Cei, migrantes: no mirar hacia otro lado

María Cecilia Mutual – Ciudad del Vaticano

“El camino para sacar a la misma humanidad de la vulgaridad y del embrutecimiento pasa por el empeño de custodiar la vida. Toda vida. A partir de aquella más expuesta, humillada y pisoteada”: con estas palabras los obispos de la Conferencia Episcopal Italiana concluyen la nota publicada, este 19 de julio, como consecuencia de las últimas polémicas sobre la inmigración.

Los ojos del terror

La nota de los obispos italianos parte de la imagen impresionante y conmovedora de Josefina, una inmigrante de Camerún cuya fotografía en el momento de ser salvada, ha sido difundida en estos días a través de los medios de comunicación. De los ojos de Josefina hablan los obispos italianos: “Ojos abiertos y mirada vidriosa de quien se ve salvada en extremis del abismo que ha tragado otras vidas humanas”. Una tragedia a la cual, remarcan los obispos, “no tenemos que acostumbrarnos”.

Un ejército de pobres, víctimas de guerras y hambre

Ésta “es la historia sufrida de hombres, mujeres y niños que  - mientras impide cerrar fronteras y levantar barreras – nos pide osar la solidaridad, la justicia y la paz”, prosiguen los prelados. Somos responsables – aseguran – de este ejército de pobres, víctimas de guerras y de hambre, de desiertos y torturas”.

El miedo no debe condicionar las elecciones

“Como Pastores de la Iglesia no pretendemos ofrecer soluciones a buen precio” – subrayan los obispos italianos, evidenciando asimismo que con respecto a lo que sucede no tienen intención de “mirar hacia otro lado, ni adoptar “palabras despreciativas y actitudes agresivas".  “No podemos dejar que las inquietudes y miedos condicionen nuestras elecciones, determinen nuestras respuestas, alimenten un clima de desconfianza y desprecio, de rabia y rechazo”, agregan.

Involucrados en la acogida y auténtica fraternidad

“Animados por el Evangelio de Jesús”, los obispos italianos aseguran que continúan a prestar la propia voz “a quien está privado de ella”. “Caminamos con nuestras comunidades cristianas – agregan – involucrándonos en una acogida difundida y capaz de auténtica fraternidad”. Y en este sentido, los prelados expresan su gratitud a quienes, junto a ellos, “con disponibilidad, son signo de compasión, previsión y coraje, constructores de una cultura inclusiva, capaz de proteger, promover e integrar”.