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L'Aquila: El perdón es una gracia que viene de lo alto

El viernes pasado, con el encendido del brasero frente a la Basílica de Collemaggio, se abrieron las celebraciones del Perdón Celestino, el jubileo de L'Aquila que también este año vio la solemne apertura de la Puerta Santa

Elvira Ragosta – Ciudad del Vaticano

Por el 725° año, L'Aquila celebra el Perdón, donado a la Iglesia por Celestino V en el lejano 1294 con la bula "Inter sanctorum solemnia". El rito solemne permite cruzar la Puerta Santa de la Basílica de Collemaggio para recibir la indulgencia plenaria. Y hoy, a las 16.00 horas desde el Palacio Fibbioni, comenzó la histórica procesión de la Bula y a las 17.45 horas llegó al cementerio de la Basílica de Santa María de Collemaggio, donde a las 18.00 horas tuvo lugar el rito de apertura de la Puerta Santa, presidido por el Cardenal Giuseppe Bertello, Presidente del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano, y la celebración de la Santa Misa.

El Cardenal Giuseppe Petrocchi, Arzobispo de L'Aquila, invitó a promover el alma del perdón como experiencia, eclesial y social, de reconciliación y comunión. "El perdón – dijo en una entrevista con Radio Vaticano Italia – es una gracia que viene de lo alto".

“El Perdón es una celebración que requiere una movilización de la mente y del corazón”

“El perdón – afirma el Purpurado – no es sólo un acontecimiento ritual: es una gracia que viene de lo alto, que pasa por la Iglesia y llega a las personas en su interioridad. Por lo tanto, el Perdón de Celestino es una celebración que requiere una movilización de la mente y del corazón. El perdón también tiene importantes reflexiones a nivel relacional y social. Pietro da Morrone, quien más tarde se convirtió en Papa con el nombre de Celestino V, era un monje, un ermitaño, acostumbrado a sondear su propio mundo interior; conocía bien las dinámicas positivas y negativas que atravesaban su alma, y precisamente porque era capaz de explorar su corazón, también tenía la capacidad de saber lo que estaba conmoviendo los corazones de los demás: quería abrir, entonces como ahora, los caminos de la paz que generalmente están bloqueados por el resentimiento que genera la enemistad”. Y añade:

“Lo que quita la paz no son los problemas a los que estamos inevitablemente expuestos, sino los problemas que se viven mal. Cuando el virus del rencor, la voluntad de tomar represalias, se introduce en un problema, ese problema se convierte en patológico”

Y explicó que el Papa Celestino V entendió que la cuestión debía ser abordada en su dinámica básica, es decir, “utilizando la medicina evangélica del perdón para evitar que los problemas que atraviesan nuestra existencia nos enfermen”:

“Jesús nos trajo la medicina, y es su gracia; el perdón del que estamos hablando es el perdón evangélico”

En cuanto al 725° Perdón de Celestino que coincide con un aniversario importante para L'Aquila, es decir el décimo aniversario del terremoto que hirió la ciudad y su sucesiva reconstrucción, ante la pregunta de cuál sería la contribución de este perdón, el Cardenal afirmó:

“La reconstrucción no puede ser sólo una empresa de ingeniería y económica; se trata de reconstruir la ciudad no sólo en sus aspectos constructivos, sino también en los corazones de la gente. Por lo tanto, es un compromiso que debe movilizar todos los buenos recursos que un territorio puede poner en este trabajo”

Y tras destacar que “el Perdón de Celestino ayuda a vivir la reconstrucción como un compromiso que debe pedir a una comunidad, a un pueblo, a polarizarse en armonía para alcanzar unos objetivos comunes: en primer lugar, reconstruir relaciones auténticas y verdaderas, volver a abrirse con confianza al futuro y evitar posibles facciones puesto que estas lógicas individualistas están siempre al acecho”, añadió:

“El perdón es, por así decirlo, el criterio general con el que se debe pensar, diseñar y construir la empresa de la reconstrucción”

Dos terremotos…

En cuanto a lo que queda por hacer para reconstruir el corazón, el alma y la materialidad de la ciudad, el Purpurado afirmó que siempre habla de “dos terremotos”:

“Uno geológico, que produce fallas materiales, y el otro, el terremoto del alma, que genera fracturas en la mente, en el corazón, en los sentimientos de las personas”

También dice que estos “dos eventos tienen desarrollos diferentes”; el “geológico, desgraciadamente, ha tenido nuevas ediciones en 2016 y 2017”, mientras que “el terremoto del alma continúa”:

“Etas réplicas sísmicas problemáticas siguen activas, de hecho, con el tiempo tienden a amplificarse porque se producen en las capas profundas de la personalidad donde es difícil identificarlas, alcanzarlas y neutralizarlas”

El terremoto del alma

“Así pues – explica – el terremoto del alma requiere tiempos largos y, sobre todo, una comunidad eclesial y social que sepa comprender lo que son los instrumentos: instrumentos espirituales y morales que se basan también en la relación que se establece y construye con los demás”. De ahí que especifique que la “reconstrucción material camina a dos velocidades”, sí porque  la que se refiere a “las reconstrucciones civiles es más rápida y parece más eficiente”; mientras “la reconstrucción de las estructuras públicas, incluyendo las iglesias, marcha a un ritmo mucho más lento y también parece fatigada por los enredos reglamentarios que ciertamente no facilitan la orientación y realización de los planos que se aprueban”.

“La civilización del Perdón”

Por último, el deseo del Cardenal Giuseppe Petrocchi para la Iglesia y para la ciudad de L'Aquila es que el don del Perdón de Celestino los haga una comunidad “que vive y proclama la civilización del amor y de la fraternidad”, es decir “la civilización del Perdón”. Y que L'Aquila, de ciudad entre los montes, se convierta cada vez más en una ciudad sobre el monte, en el sentido evangélico, para que la extraordinaria lección de Celestino V siga siendo no sólo para nosotros, para nuestro pueblo, sino para el mundo entero, una perspectiva de paz y serenidad.

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28 agosto 2019, 19:00