Pascua en Mozambique después del ciclón Idai: es hora de renacer
Camillo Barone - Ciudad del Vaticano
Ha pasado poco más de un mes desde los trágicos días 14 y 15 de marzo de 2019, cuando el ciclón Idai devastó las costas de Mozambique y parte de las tierras de Malawi y Zimbabwe. El balance final sigue siendo trágico: alrededor de 900 muertos y algo más de 2 millones de desplazados internos, que durante semanas han vivido (y muchos siguen viviendo) sin hogares estables y dignos.
Después de los primeros momentos catastróficos, la maquinaria de ayuda humanitaria no dudó en marcharse: muchas agencias internacionales y nacionales han comenzado a traer alimentos, medicinas y asistencia médica de todo tipo.
La Santa Sede también ha contribuido a la ayuda donando instrumentos para la purificación del agua, necesaria para la supervivencia de las personas desplazadas, por un valor de un millón de euros. Los nutricionistas del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas trabajan en las cuatro provincias más afectadas y han desarrollado un plan de seis meses para tratar al menos a 100.000 mujeres y niños. El cólera ha afectado a más de 5.000 personas y amenaza con empeorar los niveles de desnutrición.
¿Cómo vivirá la Diócesis de Beira el triduo y la Pascua?
"La Pascua será más viva, las experiencias de estos días nos harán entrar aún mejor en el misterio pascual. También Jesús, en su inocencia, vivió el dolor y el saqueo, y esto nos hace crecer en el amor mutuo hacia él": así dijo Mons. Claudio Dalla Zuanna, Obispo de Beira, a los micrófonos de Radio Vaticana Italia en una entrevista muy conmovedora.
Explicó cómo serán las celebraciones de la Semana Santa en Beira: "El lavado de pies se hará a 12 cabezas de familia que han perdido sus casas, el Viernes Santo meditaremos sobre la caída de Jesús, que para nosotros fue la caída de nuestras casas, de nuestras iglesias y de nuestras esperanzas". La deposición en la tumba representará para nosotros la muerte de nuestros seres queridos, pero la Pascua será el renacimiento de nuestro futuro juntos".
El balance de Mons. Dalla Zuanna, un mes después del ciclón
"La situación no ha cambiado a nivel de las estructuras, las casas están todas destruidas o descubiertas, incluyendo la mía, todo avanza lentamente, pero la maquinaria de ayuda humanitaria ha sido productiva y abundante, y ha dado frutos para el bien de la gente", dijo el Obispo de Beira, reiterando sin embargo que entre los ciudadanos, incluso entre aquellos que han perdido a sus seres queridos durante el paso del ciclón, nunca reinó la desesperación o la cólera, sino sólo a veces un sentimiento de resentimiento.
"Nosotros, los de la Iglesia, también hemos llegado con la comida necesaria a unas 1000 familias, dando prioridad a las familias que ya eran muy pobres antes del ciclón. En el plano espiritual, sin embargo, estamos creciendo: nos fijamos más en lo esencial y en la sustancia, ya no caemos en chismes y vivimos las celebraciones con más intensidad", prosiguió monseñor.
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