa
El Evangelio de este domingo es del Bautismo de Jesús. "Cuando Jesús recibió el bautismo de Juan en el río Jordán, “se abrieron los cielos” (Mt 3, 16). Esto realiza las profecías -expresó Francisco en el ángelus del 12 de enero de 2014.
En efecto, hay una invocación que la liturgia nos hace repetir en el tiempo de Adviento: “¡Ojalá rasgases el cielo y descendieses!” (Is. 63, 19) –continuó el Papa-. “Si el cielo permanece cerrado, nuestro horizonte en esta vida terrena es sombrío, sin esperanza. En cambio, celebrando la Navidad, la fe una vez más nos ha dado la certeza de que el cielo se rasgó con la venida de Jesús. Y en el día del bautismo de Cristo contemplamos aún el cielo abierto.
La manifestación del Hijo de Dios en la tierra marca el inicio del gran tiempo de la misericordia, después de que el pecado había cerrado el cielo, elevando como una barrera entre el ser humano y su Creador. Con el nacimiento de Jesús, el cielo se abre. Dios nos da en Cristo la garantía de un amor indestructible. Desde que el Verbo se hizo carne es, por lo tanto, posible ver el cielo abierto. Fue posible para los pastores de Belén, para los Magos de Oriente, para el Bautista, para los Apóstoles de Jesús, para san Esteban, el primer mártir, que exclamó: “Veo los cielos abiertos” (Hch 7, 56). Y es posible también para cada uno de nosotros, si nos dejamos invadir por el amor de Dios, que nos es donado por primera vez en el Bautismo. ¡Dejémonos invadir por el amor de Dios! ¡Éste es el gran tiempo de la misericordia! No lo olviden: ¡éste es el gran tiempo de la misericordia!
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