El 8 de enero de 1894 nacía San Maximiliano Kolbe
Ciudad del Vaticano
La memoria del nacimiento del Santo fraile franciscano conventual que ofreció su vida en el campo de concentración de Auschwitz para salvar la vida de un hombre de familia, estuvo en las páginas de L'Osservatore Romano en el día de hoy.
Se recuerda el nacimiento del santo el 8 de enero de 1894, hace ciento veinticinco años, su beatificación el 17 de octubre de 1971 por Pablo VI, y su santificación el 10 de octubre de 1982 por Juan Pablo II, y las virtudes del santo, plasmadas en obras cinematográficas y teatrales.
A propósito se recuerda al escritor Italo Alighiero Chiusano, que nació en Breslavia -entonces alemana pero ahora polaca- quien propone su propio Kolbe. Un texto que luego se reedita junto con la obra de teatro sobre Kafka, San Francisco de Praga, en Considérame un sueño (1997). Definido por el propio autor como un oratorio, Kolbe consiste en una serie de interrogatorios crudos y realistas que alternan con coros líricos y de cuentos de hadas.
El Padre Maximiliano Kolbe, al tiempo Rajmund Kolbe, recibió recientemente la visita del Papa Francisco que, el 29 de julio de 2016, permaneció en oración en la celda del martirio.
En el primer interrogatorio de la obra la madre de Rajmund recuerda la aparición de la Virgen que ofreció al joven las dos coronas, rojas y blancas, y el descubrimiento, en Roma, de la Inmaculada Concepción: "Fue en Roma donde esa cualidad de María Santísima se apoderó de todo. El agua bendita de Lourdes también le salvó un dedo gangrenado, que tenía que ser amputado. Desde ese día quiso que todos, en todo el mundo y hasta el fin de los tiempos, se convirtieran en hijos, devotos, amantes, esclavos de la Inmaculada”.
En el tercer interrogatorio, el Scharführer trata el motivo central del drama, el de la Verdad. En su último editorial, publicado en diciembre de 1940 bajo el título Nadie en el mundo puede cambiar la verdad, Kolbe escribe: "La verdad es única. Lo sabemos muy bien, pero en la vida concreta a veces nos comportamos como si en el mismo problema el no y el sí pudieran ser la verdad". Y así también en el drama de Chiusano el santo parece decir: "Nadie en el mundo puede cambiar la verdad. Todo lo que podemos, todo lo que tenemos que hacer es buscarla, encontrarla, servirla. Ahora bien, la verdad, es decir, el bien, consiste en el amor de Dios y en todo lo que viene de ese amor. El mal en su esencia es la negación del amor".
Vienen a la mente – dice L’Osservatore - las palabras de Francisco de Asís en Le notti della Verna: “No busco encanto ni consuelo, busco la verdad por amarga que ella sea”. Es el tema de la pobreza, de la desnudez absoluta ante Dios, de lo que los místicos llaman blorheit. No es casualidad que el Scharführer se lance contra el pobre fraile “vestido como en el medioevo”. Es la prueba, el calvario, el juicio medieval de Dios que se refleja para Chiusano en el silencio de Dios hoy.
Franciszek Gajowniczek aparece en el cuarto interrogatorio, vestido en pijama a rayas y con los pies descalzos. Lo que nos recuerda que no hay que tener miedo al odio porque “sólo el amor crea”. Tras la reconstrucción del diálogo entre Kolbe y el Lagerführer Fritsch y el intercambio de prisioneros, el drama termina con el recuerdo de las palabras textuales pronunciadas por Kolbe muchos años antes de que su cadáver fuera llevado al crematorio y quemado: “Me gustaría consumirme al servicio de la Inmaculada y desaparecer sin dejar rastro, dejando que el viento esparza mis cenizas por los cuatro rincones de la tierra”.
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