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Obispos de África Oriental condenan el cierre de hospitales católicos en Eritrea

Un momento difícil, de amargura e incertidumbre se está viviendo en Eritrea tras la decisión del gobierno de cerrar 22 centros sanitarios católicos

Profunda preocupación y fuerte condena: son los sentimientos expresados por Mons. Charles Kasonde, Presidente de Amecea, la Asociación de Miembros de las Conferencias Episcopales de África Oriental, ante la decisión del gobierno de Eritrea de cerrar 22 centros de salud gestionados por la Iglesia Católica local en las cuatro eparquías del país. Es un mensaje de solidaridad  el de Mons. Kasonde que espera que se pueda encontrar una "solución amistosa" entre el Estado y la Iglesia en el país del Cuerno de África. "Que el Espíritu – se lee- alimente la esperanza y done el valor y la resistencia necesarios para la ardua defensa de los derechos de la Iglesia y del pueblo de Dios en Eritrea".

Las mejores instalaciones que recibían a todos

Una preocupación que se hace eco de la expresada por fuentes locales que lamentan el cierre de estos servicios, que eran de la más alta calidad y acogían a la gente sin hacer distinciones religiosas o étnicas. El cierre de las instalaciones, que tuvo lugar en los últimos días, responde a una decisión del régimen de Isaias Afewerki, en el poder desde hace 26 años. Una preocupación, en particular, por el destino de los enfermos. Cada año se presta asistencia a unas 170.000 personas. La historia de los hospitales católicos del país, construidos en la época del emperador Haile Selassie, es muy antigua. Con altibajos, especialmente difíciles en la época del terror de Menghistu, continuaron su trabajo. Luego, en 1995, una ley, hasta ahora nunca en vigor, dispuso que las estructuras sociales, las escuelas y los centros médicos fueran administrados por la autoridad pública. Así un primer duro golpe llegó el año pasado con el cierre de 7 clínicas católicas.

El último fue el cierre de estas 22 instalaciones médicas. Cuando se les pregunta sobre las razones, fuentes locales hablan de un deseo de que la Iglesia no haga este trabajo social. La decisión del gobierno fue interpretada por algunos como reacción a la carta pastoral de los obispos católicos del pasado mes de abril, en la que se pedía el compromiso del gobierno eritreo a un "cambio decisivo e histórico", con la garantía de la justicia social, considerando también el final del conflicto con Etiopía. Hay una pobreza inmensa y la gente vive con miedo, dicen fuentes locales. Miles de personas están en prisión y muchas huyen a Sudán y Etiopía por su propia seguridad y para encontrar trabajo. Y ahora hay preocupación también por las escuelas católicas.

Oración y ayuno en la prueba

Entre las voces que se han escuchado en los últimos días se encuentra la de Don Mussie Zerai, presidente de la agencia Abeshia, quien relataba a SIR acerca de una religiosa que terminó en la cárcel, en irrupciones, porque no quería dar las llaves de su clínica. En los últimos días, en una carta dirigida al Ministro de Sanidad eritreo, los obispos del país habían expresado su amargura por lo sucedido, diciendo que no podían entender este hecho ni en los modos ni en los contenidos: "en algunos centros han sido vistos soldados intimidando al personal de servicio de nuestras clínicas, obligando a los pacientes a evacuar las instalaciones". La Iglesia Católica se ha mostrado abierta y dispuesta al diálogo y el Arzobispo de Asmara, Abune Mengesteab Tesfamariam, pidió ayuno y oración durante tres semanas, desde ayer hasta el 12 de julio, para pedir ayuda al Señor en este momento de prueba.

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26 junio 2019, 15:44