San Juan Pablo II: “El Rocío, verdadera escuela de vida cristiana”
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
“El Papa Juan Pablo II quería que en este Santuario se haga realidad lo que sucedió en Pentecostés: vivir en comunión con la Iglesia para recibir, con María, el don del Espíritu Santo. Para ello, invita a que el Santuario sea una verdadera escuela de vida cristiana; por ello, da una serie de pautas que he citado anteriormente y que se pueden resumir en tres palabras: orar, formar y celebrar”, lo dijo Don Salvador Aguilera López, sacerdote de la Archidiócesis de Toledo y conocedor de las Liturgias Orientales; licenciado en Liturgias Orientales por el “Pontificio Instituto Oriental de Roma” y Profesor de «Introducción a las Liturgias del Oriente Cristiano» en el “Instituto Superior de Liturgia” de Barcelona (España), recordando los 25 años de la Visita Apostólica del Santo Padre a España.
En estos días se conmemora el XXV aniversario del viaje apostólico de san Juan Pablo II a España
Del 12 al 17 de junio de 1993, san Juan Pablo II realizó su cuarto viaje apostólico a la «Tierra de María»; un intenso viaje en el que visitó las provincias de Sevilla, Huelva y Madrid. En la primera, podríamos destacar la Misa de clausura del XLV Congreso Eucarístico Internacional, el día 13; en la segunda, la visita a varios santuarios marianos, el día 14; en la última, la dedicación de la catedral de la Almudena y la canonización del beato Enrique de Ossó, los días 15 y 16, respectivamente; regresando a Roma el día 17.
En su visita a Huelva, el Papa visitó varios santuarios marianos
Los Santuarios dedicados a la Madre de Dios marcaron su recorrido por la diócesis onubense. El día 14, en la capital, presidió la Eucaristía en el santuario de la Virgen de la Cinta y, en el Monasterio de la Rábida, coronó a la Virgen de los Milagros. Ese mismo día, como culmen de su visita pastoral a esa diócesis, visitó el Santuario del Rocío, «centro de la devoción mariana andaluza», como él mismo diría al inicio de su discurso.
Acaba de citar un discurso que dirigió a todos los rocieros allí presentes, ¿cuál fue el tema central?
Si tuviera que sintetizar el discurso, yo diría que habló sobre el valor de la piedad popular, tantas veces denostada, como camino para llegar a una verdadera evangelización. Varias son las ocasiones en las que dice que la devoción a María debe ser auténtica y, por eso, nos debe llevar a Cristo.
Juan Pablo II pide a los rocieros que imiten las virtudes de María
A lo largo del discurso, el Papa Wojtyła menciona a María muchísimas veces. Se refiere a Ella como: «Madre de Dios», «Madre del cielo», «nuestra Madre celeste» y a la imagen que se venera en el Santuario la llama: «bendita», «bellísima», «sagrada». Invita a vivir una auténtica devoción a María, «modelo de nuestro peregrinar en la fe» y dice que esta devoción representa una vivencia clave en la religiosidad popular aunque con cosas que necesitan ser purificadas a fin de «dar a estas raíces de fe su plenitud evangélica».
El Santo Padre hablaba del «polvo del camino, que es necesario purificar»
Bien sabemos que las diversas hermandades peregrinan hacia el Santuario por sendas arenosas en las que no faltan las dificultades. Por eso, el Papa hace referencia al «polvo del camino» que se ha ido acumulando a la devoción popular y que es necesario purificar.
Cuál es el plan trazado para esta «purificación»
Señala que esta devoción a María: «necesita ser esclarecida y alimentada continuamente con la escucha de la Palabra de Dios, con la oración perseverante, con la recepción frecuente de los sacramentos, especialmente de la Penitencia y de la Eucaristía». Y, termina este apartado con una solemne afirmación: «Éste, y no otro, es el camino por el que la devoción rociera ganará cada día más autenticidad».
También habla de este Santuario Internacional como «verdadera escuela de vida cristiana»
Él quiere que en este Santuario se haga realidad lo que sucedió en Pentecostés: vivir en comunión con la Iglesia para recibir, con María, el don del Espíritu Santo. Para ello, invita a que el Santuario sea una «verdadera escuela de vida cristiana»; por ello, da una serie de pautas que he citado anteriormente y que se pueden resumir en tres palabras: orar, formar y celebrar. Encuentros que ayuden y enseñen a rezar, encuentros que promuevan la educación litúrgica de los fieles para que la celebración de los sacramentos sea, tal como el Concilio Vaticano II señaló, «plena, consciente y activa», insistiendo especialmente en los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía.
