San Romero y el P. Octavio: una muerte que habla de resurrección
Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano
El Padre Octavio Ortiz Luna provenía de una digna familia campesina originaria del pintoresco pueblo de Cacaopera en el Departamento Morazán. Los progenitores de este humilde sacerdote se llamaban: Alejandro Ortiz y Exaltación Luna quienes procrearon diez hijos. El Padre Octavio fue el segundo de todos, naciendo el 22 de marzo de 1944.
El Padre Matías Romero Coto, de la ciudad de Santa Ana, llevó a Octavio al Seminario Menor de Santa Ana, el 20 de enero de 1958. Después pasó al Seminario Preparatorio en San Juan Opico; y, por fin, al Seminario San José de la Montaña, al cual ingresó, el 2 de febrero de 1962. Fue ordenado sacerdote por Mons. Romero, el 9 de marzo de 1974. A partir de entonces comenzó su labor pastoral en la Comunidad Cristiana de Zacamil y San Francisco de Mejicanos.
Su trabajo pastoral fue cercano al pueblo sencillo y pobre. Promovió las Comunidades Eclesiales de Base. A la edad de 35 años fue asesinado por la Guardia Nacional en el centro de retiros El Despertar. En el momento de su martirio se encontraba en un retiro con jóvenes varones. Cuatro de ellos también fueron asesinados.
Monseñor Romero se presentó a la morgue, reconoció los cadáveres y ordenó que se les llevara a la funeraria para que los prepararan y que luego los llevaran a Catedral para su vela y posterior entierro.
El día 21, Monseñor Romero en Catedral, celebró la misa ante el cadáver del Padre Ortiz y de los cuatro jóvenes: Ángel Morales, Jorge Alberto Gómez, Roberto Orellana y David Alberto Caballero.
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