Ecuador: los Obispos invitan a combatir el racismo y la xenofobia
María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
El Consejo de Presidencia de la Conferencia Episcopal de Ecuador, mediante un comunicado de prensa – firmado en Quito el 23 de enero – se dirige a todos los fieles y a la ciudadanía en general, para recordarles el deber de “acoger a cualquier persona que pase necesidad, entre ellas los inmigrantes”. De ahí su exhortación “a combatir el racismo y la xenofobia”, con el pedido a los “hermanos emigrantes” a respetar las leyes y las manifestaciones culturales que son expresiones vivas del país que los acoge.
Y lo hace a partir del Evangelio de San Mateo en el que se lee: “Les aseguro que lo hayan hecho a uno solo de éstos, mis hermanos menores, me lo hicieron a mí” (Mt, 25, 34-40).
El problema de los inmigrantes más vulnerables
Teniendo en cuenta que “la emigración se ha convertido en un fenómeno global que implica a todas las naciones, afecta a millones de personas y plantea desafíos que la Iglesia no puede olvidar”, los Prelados resaltan que entre los inmigrantes más vulnerables destacan “los indocumentados, los refugiados, los que buscan asilo, los desplazados a causa de los conflictos” y “las víctimas del tráfico humano” que, “en su mayoría, son mujeres y niños”.
Acoger a cualquier persona que pase necesidad
Por esta razón, y “ante los trágicos episodios de desplazamientos forzados de personas por motivos sociales, étnicos y ambiciones, que causaron grandes sufrimientos a grupos determinados”, los Obispos ecuatorianos llaman al “deber” de “acoger a cualquier persona que pase necesidad”.
Despojarse de actitudes que generan violencia
Y sabiendo que la solidaridad siempre resulta “difícil”, especialmente si se la contempla “a la sombra de los últimos acontecimientos” vividos en esta nación, declaran que es evidente que se necesita mayor formación, también para despojarse “de actitudes que generan violencia entre seres humanos”.
Propiciar actitudes basadas en la Doctrina Social de la Iglesia
De ahí su invitación a los padres de familia, a los profesores y a todos las personas de las que dependen otros ciudadanos, a combatir en todos los ambientes en los que trabajan y se relacionan el racismo y la xenofobia; a inculcar los valores en favor de la vida que debe ser respetada en todas sus etapas y manifestaciones, propiciando así actitudes positivas basadas en la Doctrina Social de la Iglesia y en los derechos fundamentales del ser humano.
Pasar de la mera tolerancia al respeto de las diferencias
Los prelados manifiestan que todos en su país deben pasar “de la mera tolerancia” con los demás “a un respeto real de sus diferencias” a fin de “transformar el egoísmo en generosidad, el temor en apertura y el rechazo en solidaridad”. Al mismo tiempo, piden a los inmigrantes que respeten su nación, “que es el territorio que los ha sabido acoger”, así como a su gente, sus leyes, su cultura y sus tradiciones. Por esta razón, no dudan en escribir: “Respetémonos como hermanos e hijos de un mismo Padre”, puesto que “sólo así reinará la armonía social”.
El difícil camino de la verdadera aceptación de la diversidad
Y teniendo en cuenta cuán difícil resulta el camino hacia la verdadera aceptación de una diversidad cultural y social, lo que puede desembocar en “un verdadero Vía crucis”, tanto para quienes emigran como para el país que los acoge, reafirman que no hay que desanimarse como sociedad e Iglesia, sino “hacer frente a estos nuevos desafíos”, enfrentando con radicalidad el racismo y la xenofobia, que lo único que propicia “es dolor y muerte”.
“Es responsabilidad de todos – concluyen los Obispos ecuatorianos su nota – generar y propiciar una cultura de paz, justicia, equidad y libre de violencia”.
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