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"El juego por dinero no salva ni dignifica a la persona, sino que la daña seriamente a ésta y a su familia”. "El juego por dinero no salva ni dignifica a la persona, sino que la daña seriamente a ésta y a su familia”.  

Aumenta el juego de azar en Argentina. Obispos: los pobres y los jóvenes están en peligro

La CEA advierte sobre las repercusiones de engancharse a los juegos de azar: “es un negocio que mueve gran cantidad de dinero para beneficio de unos pocos en detrimento de muchos, especialmente de los más pobres”.

Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano

Los obispos de la Conferencia Episcopal Argentina insisten en “erradicar la cultura del azar para reemplazarla por la dignidad del trabajo”. El comunicado lo publican años después de aquel documento titulado "Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad” en el que abarcando los años trascurridos entre 2010-2016, los obispos señalaron con preocupación que en todo el país se había multiplicado la oferta del juego de azar y habían proliferado los casinos, los bingos y el negocio de las máquinas tragamonedas.

“Es necesario comprender que son comportamientos que muchas veces se vinculan con el deterioro de las condiciones de vida personal y social, en contextos de dificultad económica y aumento de la falta de oportunidades” aseguran los obispos de la Argentina, y recuerdan que la situación social y económica por la que atraviesa el país “demanda para los barrios más pobres políticas públicas que promuevan el desarrollo integral de los jóvenes y de la familia que les permita confiar en el trabajo honesto como camino de construcción de futuro”. Y en este sentido puntualizan que “no basta con asociar el juego con el supuesto destino benéfico de algunas cargas fiscales”, sino que se trata de “erradicar la cultura del azar para reemplazarla por la dignidad del trabajo”. Además, Internet ha hecho emerger nuevas y cada vez más masivas formas de juego y esto “pone el peligro especialmente a los más jóvenes” han subrayado.

Las graves consecuencias del juego

Los obispos recuerdan que la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la ludopatía como "un trastorno caracterizado por la presencia de frecuentes y reiterados episodios de participación en juegos de apuestas, los cuales dominan la vida del enfermo en perjuicio de sus valores y obligaciones sociales, laborales, materiales y familiares". También citan palabras pronunciadas por el Papa Francisco, cuando advirtió: “Cuando falta la esperanza, de hecho, falta la vida; y entonces algunos van en busca de una existencia engañosa que le ofrecen los mercaderes de la nada. Esos venden cosas que producen felicidades momentáneas y aparentes, pero en realidad te meten en calles sin salida, sin futuro, verdaderos laberintos existenciales. Las bombas destruyen los cuerpos, las dependencias destruyen las mentes, las almas, y también los cuerpos”. Afirmaciones en las que se basan para después asegurar que, el juego, “puede llevar a una adicción que daña la comunión familiar, y puede llevar a su destrucción”. Y en este sentido, la CEA también advierte sobre la adicción a videojuegos: “se instalan desde muy temprana edad en la vida de los más chicos” – dicen – “y crean también formas de adicción o dependencia vinculados en muchos casos con la explotación de pulsiones violentas, individualistas e intolerantes”.

Fundamental el papel del Estado y la educación para erradicar el problema

Al final de la nota, los obispos argentinos señalan que es “fundamental “ el rol del Estado en esta problemática: “Por un lado, debe dedicar recursos económicos para atender los efectos de esta adicción. Por otro, tiene que regular con transparencia la actividad del juego de azar con límites de horarios y lugares de funcionamiento, cuidando especialmente a los pobres”. También expresan que, así como se ha prohibido o limitado fuertemente la publicidad de otras adicciones (como el tabaco o el alcohol), “debería hacerse lo mismo con el juego”.

Debemos ayudar al ludópata, no criticarlo

+Pero también señalan fundamental el papel de la educación y prevención: “La familia, las comunidades religiosas, las escuelas, los clubes; tenemos que mostrar la belleza de la existencia y  fortalecer lazos afectivos y sociales. Si el adicto es un enfermo, hay que abrazarlo con ternura y ayudarlo a su recuperación”. Por último afirman que el juego por dinero “no salva ni dignifica a la persona, sino que la daña seriamente a ésta y a su familia”. “¡No permitamos que avance este lobo disfrazado de cordero!” concluyen.

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17 julio 2019, 15:00