Beatificación de Guadalupe Ortiz de Landázuri. Ejemplo de humildad
Ciudad del Vaticano
Estudió la carrera de Ciencias Químicas en la Universidad Complutense, impartió clases de esta asignatura en numerosos colegios e institutos y realizó una tesis doctoral sobre las propiedades de la cascarilla del arroz. A través de su labor profesional, ayudó a muchas personas a acercarse a Dios con alegría, servicio y disponibilidad.
Este sábado18 de mayo Guadalupe Ortiz es beatificada en Madrid, en el Palacio de Vistalegre, a las 11:00 horas. El representante del Papa, Card. Giovanni Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos preside la celebración.
Responsabilidad por el don recibido
En la homilía, el Card. Becciu afirmó: “Tenemos una responsabilidad por el don recibido: responsabilidad por la luz que nos ha sido transmitida. No podemos sólo tomar posesión de ella y guardarla para nosotros mismos, sino que estamos llamados a comunicarla a los demás, a darla; debemos hacerla brillar "delante de los hombres" (v. 16). La Beata María Guadalupe era consciente de esta verdad”.
La fuente de su vida cristiana
Becciu subrayó que “La fuente de su fecunda vida cristiana fue su unión íntima y constante con Cristo. Su diálogo con Dios, desde joven, fue continuo y se desarrolló sobre todo a través de una intensa vida sacramental y prolongados momentos de recogimiento: la Santa Misa y la confesión fueron los pilares de su vida espiritual. El rezo del rosario, rezado con gran devoción, era un signo claro de su profundo vínculo con la Madre de Dios, a cuya intercesión se confiaba”.
La cruz en su vida
El Cardenal agregó que la cruz no tardó en aparecer en su vida. En el periodo de la guerra civil pierde a su padre, tiene que salir de Madrid e interrumpir sus estudios. En medio de estas vicisitudes conoce el Opus Dei y decide entrar en la Obra. Fruto de una vida intensa de cercanía con el Señor, ella afirma: "caminar con los pies en la tierra, pero con los ojos siempre fijos en el cielo, para ver mejor lo que pasa a nuestro alrededor". (Informatio, Sección II, Biografía documentada, p. 46).
Viaje a México
El fundador del Opus Dei le preguntó si estaría dispuesta a ir a México para implantar allí la Obra, ella aceptó con alegría. En México, afirma Becciu: “Se preocupaba sobre todo de formar bien a los nuevos reclutas; insistía en la necesidad de perseverar; edificaba con su espíritu de oración, sobriedad y penitencia; era evidente que trabajaba sólo para la gloria de Dios y para la extensión de su reino”.
Cuando vuelve a España, subraya Becciu: “retomó la enseñanza y la formación de los jóvenes de la Obra: era el momento de un compromiso firme, constante, generoso y gozoso para vivir el Evangelio con una radicalidad cada vez mayor; era una respuesta consciente al amor de Dios”.
Aporte al progreso de la humanidad
El Cardenal Becciu en la homilía insiste en el papel que juega María Guadalupe en la formación de los jóvenes y en la investigación científica para promover el progreso de la humanidad: “En todas las circunstancias demostró ser una mujer fuerte. Su fuerza se hizo particularmente evidente en las dificultades, en la realización de nuevas obras apostólicas, en la evangelización de frontera y, sobre todo, en la paciente aclimatación de los sufrimientos de naturaleza física, que condicionaron fuertemente su vida”.
Armonizar oración y acción
Para el representante del Papa Francisco, la nueva beata “nos comunica a los cristianos de hoy que es posible armonizar oración y acción, contemplación y trabajo, según un estilo de vida que nos lleva a confiar en Dios y a sentir la expresión de su voluntad en todo momento. Además, nos enseña lo hermoso y atractivo que es tener la capacidad de escuchar y una actitud que siempre es alegre, incluso en las situaciones más dolorosas”.
El Cardenal finalizó la homilía invitando a vivir como María Guadalupe: “Su riqueza de fe, esperanza y caridad es una maravillosa demostración de lo que el Concilio Vaticano II dijo sobre la llamada de todos los fieles a la santidad, precisando que cada uno persigue este objetivo "siguiendo su propio camino" (Lumen Gentium, 41). Esta indicación del Concilio se realiza ahora plenamente con la beatificación de esta mujer, en cuya oración e intercesión nos volvemos cada vez más testigos de la luz de Cristo y de las lámparas que iluminan las tinieblas de nuestro tiempo.
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