Bartolomé I a la Centesimus Annus: agenda común para los desafíos de hoy
Giada Aquilino – Ciudad del Vaticano
No podemos ignorar la ''inmensa crisis de solidaridad "existente debido a los problemas económicos y sociales que afectan directamente a la existencia y la dignidad de los seres humanos: es necesaria, por lo tanto, una “agenda cristiana por el bien común”. De este modo, el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, habló hoy en el Vaticano, en la Sala Regia, en la Conferencia Inte4rnacional “Debate sobre las nuevas políticas y estilos de vida en la era digital” promovida por la Fundación Centesimus Annus - pro Pontifice, en el 25 aniversario de su creación, que tuvo lugar en 1993.
Necesitamos los unos de los otros
Después de ser recibido en audiencia privada por el Papa Francisco, con el tradicional intercambio de dones, incluida la reciente Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate sobre el llamado a la santidad, el Patriarca Ortodoxo de Constantinopla asistió a la sesión de trabajo presidida por el Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, refiriendo, asimismo, que visitó ayer con “gran alegría” al Papa emérito Benedicto XVI.
En su discurso en la conferencia, expresó la convicción de que “nadie puede enfrentar solo” los problemas de hoy en los campos de la economía y la ecología, la ciencia y la tecnología, la sociedad y la política. En este contexto subrayó que “nos necesitamos unos a otros”, y manifestó la necesidad de una “agenda común, una movilización común, esfuerzos comunes y objetivos comunes”. Y en tal esfuerzo añadió que la contribución de nuestras Iglesias, católica y ortodoxa, sigue siendo “crucial” porque “han conservado valores esenciales, precioso patrimonio espiritual y moral y profundo conocimiento antropológico”.
Lo que es verdaderamente cristiano es esencialmente social
Dirigiéndose a la Fundación Centesimus Annus - pro Pontifice Fundación, Bartolomé I agradeció por la “determinación de promover la doctrina social de la Iglesia Católica”, de acuerdo a las enseñanzas de San Juan Pablo II: “lo que es verdaderamente cristiano - dijo - es esencialmente social “. Nuestras Iglesias, continuó, promoviendo el contenido social del Evangelio resisten a las injusticias y a todos los poderes “que socavan la cohesión social”.
A propósito del rápido avance de la ciencia y la tecnología, el Patriarca observó cómo la tecnología ya no esté más al servicio del hombre sino que es, en cambio “su principal fuerza motriz, que requiere la obediencia completa, además de imponer sus propios principios en todos los aspectos de la vida”. Y expresó, además, su preocupación frente a una cierta “autonomía” con respecto a las necesidades vitales del ser humano.
En el septuagésimo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, Bartolomé instó a superar el “individualismo” contemporáneo, a apuntar a una “comunidad de personas” según la comunión de la Iglesia, en la que la mente y el corazón, fe y conocimiento, libertad y amor, el individuo y la sociedad, el ser humano y toda la creación, se reconcilian”.
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