Usa la expresión «raíces profundas», ¿qué entiende con esto?
Al hablar de la devoción a María en el Rocío, afirma que ésta «representa una vivencia clave en la religiosidad popular… En ella, junto a los valores de tradición histórica, de ambientación folclórica y de belleza natural y plástica, se conjugan ricos sentimientos de amistad compartida, igualdad de trato y valor de todo lo bello que la vida encierra en el común gozo de la fiesta». Pero todo esto tiene que llevar a algo más y lo podemos resumir así: Ad Iesum per Mariam (A Jesús por María), es decir, vamos a Jesucristo a través de su Madre, no es María el fin sino el medio. Por eso la devoción a la Madre de Dios, bajo la advocación del Rocío, en palabras de Juan Pablo II, ha de llevar a la fe en Dios, al reconocimiento de Cristo como Hijo de Dios y Salvador de los hombres, a un verdadero amor y devoción a María que se haga vida en una sincera fraternidad cristiana, ya que todos somos hijos del mismo Padre que está en los cielos.
Otra expresión del Papa polaco es «dinamismo apostólico»
El Papa señala, tras citar un Discurso a los Obispos de las provincias eclesiásticas de Andalucía, que los Pastores «muestran gran solicitud y preocupación por fomentar en las Hermandades una mayor formación cristiana y una más activa participación litúrgica y caritativa en la vida de la Iglesia». La formación cristiana, la participación litúrgica y la caridad serán, por tanto, el eje central de éstas y lo que les dará un «dinamismo apostólico» que ayude a reavivar el amor y la devoción a María, viviéndolo en comunión con la Iglesia y dando testimonio de éste con la misma vida. En resumen: traducir el amor en obras.
Durante el discurso, el Papa se detiene ante el fervor y los aplausos de los presentes…
Es maravilloso ver las imágenes de ese día: rocieros que rodean la ermita, numerosos obispos venidos de otras partes de España… y todas las miradas puestas en el balcón en el que se encuentra el Vicario de Cristo, acompañado por don Rafael González Moralejo, entonces obispo de Huelva. El Papa, por unos instantes, deja de leer su discurso escrito y dice: «Que todo el mundo sea rociero»… provocando una gran ovación.
«Que todo el mundo sea rociero» es también la frase que encontramos en el cartel de la Romería de Pentecostés este año 2018
El autor del cartel de este año, el pintor malagueño Raúl Berzosa, ha querido recordar esta efeméride colocando dicha frase como aureola de la imagen de la Virgen del Rocío. Además, en éste hay otros pequeños detalles que quieren recordar este aniversario; por ejemplo, los colores blanco y amarillo de la bandera vaticana o las flores que lleva la imagen de la Virgen, las mismas que llevaba en la romería del año en que fue canonizado el Papa Wojtyła.
Dentro del Santuario bendijo a los presentes y oró ante la imagen de la Virgen
Al entrar bendijo, uno a uno, todos los “simpecaos” o estandartes de las hermandades filiales y, posteriormente, se puso de rodillas, durante un largo momento de silencio, a los pies de la imagen de la Virgen del Rocío. Qué le dijo a la Virgen el Papa Rociero lo sabemos porque, desde el balcón, nos lo reveló: «he pedido a María que siga concediéndonos, en la alegría de vuestra forma de ser, la firmeza de la fe, y engendre en vosotros la esperanza cristiana que se manifieste en el gozo ante la vida, en la aceptación ante el dolor y en la solidaridad frente a toda forma de egoísmo».
Este año se celebra el XXV aniversario de la visita de Juan Pablo II pero el año 2019 también estará señalado por otro gran aniversario
En el 2019 se cumple el centenario de la coronación canónica de la imagen de la Virgen; por ello, la Penitenciaría Apostólica ha concedido un año jubilar cuya apertura será el 8 de junio del año próximo. Todos los actos conmemorativos quieren ayudar a que se hagan vida aquellas palabras pronunciadas por san Juan Pablo II en ese balcón de la Ermita: «¡Que por María sepáis abrir de par en par vuestro corazón a Cristo, el Señor!».
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